Los tres fundadores de Smileat
Los tres fundadores de Smileat

El primer producto para niños que los padres estaban esperando: sin gluten, sin huevo y sin azúcares

Se trata de «Smileat», un producto de alimentación infantil creado por tres jóvenes concienciados con la importancia de los buenos hábitos y de la preocupación de los padres por intentar que sus hijos coman «como si se hubiera hecho en casa»

Madrid Actualizado: Guardar
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No tienen gluten, no tiene huevo, no tiene almidón, no tiene proteínas de la lecha de vaca, ni espesantes, ni azúcar concentrado ni añadido. Todos esos «sin» que tanto intentamos evitar llegan en frasco pequeño (donde está esencia, dicen).

Se trata de «Smileat» (un juego de palabras en inglés que alude a algo así como «comer con una sonrisa»), un producto de alimentación infatil cien por cien ecológico creado por jóvenes españoles que desde 2015 apuestan por un proyecto sin competidor en el mercado puesto que ningún producto para niños tiene estas características.

En su tercer años de vida está presente en 1500 puntos de venta en España (hay opción de compra online) y también ha traspasado nuestras fronteras: Francia, Portugal, Italiay Polonia.

«Todo empezó cuando veía a muchos miembros de mi familia con problemas vinculados con la alimentación. Comprendí que es precisamente eso, lo que comemos, lo que podemos cambiar para tener buenos hábitos de vida», cuenta Alberto Jiménez, un joven de 31 años, licenciado en Administración y Dirección de empresas, cofundador de la empresa junto a Javier Quintanilla, licenciado en ingeniería informática. También forma parte de Smileat Rocío de la Iglesia, doctora especializada en Nutrición y Dietética

Su idea es intentar que los bebés y niños, pese a la falta de tiempo de los padres, «coman de la manera más parecida posible a como se haría en casa».

Smileat ofrece tarritos de fruta, verdura y carne fresca en formato de puré para bebés desde los 4 meses hasta niños de un año y medio y dos años. Todos estos productos provienen de agricultura ecológica de Navarra, donde también está ubicada la fábrica lo que permite mantener la frescura de los alimentos.

Han cerrado 2016 con una facturación de 410.000 euros, un 483% más que en 2015. Pero van a más y lanzarán en breve una nueva gama de productos: papillas, snacks (maíz prensado con aceite de oliva virgen) y pouches (bolsas de fruta cortada que les permitirá llegar a niños de 8 o 9 años y, por qué no, a adultos que quieran alimentarse mejor).

«La gente ha confiado en nosotros por lo artesanal del producto», asegura sin dubitar Alberto Jiménez que explica que el éxito también se debe a un «consumidor cada vez más exigente».

A su juicio, han salido al mercado «en el momento adecuado» en el que las etiquetas ya no se ignoran, y mucho menos, si son para los niños.

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