Efectos de la crisis ecológica

Mar Menor, la laguna muerta

La catástrofe puede dejar la zona sin peces y poner en jaque a la economía local los próximos tres años porque la masa de agua tóxica ha exterminado a los alevines

El acceso a la playa de los Villanitos en San Pedro del Pinatar (Murcia) está prohíbido REPORTAJE GRÁFICO: JUAN CARLOS SOLER

José Luis Fernández

La triste estampa de miles de peces muertos arrastrados a la costa en el mar Menor ha estremecido a la opinión pública durante la última semana. Y puede que esta catástrofe ambiental, además, perdure al menos tres años más con muchas zonas de esta laguna sin fauna, porque la masa de agua tóxica también ha exterminado a los alevines.

«En el sector pesquero estamos paralizados, los recursos estaban muy degradados, pero además es que no vamos a tener capturas y el ciclo de reproducción del alevinaje es de tres años.Esto no es como las lechugas que se plantan cada seis meses», lamenta con un toque de humor Francisco Rodríguez , secretario general de la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar (Murcia), que agrupa a 150 familias que viven de esta actividad y cuenta con once empleados que pueden verse abocados irremediablemente a una reducción de plantilla.

Investigación de la Fiscalía

«Cada mes hay que seguir pagando la letra del barco, la casa y seguir viviendo, y ya no es solo el problema de pescar, es que la gente es reacia a consumir pescado, no por la salubridad, sino por la alarma social que se ha creado», relata el portavoz de este gremio.

Solo unos pocos pueden salir a faenar fuera del mar Menor, en el Mediterráneo, pero en general no es así porque sus barcos están adaptados a esta laguna y sus redes tampoco valen para desplazarse.

La cofradía se ha personado en la causa abierta por la Fiscalía sobre posibles vertidos que pudieran haber causado la muerte masiva de peces. Hasta tres toneladas han sido retiradas . Rodríguez cree que se debe a una acción concreta y puntual, no a una degeneración progresiva –que también se ha producido– del ecosistema marino.

Se basa en la «mancha blanca» que vieron todos extenderse varios kilómetros por el litoral. «Antes de la reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), el mar Menor estaba con metástasis y esto ya ha sido lo que le faltaba para rematar», apostilla Rodríguez, que reclama un plan de recuperación y aprecia «dejación de funciones de las diferentes administraciones» con un sector que no cuenta con seguros para cubrir estos desastres.

«Plan Vertido 0»: la Región apoya las 21 medidas propuestas por el Ministerio y ha pedido ayuda a la UE por la DANA

A pocos metros, Antonio López , un pescador jubilado, remendaba las redes, con la maña y paciencia que dan más de 50 años dedicado al oficio, para echar así una mano a sus hijos. «Los peces muertos aparecieron un día, luego yo he vuelto comer pescado y no pasa nada», comenta con énfasis para mostrar su incomprensión por el miedo de la gente a consumir este alimento. «Echan de todo al agua y por eso vino ese veneno que lo mataba todo, ya no voy a votar a más políticos, solo nos ponen impuestos», protesta este veterano. A su lado, el senegalés Arona confía en que siempre «habrá trabajo, pero más lejos», faenando al otro lado, en el «mar Mayor», aunque «ese pescado se paga más barato». Él llegó hace seis meses procedente de Lérida y no se desanima. El jubilado corrobora esa diferencia: la dorada de piscifactoría se compra a unos ocho euros el kilo y la del mar Menor, a 18 o 20 euros.

Entre muchos vecinos ha cuajado la idea de que el origen de la muerte de los peces procedía de los tanques de tormenta , una especie de depósitos y conducciones construidos para retener las trombas por la gota fría, que creen que se abrieron tras la última DANA que azotó Alicante y Murcia.

No obstante, la influencia de la lluvia parece relativa, a juicio de los científicos. «Lo que hace un temporal de lluvias como el que se produjo en septiembre es arrastrar tierra hacia la desembocadura de los barrancos ; por tanto, el problema es que si esa tierra arrastrada está contaminada irá a parar, como ha ocurrido, al mar Menor: la gota fría no causa contaminación, sino arrastres», aclara Jorge Olcina, presidente de los geógrafos españoles, para quien estas precipitaciones «no han hecho sino manifestar de forma más patente» estos problemas.

Peces muertos arrastrados hasta la costa hace unos días

Antecedentes

La explicación biológica en detalle se sustenta en el término «eutrofización», definida como «los cambios que ocurren en una masa de agua viva cuando se le incorporan nutrientes, nitratos y fosfatos, con algo de vegetación que crece y posteriormente se activa también la proliferación de fitoplancton», según resume María Francisca Giménez , profesora de Ciencias del Mar en la Universidad de Alicante.

En los años 60 empezó a urbanizarse la zona y las aguas residuales iban directamente al Mar Menor ; además, los pozos ciegos acababan infiltrándose en la laguna, que era muy pobre en nutrientes. «Era su valor, por eso se veían sus aguas tan cristalina», recuerda esta experta en Biología Aplicada. Luego, con la apertura del canal del Estacio, muchas especies entraron del Mediterráneo y las aguas residuales empezaron a ser procesadas por la oreja de liebre y otras especies de flora marina. Así, de ser un paisaje arenoso, el fondo se transformó al cubrirse con unas algas, «En paralelo a los crecimientos urbanísticos, aumentó la agricultura de regadío, se roturaron terrenos gracias al trasvase Tajo-Segura y llegaron los nitratos de abono», continuó su análisis Giménez.

En el último lustro se produce una nueva reconversión de la agricultura de regadío a una «industrial prácticamente, con cuatro cultivos al año. Necesitan más agua que no les llega ni con el trasvase y tiran del acuífero. Hay muchos pozos ilegales y pasan el agua por desalobradoras, pero eso deja un sobrante, un agua de rechazo, que vierten», describe a ABC esta especialista. Llegó un momento en que las algas no daban abasto y creció el fitoplancton, la tristemente famosa «sopa verde» y la luz no llegaba a ciertas zonas, se perdían las algas del fondo, actuaron las bacterias para comérselas y consumieron oxígeno, con lo que ya empezaron a morir animales (peces, caracoles saliéndose del agua...). «En 2016, no quedó nada a partir de los tres metros de profundidad y sobrevivió en la periferia en zonas más superficiales, las más visibles, y fue un espejismo al verse las aguas clarear, pero el proceso sigue y la Administración no se lo acaba de tomar en serio», lamenta Giménez.

Frente común al desastre

Desde el Gobierno de la Región de Murcia se ha anunciado un decreto ley y un frente común con todos los partidos, alcaldes de la zona y la participación de técnicos, así como el «Plan Vertido 0», aprobado hace unos días por el Ministerio de Transición Ecológica, tras una declaración de impacto ambiental en colaboración con el Ejecutivo regional, que incluye 21 actuaciones fundamentales, no ya por la «crisis de los peces» , sino para que renazca el mar Menor. También para la construcción de infraestructuras que eviten «catástrofes como la de septiembre». El ejecutivo desmiente que se hayan producido bombeos de agua entre el mar Menor y el Mediterráneo y se han dejado de hacer pruebas de movimiento con motos de agua y barcos para mezclar capas acuáticas.

El presidente autonómico, Fernando López Miras , entiende que no compete exclusivamente a la Administración de Murcia, se trata de «un problema de Estado» y hace meses que se le reclaman medidas «urgentes». También estuvo en Bruselas y pidió ayuda a la UE por la DANA, que pueden favorecer la recuperación de la laguna.

Antonio López, pescador jubilado, remendando redes Juan Carlos Soler

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