MALTRATO INFANTIL«Dar un cachete a un niño es una forma de violencia inaceptable»

Cecilia Anicama, representante del Secretaría General de Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niños asegura que dos de cada tres menores expuestos a la violencia son niñas

MÁLAGA Actualizado: Guardar
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Experta en violencia contra la infancia y especialista en Derecho Internacional, Cecilia Anicama considera que la mejor vía para evitar que los más pequeños sufran es la educación. La fórmula para alcanzar la equidad en un mundo donde cerca de un billón de niños sufren algún tipo de violencia. Estos días la ha difundido en el Precongreso Mundial por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia que se ha celebrado en Málaga.

-¿Para un niño, nacer en un determinado lugar del mundo, puede llegar a ser una sentencia de muerte?

-Es indudable que las condiciones influyen en la capacidad de alcanzar el pleno desarrollo y en las oportunidades que va a tener en la vida, pero el 90 por ciento de las muertes violentas que se registran en el mundo se producen en zonas que no están en conflicto. Y el mayor porcentaje de las mismas tiene rostro de niño.

-¿Qué zonas entrañan un mayor riesgo en la actualidad?

-Es difícil categorizar sobre cuáles son las zonas con más riesgo, ya que es una problemática que se reproduce en todos los lugares del mundo, independientemente de religiones, etnias o países desarrollados o subdesarrollados. Pero tenemos claro que hay una responsabilidad colectiva frente a la violencia contra la infancia. Se estima que en el mundo hay dos billones de niños, y que de ellos, la mitad, está expuesta a algún tipo de violencia.

-En los últimos meses asistimos a duras imágenes protagonizadas por los niños refugiados que tratan de llegar a Europa o que sobreviven en los campos de acogida…

-Es una problemática que nos preocupa mucho, porque la violencia contra la infancia no sólo tiene que ser física, también puede ser psíquica o sexual, por ejemplo. Cuando un niño no recibe afecto o la atención básica, alimentación o una vivienda limpia, estamos ante una negligencia que implica violencia. Y los menores refugiados son niños que están expuestos a ella.

-Un informe de Europol habla de la desaparición de 10.000 niños refugiados. ¿Se sabe algo de su paradero? ¿Cuál ha sido su destino?

-No tengo informes concretos sobre la situación de estos menores.

-¿La violencia contra la infancia tiene género?

-Los datos que manejamos es que dos de cada tres menores expuestos a violencia son niñas.

-Y tras este porcentaje se esconde su utilización como «mercancía» sexual…

-Es una de las formas de violencia más graves a las que se enfrenta una niña.

-¿El turismo pedófilo ha cambiado con el uso de las nuevas tecnologías? Me explico, uno de estos depredadores puede estar en su país occidental, en su casa, delante del ordenador, viendo a una niña que se encuentra en un país asiático o del Magreb.

-Las nuevas tecnologías, aunque ofrecen unas posibilidades maravillosas para educar a los más pequeños, generan otra forma de violencia sexual hacia los niños. Los casos de «sexting» que se producen en países occidentales dan una medida de lo que puede ocurrir en otros lugares.

-No podemos obviar esta realidad, ni que en pleno 2016, todavía se siguen vendiendo niños. ¿No habría que imponer una acción coordinada internacional para evitar que los explotadores se escapen por los resquicios de las distintas normativas estatales?

-Aunque hay avances importantes en materia legislativa y cooperación, no basta con tener una ley para evitar el tráfico de niños y su explotación, también hay que profundizar en la implementación de la misma y en la prevención.

-¿Cuáles son las nuevas formas de violencia a las que se enfrentan los menores?

-Durante ocho años de investigación hemos tenido conocimiento de otras formas de violencia a las que no estábamos tan adaptados, como la que se ejerce en algunos países del mundo contra los niños que padecen una discapacidad.

-¿Es preocupante la seducción que genera en algunos menores occidentales los grupos yihadistas?

-Hay un plan sobre la violencia extrema derivado de la tergiversación de las creencias religiosas. Contemplamos este fenómeno con gran preocupación y, cuando tenemos algún caso de un menor o una adolescente que deja a su familia para unirse a uno de esos grupos, se reafirma la idea necesaria de construir espacios seguros en la comunidad e investigar qué pasó.

-¿El hambre sigue siendo un problema? Las imágenes de las hambrunas en África durante los 80 y los 90 parecen muy lejanas

-La capacidad de acceder a una alimentación adecuada sigue siendo un problema, que lamentablemente ahora se incrementa por el cambio climático. Afecta de manera diferenciada en distintas zonas del mundo. Por ejemplo, un niño que vive en el Sahara tiene un 40 por ciento menos de posibilidades de acceder a una dieta adecuada. Las estrategias deben estar encaminadas a generar equidad, y es una responsabilidad de todos.

-En España, en los últimos tiempos, y por efecto de la crisis, han crecido las voces que afirman que hay muchos niños en riesgo de exclusión social que padecen hambre. ¿Cree estas afirmaciones?

-Las crisis económicas afectan a todos los países y en este punto es muy importante la variable del gasto social. La pobreza existe, pero la capacidad de respuesta es distinta según el país y lo que invierta en este aspecto.

-¿A qué riesgos se enfrenta un menor en un país desarrollado como España?

-La violencia sobrepasa cualquier frontera geográfica. Pero por ejemplo, en un país como España, los riesgos de sufrir un matrimonio forzado o una mutilación genital, son mucho menores que otros. Sin embargo, se sigue usando el cachete como herramienta de disciplina en los hogares.

-Darle un cachete a un niño que se ha portado mal. ¿Es violencia?

-Absolutamente. Ni siquiera una palmada es aceptable. Es una forma de violencia inaceptable.

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