«El médico me dijo que con el derrame cerebral que había sufrido no podía hablar, pero hablaba»

La curación milagrosa de María Victoria ha permitido la canonización este domingo de la religiosa española Nazaria March, fundadora de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia

La hermana Victoria Azuara recuperó el habla tras una hemorragia cerebral sin recibir tratamiento Ignacio Gil

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Una mujer de palabra y acción. Así se podría definir a la hermana Nazaria Ignacia March, que será canonizada este domingo por el Papa Francisco, junto al obispo salvadoreño Óscar Romero y el Papa Pablo VI. Nazaria nació muy cerca de la Gran Vía en Madrid en 1889 y llegó a fundar en 1933 el primer sindicato obrero de mujeres de Bolivia, donde transcurrió gran parte de su vida.

La frase que más utilizaba esta religiosa arriesgada y de gran vocación misionera era «adelante, adelante, adelante». Con ese empuje y su gran fe encabezó misiones en zonas mineras, cárceles y hospitales; abrió hogares para niños de familias vulnerables en las zonas más pobres de Bolivia y en 1927 consiguió fundar la Congregación Misioneras Cruzadas de la Iglesia.

Durante la Guerra Civil española, Nazaria estuvo a punto de morir fusilada junto a un grupo de religiosas en Carabanchel, pero consiguieron salvar sus vidas gracias a la mediación de los consulados de Argentina y Uruguay que lograron deportarlas.

En América Latina se recuerda a la hermana Nazaria por ser la precursora de la «olla de los pobres», un modelo de comedor social pionero en la época y que luego se fue extendiendo a varios países de la región. Solo en Sucre, las misioneras cruzadas de la Iglesia cuentan hoy con dos comedores a los que asisten diariamente no menos de 250 personas.

«Es un prisma de luces», explica María Victoria Azuara, religiosa Misionera Cruzada de la Iglesia. Su curación milagrosa de un derrame cerebral en 2010 ha permitido la canonización de su fundadora. «He tardado mucho en asumir la realidad de que había sido curada por el Señor a través de la madre Nazaria», recuerda María Victoria, que hoy tiene 91 años y un sentido del humor a prueba de fuego.

María Victoria sufrió con 82 años una hemorragia cerebral de pronóstico muy malo que le produjo una afasia durante doce días. Dos semanas después y sin recibir ningún tratamiento médico, la religiosa recuperó el habla. Ante la sorpresa, los médicos decidieron hacerle una nueva resonancia magnética. «El médico me dijo que según esas placas yo no podía hablar, pero yo hablaba. Me dijo que mi curación tenía que ser de Dios. Yo le dije que sí, que era de Dios y de mi fundadora», explicó la religiosa.

Los médicos certificaron entones que María Victoria había sufrido un derrame cerebral que no le había provocado ninguna consecuencia, pese a admitir que era «inexplicable» que el ictus no hubiera dejado en la religiosa ninguna secuela.

Hoy la Congregación de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia cuenta con más de 400 religiosas , distribuidas en 70 comunidades en 21 pasíes y cuatro continentes.

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