Catalina Escobar, en un momento de la entrevista concedida a ABC
Catalina Escobar, en un momento de la entrevista concedida a ABC - ERNESTO AGUDO

«Salvar a un bebé en Colombia tiene un coste de 150 euros»

Catalina Escobar creó la ONG «Juanfe» para luchar contra la mortalidad infantil cuatro días después de que falleciese su hijo y otro bebé en sus brazos

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Catalina Escobar es una eminencia en su país, Colombia. Igual de admirada que de vilipendiada por las redes de trata y los corruptos. Y tiene una de esas historias que traspasa fronteras. Todo en su vida le había conducido a ser alta financiera («trading»); su cuna, su vasta formación en Japón, Europa y Estados Unidos, pero su caminar cambió en octubre de 2000. Cuatro días después de que un bebé muriese en sus brazos porque la madre no pudo pagar los 60.000 pesos de la medicina que requería, su propio hijo cayó de un octavo piso en Cartagena de Indias. Ante la cuenta por valor de 60.000 pesos en un restaurante, estalló en llanto:«Nos estamos comiendo la vida de un bebé».

Y lo dejó todo. «Extraño todos los días a mi hijo, pero él y yo somos compañeros en esta ONG», que se llama como él, Juan Felipe Gómez Escobar. Su fundación ha logrado hitos inalcanzables gracias a su garra: por la mañana, se pone un traje de chaqueta para arañar donaciones en Nueva York y por la tarde sienta en sus piernas a niñas violadas en su ciudad. Es una emprendedora social con reconocimiento mundial.

«Octubre es un mes en el que pasé de ser feliz a muy feliz». No le gusta que la vean como una madre apesadumbrada, sino como una mujer espoleada por «el amor por la humanidad». «No puedo permitir que sigan sucediendo cosas sabiendo que puedo cambiar esa realidad». Dice que su fundación trabaja mirando a la pobreza de frente. «Los pobres están aburridos de que los miren desde arriba y no los entiendan, pero entra en esa pobreza y ponte en sus zapatos. Un pobre cuando tenga hambre va a robar, generemos las oportunidades. ¿Por qué a una niña abusada que entra en una red de trata la juzgamos a ella? La «Juanfe» interviene para frenar eso: no es tanto condenar el resultado, sino ver la causa, qué decisiones toman y por qué.

«Yo soy colombianista: ni santista, ni uribista»

¿Teniendo a una colombiana esta semana, es de obligado cumplimiento preguntarle qué opina del resultado del plebiscito del pasado domingo?

Lo que quiero transmitir es que esto es la democracia, así haya habido una abstención de más del 60%, es nuestra democracia y nuestra democracia incluye a todos los grupos sociales, las personas que están viviendo en zonas rurales y urbanas. La abstención siempre existió en Colombia, eso tampoco nos debe sorprender, pero simplemente me parece que es una respuesta de la sociedad civil y decir: «No estamos de acuerdo con lo que se está negociando». La paz la queremos todos y hay que tener mucho cuidado: porque muchas lecturas han sido que Colombia no está de acuerdo con la paz. Todos estamos de acuerdo con la paz, hoy varios amigos me han dado diarios de acá y a veces me da la impresión de que la lectura que se está haciendo es de que Colombia no quiere la paz. La percepción internamente es muy diferente: todos queremos la paz, pero con lo que no estamos de acuerdo es con ciertas concesiones del Gobierno.

¿Era usted partidaria del «no»?

No te puedo contestar a eso, ¿sabes por qué? Porque yo no soy ni santista, ni uribista, yo soy partidiara de la no corrupción, cero pobreza y hay cosas del «sí» con las que estoy de acuerdo y cosas del «no» con las que estoy en desacuerdo. Yo soy colombianista. Lo que quiere decir y con esto te contesto es que para una niña que tenga 14 años, abusada sexualmente, para ella no existe la paz con las FARC. Para ella existe que tenga derecho a un debido proceso, si su Justicia no la protege y valida, para ella no habrá paz. Para una mujer, que venga y me diga que su hijo está en coma porque el sector salud no le hizo los tratamientos a tiempo, con la penicilina, para ella no existe la paz con las FARC, existe un Estado que no la protegió y que la dejó fuera. Y esa es la paz para Catalina Escobar, mientras siga existiendo que una tercera parte de la población colombiana sea pobre, pues dime de qué paz estamos hablando. Teníamos que haber empezado por ahí. Voté, pero quiero que mi voto sea secreto, porque el Gobierno ha hecho una cosa muy importante y es haber sentado a un grupo terrorista a negociar. Que eso en 55 años de lucha contra la guerrilla hay que aplaudirlo, pero sí puede ser un momento contradictorio en el que pensemos por qué estamos concediendo tanto, aunque si uno mira los procesos de paz como el de Irlanda, es cierto que se tienen que aplicar unas concesiones; si no, nunca vamos a lograr tener unos espacios en común para atraer a un grupo guerrillero y centrarlo en la sociedad.

¿Quizás se haya empezado la casa por el tejado?

Sí, es posible. Pero también había un grupo de la población que decía «¿cómo vas a pagar un día de cárcel a un guerrillero?, uno no tiene por qué, por qué nosotros los colombianos debemos con nuestros impuestos pagar a un grupo guerrillero cuando es el tercer grupo terrorista más rico del mundo?». Los colombianos no son tontos y yo lo único que salgo a aplaudir es a la democracia.

En España, donde hemos sufrido tantos años el azote terrorista de ETA, ¿tal vez no hemos sido generosos al juzgar el «no» de Colombia?

No han sido generosos. Porque hay que hacer las lecturas como son: los del «no» no es que no quieran la paz, los del sí no son mejores, hay que tener mucho cuidado con señalar y juzgar, porque esta mañana leía los diarios y me preguntaba por qué le dan tan duro a los del «no» en España. Hay gente a la que no le gusta Álvaro Uribe y votaron por el «no»: esto no es a favor de Juan Manuel Santos y en contra de Uribe, es en contra o a favor de unos acuerdos que se negociaron en una mesa. Y el Gobierno hizo sacrificios importantes, llevan más de cinco años tratando de negociar lo que para ellos una paz sostenible y duradera, mientras que para muchos colombianos no lo es tanto. También hay que ver lo que se está negociando ahora y otra es ver qué pasa dentro de 14 años, ahí hay que poner al colombiano, cuál es el país que vamos a tener y cómo se pueden llevar esas negociaciones, teniendo en cuenta que hemos pasado del puesto 12 al 4 en la peor desigualdad del mundo.

Me he salido del guión por el reciente plebiscito, pero a quien no conozca la labor de la «Juanfe», como llaman a la ONG, cuéntele cuál es su misión para luchar contra esa brecha desigual que acaba de mencionar...

Nosotros enfocamos en dos direcciones nuestra labor: mortalidad infantil evitable y embarazo en adolescentes. Cartagena tenía la mayor mortalidad del país y la tercera en América Latina para el año 2000. A través de un modelo que nos inventamos, logramos disminuir en un 81%.

Pero, ¿cómo lo hacen?

Vimos cómo lo hacían un hospital en Anaheim (California) que tiene la mortalidad perinatal más baja del hemisferio y no era nada diferente a tener equipos médicos de alta tecnología y a personal médico de altísimo nivel, protocolos médicos de mucha rigurosidad y un sistema que pague las cuentas. En Colombia no había eso. Y yo cogí y adapté ese modelo, pero tampoco era el sistema, nos dimos cuenta de que el costo medio ponderado de salvar a un paciente no superaba los 150 euros. Eso se puede hacer, montamos una unidad de cuidados intensivos, con los protocolos neonatales, los médicos y con todo lo necesario, pero el 70% de la población estaba fuera del sistema general de salud y ahí fue cuando dijimos: paguémosle la cuenta, era tan poco que con donantes lo pudimos lograr.

¿A cuántos bebés ha salvado la «Juanfe»?

La «Juanfe» ha salvado a 4.150 niños.

¿Y cómo se siente uno cuando ha salvado a 4.150 niños?

Que faltan más por salvar. Nunca hay número. Hemos atendido a más de 150.000 pacientes y todavía no tengo ni un contrato con el municipio. Hay un círculo de corrupción que me ve como su enemiga, no como su aliada.

¿Y qué hizo su ONG con el segundo eje de trabajo, el de embarazos en adolescentes?

Había que armar un modelo que fuese a la prevención de raíz. Hoy en día tenemos un modelo que reduce los índices de pobreza, hemos trabajado con más de 4.000 niñas. En Colombia, el 24% de las mujeres que dan a luz son niñas y eso es lo que perpetúa la pobreza. Cuando una niña pobre se queda embarazada por debajo de los 15 años, tiene un 86% de probabilidades de que, antes de que cumpla los 20, ya tenga tres hijos. Se sale de estudiar y eso es nefasto para el sistema, porque sale de la economía y al año y medio se quedará encinta otra vez. Sus hijos ya crecen pobres y eso es carísimo para un país. No hay nada que empobrezca más que el embarazo en niñas.

Lo que les pasa a ustedes en España es diferente: tienen un crecimiento demográfico negativo, las sociedades nuestras necesitan una tasa de fecundidad de personas que sean socialmente productivas más adelante, y está ahí el asunto.

Cuando me habla de los embarazos en las adolescentes, se podría pensar que es más importante que la niña de 13 años no se quede embarazada; es decir, profundizar aún más en la prevención

La prevención es costosísima, porque las niñas se van a quedar embarazadas de todas maneras, porque sus madres, abuelas y bisabuelas se quedaron embarazadas siendo adolescentes. Yo conozco abuelas de 26 años y nosotros lo que estamos frenando son los embarazos subsiguientes, pero para esas niñas el embarazo es el menor de los problemas. Para nosotros sí, porque empobrece mucho, no hay nada que empobrezca más que el embarazo en niñas.

Interviene hoy en el foro «Women Working fot the World» (WWFW) sobre el papel de la mujer en la sociedad. Porque empoderar a la mujer significa darle poder, ¿para qué?

Colombia está entre los tres países del mundo donde lo más seguro es que tu jefe sea una mujer y eso es importante, pero lo que no está bien es la defensa de los derechos de la mujer. Cuando un hombre mata a una mujer por «pasión» o le pega, no se ejecuta una pena y sigue en la calle. El foro concede relevancia al papel de la mujer, porque hay una evidencia de que cuando tú inviertes sostenidamente en niñas y mujeres, estás invirtiendo en la productividad inmediata. No es un tema feminista, en el foro hablan líderes de opinión y se trata de que eleven el discurso. Está probado que cuando una mujer ocupa cargos ejecutivos, el 90% de los ingresos los invierte en su familia. Cuando una niña se educa, no se educa ella, educa a su comunidad; estudia, trabaja, no solo está generando prosperidad en su núcleo familiar, sino en su comunidad. Hay una correlación directa entre una mujer estudiando y trabajando y el avance de la sociedad. Cuando la mujer progresa, la sociedad progresa. Tú no puedes pensar en el desarrollo social y sostenible de una nación dejando atrás a la mitad de la población conformada por mujeres y niñas, así de simple. Y hoy en día al mujer juega un papel absolutamente fundamental en todo, en los temas directivos, de desarrollo, de violencia... Tengo entendido que en España se vive un tema de violencia de género tanto verbal como física tremendo, también.

¿No cree usted que somos las mujeres más machistas con las propias mujeres que los hombres?

En eso tenemos que cambiar, porque las mujeres somos muy competitivas. A mí me gusta empoderar mucho a la mujer. Tiene toda la razón: las mujeres tenemos que ser más solidarias entre nosotras y hay mujeres que son más machistas que los hombres, y juzgan más duro, y esos son los retos que tenemos que enfrentar.

Trabajos donde la «Juanfe» emplea a las mujeres, sacadas de las fauces de la pobreza
Trabajos donde la «Juanfe» emplea a las mujeres, sacadas de las fauces de la pobreza - FOTOS CEDIDAS A ABC POR LA FUNDACIÓN JUAN FELIPE GÓMEZ ESCOBAR

Pero, ¿por dónde se tendría que empezar?

Por el ejemplo, tenemos que empezar a dar ejemplo, tenemos que empezar a cuidar a nuestros hijos y nuestras hijas de una manera diferente. Nos vamos a demorar una generación pero tenemos la responsabilidad de ejercer un ejemplo directo sobre ellos. Tenemos que dar ejemplo inmediato si somos líderes de opinión, tenemos que traer discursos diferentes, dejar de ser mujeres rígidas, y ser mujeres que cohesionamos, generamos debates, que somos más inclusivas... Cuando una mujer quiere ser rígida, imperativa y fuerte, lo es, pero también hay una evidencia de que cuando está en cargos directivos, es mucho más ética, mucho menos corrupta. Tenemos que tratar de favorecer mucho más los aspectos positivos que los negativos.

Cuando uno escribe en Google Catalina Escobar se encuentra definiciones como «heroína», «la mujer para la que el día tiene más de 24 horas». ¿Cómo le gustaría que la definiesen si lo teclea en unos años?

Idéntico. Si mañana voy a un médico y me dice que me quedan seis meses de vida, haría exactamente lo mismo; no dejaré de hacer nada de lo que estoy haciendo porque yo sí vivo en plenitud. Y vivir en plenitud significa vivir para la humanidad, la entrega total, y esa es mi vida. Yo nací para ser dadora, en inglés se dice «giver», para tocarle la vida a la gente. Lo que no quiero es irme de este mundo sin haber tocado su vida a un universo muy grande de niñas. Y sí, el día para mí tiene más de 24 horas.

¿Y cómo lo consigue, cómo llega a todo?

Orden. Soy muy ordenada y con las ideas claras. Eso y tener un buen equipo de trabajo, rodearme bien de gente capaz, no hay nada más espectacular que tener un trabajo con alrededor de 100 personas, hablar y que te entiendan y transmitan lo que quisiste decir. Nos llamamos los «juanfelipistas» y somos como una secta rara. Porque somos profundamente apasionados por este trabajo, profesionales y éticos, y quien no quepa en esa ecuación, sale.

¿Está cansada de que le pregunten por octubre del 2000?

No, si es lo que partió mi vida en dos. Octubre es un mes en el que pasé de ser un buen ser humano a un extraordinario ser humano. Trabajo en conjunto con Juan Felipe, somos «partners» en esto, la «Juanfe» no hubiese podido llegar tan lejos si yo no hubiese tenido ciertas conexiones celestiales. No me cansa, me enorgullece porque pasé de ser una mujer feliz a ser una mujer muy feliz. Extraño a ese hijo todos los días de mi vida, pero no con dolor, sino con tranquilidad ,gratitud, hay que dar las gracias.

¿Nunca se derrumba?

Es mi fuente energética, yo me nutro de eso, lo que puede cansar a alguien, es mi fuente de inspiración más grande. Me derrumbo muchas veces, demasiadas veces. Me duele, me caigo con esas chicas abusadas, maltratadas, las sufro. Pero son mis hijas.

¿Cuál es el futuro inmediato de la «Juanfe»?

Ya arrancamos en Panamá, firmamos para México, Rivera Maya y DF, Santiago de Chile y dos regiones del país.

¿Qué legado quiere dejar?

Dar el ejemplo de que aparte de que uno puede manejar una entidad sin ánimo de lucro como una empresa puedes romper los círculos de pobreza. Somos la típica organización que manejamos esto como una empresa, pero con un pacto social, se puede hacer. No perpetuar, ni ser paternalista con la pobreza.

Dice usted que el secreto del éxito de la fundación es mirar a la pobreza de frente, ¿pero qué significa?

Yo llevo muchos años estudiando la pobreza y el desarrollo. Y los pobres están aburridos de que los miren desde arriba y que no los entiendan, pero entran en esa pobreza.

¿Qué necesita un pobre que entiendan?

Que nos ponemos en sus zapatos, las decisiones que toman. Un pobre cuando tiene hambre va a robar, generemos entonces las oportunidades, no es tanto meterlo en la cárcel. Una niña que es abusada sexualmente y entra en una red de trata de blancas, ¿por qué la juzgamos a ella? Por qué no hacemos una intervención para frenar eso, es lo que estamos haciendo en la «Juanfe», ya que Colombia es el tercer país en el mundo de porcentaje de red de tratas. No es tanto condenar el resultado, sino ver la causa y por qué toman decisiones de esa manera.

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