puerto de Helsingør en Dinamarca
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Helsingør, la Ibiza danesa

Atrae a centenares de jóvenes suecos durante los fines de semana por la mayor permisividad en el consumo y venta de alcohol

Estocolmo Actualizado: Guardar
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Una pequeña ciudad danesa, situada a 60 kilómetros al norte de Copenhague, se ha convertido en una especie de Ibiza para los adolescentes suecos según la policía local. Durante los fines de semana y periodos de vacaciones, Helsingør es un paraíso para los centenares de jóvenes que atraviesan en ferry el estrecho de Øresund con la única finalidad de emborracharse por mucho menos dinero y gracias a unas leyes de venta y consumo de alcohol más permisivas que las existentes en Suecia.

Poco tienen en común la isla de Ibiza y Helsingør aparte de las ganas de fiesta y la promesa de diversión. La ciudad danesa es famosa por el castillo de Kronborg, el lugar donde Shakespeare situó la tragedia de Hamlet, y por el Museo Marítimo de Dinamarca, construido en los muelles.

Sus callecitas de casas bajas y coloridas están llenas de cafés y bares, pero sobre todo abundan las tiendas donde se ofertan todo tipo de licores, vinos y cervezas a precios mucho más competitivos y con horarios más flexibles que los que ofrece el país vecino.

«Los jovenes vienen a Helsingør a hacer la fiesta. Es como una Ibiza para ellos», declaró el comandante Søren Bjørnestad después de los incidentes de Semana Santa en los que más de 500 suecos realizaron actos vandálicos tras serles negada la entrada en algunos bares y clubs nocturnos. La policía tuvo que intervenir, incluso con gases lacrimógenos, cuando los adolescentes comenzaron a lanzar botellas y a causar desórdenes en la calle. A fin de evitar alteraciones de orden público más graves, los agentes escoltaron a los gamberros hasta la terminal del puerto y los embarcaron en el primer ferry de regreso a su país. En todo caso, la policía considera que ha sido un hecho aislado ya que, hasta la fecha, los jóvenes suecos no habían traido problemas a la localidad.

El trayecto entre el puerto de Helsingør en Dinamarca y el de Helsingborg en Suecia apenas dura 20 minutos y el ir y venir de los ferries de la compañía Scandlines por el punto más angosto del Estrecho de Øresund es continuo. A un lado, Suecia, país en el que el estado tiene el monopolio de la venta de alcohol a través de las tiendas Systembolaget y donde solo a partir de los 20 años se puede comprar alcohol, siempre por unidades, incluso las cervezas, y al otro lado, Dinamarca, donde beber sigue siendo un vicio caro pero tolerado. Para los jóvenes suecos, pagar los 10 euros que cuesta el billete del barco es un desembolso mínimo que compensa la noche de fiesta y diversión en la Ibiza escandinava.

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