Coronavirus

El último escudo humano contra una enfermedad solitaria

La mayoría sufre la enfermedad en casa y, cuando la llamada a los servicios de emergencia fructifica, el protocolo se impone

Un equipo de la unidad de emergencias medicas de Madrid (SUMMA) atiende a un paciente sospechoso de ser positivo de COVID 19 en el interior de su casa Álvaro Ybarra Zavala

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Las casas se han cerrado a cal y canto, pero el coronavirus ha entrado de todas formas . Ha impregnado todas las aristas de la realidad, amenazando con la enfermedad y la muerte. Antes, extiende la incertidumbre y una soledad reforzada a plomo, especialmente en los hogares más vulnerables: personas mayores, personas solas, personas con una salud delicada. Solo consigue traspasar esas puertas la persistencia de quienes se vuelcan en la asistencia social, en los mejores casos, y el personal sanitario, en los peores. [ Vea el especial fotográfico «Coronavirus: una amenaza invisible» ]

Con apenas unas 15.000-20.000 pruebas de coronavirus en laboratorio al día, según el Gobierno, durante estas semanas, y ante la falta de test rápidos, epidemiólogos y expertos sospechan que solo se han estado detectando un 20% de los contagios reales en España. La mayoría sufre la enfermedad en casa y, cuando la llamada a los servicios de emergencia fructifica, el protocolo se impone, como ha podido constatar ABC, que ha acompañado a un equipo del Summa en su labor en los madrileños barrios de Usera y Villaverde . El personal sanitario acude con equipos de protección individual, una barrera muy visible que se ha convertido en la única forma de salvaguardar su salud ante un enemigo invisible. A cambio, los pacientes apenas pueden visualizar los rasgos de las personas que les atienden. Pero están ahí.

Hoy, el 87% de las víctimas mortales en España tiene más de 70 años. La tercera edad tiene más riesgo, está aislada y, muchas veces, mueren solos. A las cifras oficiales muchos son los expertos que elevan el balance global de muertes ante la falta de pruebas de detección, la prohibición de las autopsias y las deficiencias en la metodología del recuento. Solo los servicios funerarios de Madrid han pasado de atender una media de 80 muertes al día en un marzo normal a 250. Para no agravar el drama, la funeraria municipal ha decidido priorizar la recogida de quien muere en su hogar . Aun así, la espera puede ser de hasta ocho horas. Después llega la demora para la cremación, de hasta cuatro días siempre que no haya que incinerar el cuerpo en otra provincia. Entonces puede ser de más de una semana. Nadie se atreve a aventurar cuándo podrá volver la normalidad.

El golpe se agrava cuando la enfermedad va acompañada de una cuarentena solitaria. Más de cuatro millones de hogares en España son unipersonales. Dos millones son de mayores de 65 años . Muchos, de ancianos que fueron los primeros en ver rota su rutina sin centros de día, sin socializar o sin cuidadores por haber enfermado. Semana a semana, las llamadas a los proyectos de voluntariado para paliar la soledad se multiplican. Y los Servicios Funerarios de Madrid (SFM), ante las despedidas vacías, han decidido introducir un pequeño gesto: una rosa en cada ataúd. Siempre habrá un desconocido que cuide de los seres queridos.

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