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Por qué hay gente que siempre acierta con los regalos y gente que solo regala colonia

Tener que comprar un obsequio no siempre se ve como un acto placentero, pero puede llegar a serlo

Madrid Actualizado: Guardar
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Es así. En cumpleaños, aniversarios, fiestas, primeras comuniones o Navidad, siempre hay alguien que da en el clavo de quien recibe... y luego hay gente que siempre regala colonia.

«La capacidad de acertar con los regalos se relaciona en gran parte con la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, conocer sus gustos, preferencias y necesidades», explica la psicóloga clínica María Victoria Sánchez. En cambio, «hacer siempre el mismo regalo puede ser un síntoma de falta de creatividad o de mala organización del tiempo».

La mayoría de estos intercambios están destinados a preservar los vínculos sociales y se producen en ocasiones «ritualizadas», como en los cumpleaños o en Navidad. Unas ocasiones que juegan un papel importante en el mantenimiento de las relaciones sociales establecidas, según explicaban Carol Mayet y Karen Pine, de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido).

Por eso, un regalo «comodín» puede deberse también a un «desinterés por la persona que recibe el regalo o, simplemente, porque el hecho de regalar no lo ha decidido la persona, sino que es una convención social», explica Sáchez, de GrupoLaberinto Salud y Psicología.

El placer de regalar

Tener la oportunidad de hacer un regalo no siempre se ve como un acto placentero pero puede llegar a serlo. Así lo afirmaba un estudio publicado en «Proceedings of the National Academy of Sciences» (PNAS): cuando hacemos un regalo se activan en el cerebro ciertas áreas de bienestar que, en cambio, no lo hacen cuando recibimos un presente.

«La persona que realiza un regalo tiene la posibilidad de usarlo como forma de expresar gratitud o aprecio hacia otra persona, a la vez que le permite ser generoso y puede fomentar la creatividad», destaca Sánchez.

Sin embargo, algunas personas viven la experiencia de regalar con verdadero agobio. «Detrás puede haber miedo a equivocarse, a no cumplir las expectativas, a no agradar… A una persona con rasgos perfeccionistas difícilmente le podemos pedir que no se agobie durante la elección de los regalos», opina la experta.

En su caso, lo mejor sería plantear una búsqueda por etapas, sugiere Sánchez. «En primer lugar, hacer un proceso creativo de "lluvia de ideas" de posibles regalos, sin juzgar. Luego, ir descartando hasta quedarse con una idea aproximada, poniendo toda su atención en este proceso. Por último, disfrutar del momento de la entrega del regalo, compartiendo la ilusión que se ha puesto durante todo el proceso».

¿Sorprender o ir a lo seguro?

A la hora de plantearse un regalo existen dos grandes disyuntivas: ir a un obsequio «seguro» u optar por una sorpresa. La mejor opción dependerá de receptor. «Si es una persona que está ilusionada con un regalo particular, preferirá recibir este regalo concreto en lugar de otro más espontáneo. Sin embargo, hay personas que valoran la espontaneidad y ser sorprendidos como algo positivo».

Un ensayo publicado en 2011 en «Experimental Social Psychology» concluía que los destinatarios quedan más satisfechos cuando les regalan lo que han solicitado explícitamente que cuando el regalo es uno no pedido. En cambio, el regalador habían asumido que en ambos casos el obsequio sería igualmente apreciado.

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