«Toda la vida con hipo»: el curioso récord guinness que ostenta Charles Osborne de Anthon, de Iowa

En la cultura popular existen multitud de estrategias para interrumpir el reflejo del hipo o «singultus» (como se le llama en la literatura médica)

Charles Osborne de Anthon ABC

José Manuel López Tricas

En la literatura médica el reflejo del hipo se denomina singultus , término latino que se puede traducir como jadeo o sollozo. El reflejo del hipo consiste en una contracción repentina e involuntaria del diafragma y de los músculos intercostales. Ello da lugar a una rápida ingesta de aire que provoca un cierre rápido y ruidoso de la glotis. El diafragma es una lámina muscular con aspecto de cúpula que separa las cavidades pulmonar y abdominal. La glotis es una abertura entre las cuerdas vocales situada en la laringe. Cuando comemos, la glotis permanece cerrada para evitar que el alimento o la bebida entren en los pulmones.

El espasmo muscular, antes comentado, seguido por el rápido cierre de la laringe desencadena la característica secuencia de espasmos asociados al reflejo del hipo. Los obstetras afirman que cuando un feto tiene hipo, está realizando ejercicio de calistenia pulmonar que lo prepara para respirar de forma autónoma tras el parto. Otra teoría afirma que el hipo es una reminiscencia evolutiva. Esto se justifica en que el patrón motor del hipo es similar al de los anfibios, animales que precisan cerrar distintas vías respiratorias en función de si obtienen el oxígeno a partir del agua o del aire.

El arco reflejo del hipo involucra los nervios vago y frénico. Estas ramas nerviosas se dirigen desde el tronco encefálico hasta el abdomen, con divergencias en muchos órganos internos, incluidos el estómago, intestino, bazo, hígado, pulmones y riñones. Una irritación en cualquier punto de este complejo circuito puede desencadenar el reflejo del hipo. El hipo ya se manifiesta durante la vida intrauterina a partir de la decimoséptima o decimoctava semana de gestación; y continúa siendo relativamente habitual durante la infancia, disminuyendo a lo largo de la vida, sin llegar a desaparecer nunca.

Hay casos registrados hipo intratable, con más de sesenta episodios por minuto. En los fetos y los neonatos se cree que el hipo contribuye a la maduración de los pulmones. Así como todos tenemos nuestra particular manera de estornudar, también es personal la forma de exteriorizar el hipo.

El reflejo del hipo es ubicuo: se presenta por igual en todas las razas. Es tan generalizado que la palabra para referirse al hipo es casi idéntica, tanto fonética como gramaticalmente, en casi todos los idiomas del mundo. Casi siempre el hipo es benigno y persiste unos minutos, horas a lo sumo.

4.000 estadounidenses al año

Sin embargo, hay situaciones en las que aparece de manera repetitiva y persistente, con contracciones que de tan repetidas llegan a ser dolorosas dificultando el sueño, la alimentación y la mayoría de las otras actividades de la vida diaria. En este estado, la persona afectada ha de ingresar en un hospital. Solo en Estados Unidos, alrededor de 4.000 personas ingresan en hospitales por hipo cada año.

Charles Osborne de Anthon (fotografía al comienzo del artículo de fecha indeterminada) fue un ciudadano del estado norteamericano de Iowa que tuvo hipo durante ¡68 años! Según el Guinness World Records, fue el caso más prolongado de que se tenga noticia. Había nacido en 1894; comenzó a tener hipo en 1922 y éste no le abandonó hasta 1990, un año antes de su fallecimiento.

En la cultura popular existen multitud de estrategias para interrumpir el reflejo del hipo. Casi todas se fundamentan en la creencia que aumentar la cantidad de dióxido de carbono en sangre interrumpirá el hipo. De ahí, por ejemplo, la recomendación de respirar en una bolsa de plástico. Tras varias inspiraciones y espiraciones, el contenido de oxígeno se reduce, a la vez que aumenta el de dióxido de carbono.

Algunas maniobras para interrumpir el reflejo del hipo son conocidas: beber agua a pequeños sorbos, doblar las piernas sobre el pecho, ejercer una leve presión sobre el párpado, colocar hielo sobre la nariz, garganta u oído. Otras técnicas (que no se recomiendan salvo en situaciones especiales) consisten en la estimulación rectal o sexual. En la literatura científica hay un caso descrito de una persona con hipo intratable que solo se corregía tras eyacular.

Una de las causas más comunes de hipo es la distensión gástrica. El estómago se halla debajo del diafragma; y si se distiende (por ejemplo, tras ingerir alimento en exceso y/o muy rápidamente) se estimulan los nervios vago y frénico, desencadenándose el arco reflejo del hipo. Algunos factores desencadenantes de hipo incluyen: ingerir bebidas carbonatadas, tomar alimentos apresuradamente, realizar actividades como hablar o reír a la vez que se ingiere alimento, acariciarse la garganta de modo reiterado, los estados de ansiedad y/o estrés, la falta de sueño, deficiencias minerales (desequilibrios electrolíticos), y las posturas corporales forzadas.

Factores desencadenantes del hipo son la ingesta de bebidas carbonatadas o de alimentos apresuradamente

Otras causas del hipo son: efectos adversos de algunos fármacos, trastornos neurológicos (v.g. enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple), diabetes, nefropatías; así como tumores gástricos, diafragmáticos, pulmonares o cerebrales. Así mismo, los adictos a opiáceos sufren frecuentes crisis de hipo de difícil control.

Es muy conocida la paremia según la que «el hipo en niños es signo de vida, y en los ancianos es señal premonitoria de muerte».

El hipo excesivo o crónico es un signo de una patología o enfermedad. Así pues, hay que tratar la causa subyacente. Un ejemplo, son medicamentos para controlar el reflujo gastroesofágico, que junto a la hernia de hiato son causas comunes de hipo.

El denominado hipo intratable se suele intentar controlar, o aliviar, con fármacos sedantes (dosis bajas de benzodiacepinas), relajantes musculares o antiepilépticos (también a dosis bajas). En los casos más refractarios se recurre a inyectar directamente anestésicos en los nervios vago y frénico, o implantar de dispositivos para modular la actividad de estas ramas nerviosas. Sin embargo, estas terapias quirúrgicas son muy controvertidas, dado que pueden ser peores que el hipo que tratan de controlar.

¿Qué fue del Charles Osborne de Anthon? Vivió con hipo 68 años. Ningún médico logró remediar o aliviar su aflicción; tuvo que aprender a convivir con ella. Seguro que nunca hubiera deseado entrar de esta guisa en el Guinness World Records.

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*José Manuel López Tricas es farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria. De Farmacia Las Fuentes, en Zaragoza. Consultar en página web: http://www.info-farmacia.com/

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