Santiago Martín

Las raíces del mal

«La Democracia Cristiana ha perdido el derecho a llevar ese apellido»

Esta semana ha ocurrido una tragedia. Una más. Ha sido en Chile, donde se ha aprobado el aborto . La valiente y decidida acción de los obispos chilenos no ha impedido que esa catástrofe se consumara. Pero como las desgracias no vienen solas, ésta ha venido acompañada de una insólita traición: la mayoría de los diputados de la Democracia Cristiana en ese país votaron en su momento a favor del aborto, hasta el punto de que un disidente, Leopoldo Quezada , decidió abandonar el partido ante la deriva del mismo.

Pero no sólo es en Chile donde la Democracia Cristiana ha perdido el derecho a llevar ese apellido. También esta semana, esta vez en Bélgica, un destacado miembro de ese partido, Herman van Rompuy , ha criticado la decisión del Papa de apoyar las sanciones contra los Hermanos de la Caridad por la determinación de éstos de aplicar la eutanasia en sus hospitales . Van Rompuy fue nada menos que el primer presidente de la Unión Europea, así como ministro en su país. Ahora está en el grupo de los que han aconsejado a los religiosos que desobedezcan al Vaticano y sigan adelante con la eutanasia. Una vez más -y ya no sé cuántas van-, los supuestos y autodeclarados amigos del Santo Padre le dan la espalda cuando el Pontífice no encaja en los planes anti familia y anti vida del nuevo orden mundial que nos están imponiendo a marchas forzadas. ¡Pobre Papa! Le usan para sus intereses y cuando no les sirve le abandonan.

Volviendo a la Democracia Cristiana , qué lejos quedan los tiempos de un De Gaspari o de un Adenauer. Pero si los políticos católicos escasean , cuando más necesarios son, quizá sea por algo. Su deriva en tantos sitios puede ser un reflejo de la deriva interna de la Iglesia. Cuando la sal se vuelve insípida o la levadura deja de tener mordiente, no sirven para nada. El mundo en general y Europa en particular se han secularizado atrozmente y eso es constatable. La Iglesia también. Pero, ¿qué fue primero? ¿Quién imitó a quién? Quizá estamos intentando luchar contra el secularismo civil y político cuando la causa de éste está dentro de la Iglesia. Baudelaire diría que vemos las flores del mal y lo importante son sus raíces.

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