Varios obispos asisten a la 16ª reunión ordinaria del Sínodo de Obispos en el Vaticano, hoy, 5 de octubre de 2015
Varios obispos asisten a la 16ª reunión ordinaria del Sínodo de Obispos en el Vaticano, hoy, 5 de octubre de 2015 - efe

El Papa advierte que el Sínodo «no es un congreso ni un parlamento»

Ante la asamblea de obispos y cardenales en la que se abordará el tema de la familia, el Papa reiteró el llamamiento a expresarse con valentía y a «leer la realidad con los ojos de la fe»

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El Sínodo de la Familia inicia sus trabajos bien encarrilado. En su saludo del lunes a los 359 participantes de todo el mundo, el Papa Francisco les ha recordado que «el Sínodo no es un congreso, un parlamento o un senado», sino un «espacio protegido donde se experimenta la presencia del Espíritu Santo».

El Papa reiteró el llamamiento a expresarse con valentía, aportando cada uno su contribución a «leer la realidad con los ojos de la fe», revestidos de «coraje apostólico, humildad evangélica y oración confiada», teniendo presente que «Dios creo la ley y el sábado para el hombre, y no al revés», y también que «la fe no es un objeto de museo».

El Santo Padre recordó que «el Dios que nos guía es superior a nuestra lógica humana, es el Dios de las sorpresas».

En cambio, excluyó de modo tajante cualquier actitud de jugar a la política pues «no somos un parlamento en el que negociar o regatear».

En realidad, sus advertencias se dirigían sobre todo a la pequeñísima minoría de padres sinodales que han creado un clima de ansiedad, inquietud y alarmismo desde el Sínodo del pasado octubre del 2014 y, sobre todo, en las últimas dos semanas antes del inicio de esta asamblea.

Se trata, en la práctica de una docena de obispos y cardenales, que suponen menos del 5 por ciento de los 270 padres sinodales y un porcentaje todavía menos de los 359 participantes en los debates incluidos los expertos, observadores y delegados fraternos de otras Iglesias cristianas no católicas.

Apertura y debate

Francisco ha devuelto al Sínodo el clima de apertura, transparencia y debate que caracterizaba las asambleas cristianas de los primeros siglos desde el concilio de Jerusalén, donde la divergencia de posturas era notable hasta que se llegó a una postura común sobre la admisión y las reglas de vida para los cristianos no judíos, exentos de los preceptos de la ley mosaica sobre comidas, etc. que seguían respetando voluntariamente los cristianos judíos.

El Papa agradeció el inmenso trabajo preparatorio realizado hasta ahora, y también agradeció por adelantado, «el trabajo de los periodistas presentes y también de los que siguen el trabajo desde lejos» en las redacciones de periódicos y emisoras.

Después del saludo del Santo Padre tomó la palabra el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de Obispos, quien destacó la presencia en el aula, como expertos y observadores, «de tantos matrimonios, llamados a enriquecer el Sínodo con su experiencia cotidiana de vida familiar».

Presencia femenina

Además de las esposas en esos 18 matrimonios, el Sínodo cuenta con la participación de otras 13 mujeres como teólogas, juristas y expertas en varios campos de atención a la familia. El cardenal Baldisseri agradeció cordialmente «la presencia femenina, de la que esperamos una contribución especial para que el Sínodo pueda mirar a la familia con la mirada tierna, atenta y compasiva de las mujeres».

A su vez, el cardenal Peter Erdö, relator general, presentó un resumen del documento de trabajo que constituirá el programa de debate: la primera semana será dedicada a los «desafíos» de la familia, la segunda a la «vocación», y la tercera a la «misión».

En el capítulo de «desafíos», el cardenal de Budapest destaca el fenómeno general de «fuga de las instituciones», una de las causas del «aumento del número de parejas que conviven pero no desean contraer ningún tipo de matrimonio ni religioso ni civil».

Problemas sociales

A ese clima sociológico se añade, en las sociedades ricas, la notable dificultad de los jóvenes para encontrar empleos estables y sus dudas cada vez mayores sobre la estabilidad de los afectos en un clima hiperconsumista que invita a cambiar continuamente de productos. El resultado, según el cardenal Erdö es «el miedo de los jóvenes a asumir la responsabilidad de compromisos definitivos como el matrimonio y la familia».

La tarea del Sínodo es aportar soluciones, poniendo en juego de modo mucho más eficaz el apoyo de todos, desde los párrocos, las religiosas y los miembros de movimientos laicales que proporciona acompañamiento espiritual y preparación al sacramento, hasta los matrimonios cristianos veteranos, curtidos en la superación de problemas, que son quienes mejor pueden ayudar a los matrimonios jóvenes a superar, sin romperse, las primeras dificultades, juzgadas erróneamente como insuperables.

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