Santiago Martín

Novell y las malas compañías

Le aplaudieron cuando mostró su apoyo a la celebración del referéndum, pero no han dudado en atacarle ferozmente en cuando se ha salido del guion de lo políticamente correcto

Santiago Martín
Madrid Actualizado: Guardar
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El linchamiento a que está siendo sometido el obispo de Solsona,monseñor Novell, no tiene justificación. Como él mismo dice en la reciente carta que ha publicado, no ha ofendido a nadie y se ha limitado a presentar la doctrina de la Iglesia. Aunque reconoce que podía haber matizado más y por ello ha pedido perdón a los que se han sentido ofendidos por alguna falta de precisión en sus palabras, se ha mantenido dentro de la más estricta ortodoxia católica. Estamos, pues, ante un caso claro de ataque a un prelado católico que se ha limitado a cumplir con su obligación y enseñar lo que enseña la Iglesia. No es el primero que sufre este linchamiento por motivos semejantes; el cardenal Cañizares y monseñor Reig saben bastante sobre esto y llevan en sus espaldas muchas acusaciones de homofobia, que han ido a parar incluso a los tribunales, con sentencias siempre a su favor.

Pero el caso de monseñor Novell es distinto. La Iglesia apostó por introducir en el Episcopado catalán hombres de plena ortodoxia a la vez que de ideología nacionalista. El arzobispo de Tarragona, monseñor Pujol, del Opus Dei, es un ejemplo. Monseñor Novell es otro. Claro que hay obispos en Cataluña ortodoxos, pero con un tinte nacionalista como éstos, creo que ninguno. Hasta que llegaron ellos, los conservadores -en doctrina- no eran nacionalistas y los nacionalistas no eran conservadores. Quizá se pensó en muy altas esferas que, por ser nacionalista -incluso independentista- se les iba a perdonar ser fieles a la doctrina de la Iglesia. Si alguno se hizo esa ilusión, lo que está pasando ahora con Novell demuestra que se equivocó. Le aplaudieron cuando permitió poner esteladas en las iglesias o cuando mostró su apoyo a la celebración del referéndum, pero no han dudado en atacarle ferozmente en cuando se ha salido del guion de lo políticamente correcto.

¿No debería esto hacernos reflexionar sobre el futuro que tendrá la Iglesia en Cataluña si se independiza? La Conferencia Episcopal española ya dejó claro que la unidad de la patria era un bien moral a preservar. ¿Se puede colaborar con los que rompen ese bien moral y pretender que ellos, en agradecimiento, respeten tus principios éticos? Lo que está pasando demuestra que no.

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