«Cuanta más población haya en el litoral, habrá más catástrofes» como la gota fría

Los expertos advierten de que las lluvias torrenciales serán cada vez más intensas y piden cuidar el desarrollo urbanístico

Varios vecinos tras inundarse las calles de la población por la rotura del dique del cauce del río Segura tras el paso de la Gota Fría EFE / La DANA deja cuatro fallecidos y miles de evacuados

Charo Barroso/ABC

La forma de llover está cambiando en España, especialmente en el litoral mediterráneo, por el aumento de la temperatura del mar. La DANA o depresión aislada en niveles altos, más conocida como gota fría , es una bolsa de aire frío que, en contacto con otras masas de aire caliente, produce precipitaciones torrenciales. Cuanto más caliente esté el agua del mar, más intensas serán las lluvias.

Con un Mediterráneo cada vez más templado , no es difícil creer que estos episodios extremos de lluvias serán cada vez más frecuentes. ¿Estamos preparados para hacerles frente? La respuesta es negativa, según el catedrático de Análisis Geográfico Regional y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina. «Las acciones de adaptación ante estos episodios extremos son necesarios y en algunos lugares, como en el litorial mediterráneo, urgentes».

El problema no está tanto en las infraestructuras o en posibles planes de adaptación sino en la «presión demográfica que soporta el litoral y la falta de sensibilidad al riesgo que sufren los propios ciudadanos», advierte Miquel Grimalt, coordinador del equipo Climaris de la Universitat de les Illes Balears, encargado de determinar las causas que provocaron la mortífera torrentada del pasado año en Sant Llorenç,. Experto en geografía del riesgo y en inundaciones, Grimalt explica que «no podemos externalizar el problema» y culpar en exclusiva al cambio climático , aunque puede incrementar entre un 2 y un 5% su frecuencia e intensidad. En su opinión, el factor crítico que aumenta en más de un 50% la letalidad de las lluvias torrenciales es el aumento demográfico que sufre el litoral mediterráneo. «Hagamos lo que hagamos, aunque no haya mayor número de estos fenómenos, y aunque las administraciones tomen medidas, mientras siga habiendo incremento de población, habrá más catástrofes», afirma.

Además, apunta al hecho de que «España ha perdido la cultura del riesgo. Hay una población nueva que no tiene arraigo con lugares que históricamente ya han sufrido esos mismos episodios, y está menos preparada. Sin contar el gran número de turistas que visitan la zona mediterránea que ni vislumbran que se puedan producir estas lluvias».

Coches, ataúdes flotantes

Aumento de población y falta de conocimiento que se unen, según Grimalt, al convencimiento de que «con tecnología nos podemos imponer al medio. Lo intentamos, hacemos puentes pero ante riadas como estas resultan insuficientes, tenemos vehículos con los que se intenta huir, pero estos son muchos menos densos y voluminosos que los de antes. Se convierten en ataúdes flotantes». «Tenemos un exceso de confianza en los elementos tecnológicos , antes mirábamos un mapa y si considerábamos que una zona era una vaguada no se cruzaba ante una riada, ahora ponemos el navegador y confiando en las indicaciones de la red nos metemos en dos metros de agua».

Y ante estas catástrofes es claro: «No hay culpables únicos. Se han hecho muchas cosas, por parte de administraciones. El litoral mediterráneo cuenta con un gran sistema de radares, planes de emergencia en muchos municipios, modelos meteorológicos de precisión. Se ha hecho y mejorado mucho, pero ante fenómenos de este tipo hay dos factores cruciales: la potencia del fenómeno natural y el número de personas que pueden sufrirlo. Si esto mismo ocurre en el centro del Sáhara hablaríamos de fenómeno natural violento y no de catástrofe. Por supuesto siempre se puede hacer más porque está claro que no es suficiente. Pero para ello es fundamental recuperar la cultura del riesgo y aprender a convivir con él».

Revisar infraestructuras

Además, precisa que es importante que a la hora de tomar soluciones se hagan acorde a los caudales que se han observado históricamente y no conforme a modelos genéricos. «Las infraestructuras deberían ser revisadas porque no son las óptimas . Un modelo numérico estima el agua que podría pasar, pero si vamos a la experiencia histórica vemos lo que ha pasado, que es un caudal multiplicado por dos. Se necesita mayor conocimiento, y en todas las poblaciones hay registros históricos de que algo muy parecido ya pasó».

Efrén Feliú, gerente de Cambio Climático en el Área de Sostenibilidad Urbana y Territorial del centro de investigación aplicada Tecnalia, señala que «las aproximaciones que tenemos ya no nos sirven debido al cambio climático y hay que revisarlas. Hay que ahondar en el conocimiento y en la gestión de la incertidumbre, ponernos en el peor escenario posible y hacer un desarrollo urbanístico e infraestructuras con mayor principio de precaución, teniendo en cuenta la gestión de riesgos».

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