Agricultores italianos recogen uva
Agricultores italianos recogen uva - epa

Cientos de campesinos trabajan drogados para soportar la dureza de las condiciones

El ministro de Agricultura italiano promete una ley para luchar contra el «caporalato», la mafia que explota los trabajadores en el campo

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«No se puede morir por trabajar en el campo. No es posible que haya trabajadores que ganen dos euros a la hora. Se trata de un fenómeno que hay que combatir como la mafia: ahora, basta. Sirven nuevas reglas y una ley para erradicar este tipo de mafia».

Esta dura declaración la realizó anoche el ministro de Agricultura italiano, Maurizio Martina, a raíz de la muerte de Paola Clemente, 49 años y tres hijos, muerta de infarto en el trabajo, por el calor y la fatiga, mientras recogía uva de mesa. Ha habido otras víctimas, pero Paola Clemente se ha convertido en un caso emblemático que sobrecogió al propio ministro, según él mismo ha confesado, tras conocer el dramático testimonio de Stefano Arcur, marido de Paola: «salía de casa a las dos de la madrugada, en San Giorgio Jonico (región de Apulia, en el sur de Italia) .

Cogía el autobús y llegaba a las cinco y media a las viñas de Andria (distante a 170 kilómetros). En casa volvíamos a verla no antes de las tres de la tarde, en algunos días incluso a las seis. Ganaba 27 euros al día».

El ministro Martina ha pedido la «máxima movilización» de instituciones, empresas, asociaciones y sindicatos para combatir una mafia en la agricultura como es el «caporalato», nombre que se da en la Italia del sur a un sistema ilegal de reclutamiento de mano de obra mediante los llamados caporales, un sistema que comporta salarios inferiores a los previstos por los sindicatos. Los contratos provinciales prevén un salario de 52 euros, pero los trabajadores perciben 27-30 euros por jornadas agotadoras. «Los trabajadores son obligados a dar parte de su compensación económica al caporal», manifiesta el sindicalista Peppino De Leonardis.

El «caporalato», la mafia campesina

«El “caporalato” es una de las plagas históricas del sur de Italia». Según datos de la CIGIL, el sindicato mayoritario, solo en la región de Apulia hay unas cuarenta mil trabajadoras italianas gravemente explotadas, a las que habría que añadir otros miles en las regiones de Campania y Sicilia. El ministro de Agricultura ha hecho un llamamiento para que se rompa la barrera de la «omertà», una especie de ley del silencio que rodea la vida desgraciada de miles de trabajadores agrícolas: «Quien conoce situaciones irregulares debe denunciarlas sin dudarlo», ha dicho el ministro.

Una investigación por homicidio involuntario y omisión de socorro ha abierto la magistratura por la muerte de Paola Clemente. Hay un primer indagado, el organizador del viaje de Paola y otros trabajadores a la finca agrícola.

Todos los medios recogen este jueves ampliamente la dura posición adoptada por el ministro de Agricultura, mientras las fuerzas políticas coinciden en valorar el «caporalato» en los mismos términos que lo ha hecho Michele Mazzarano del Partido Democrático: «se trata de un sistema bárbaro, que crea muerte y esclavitud. Para erradicarlo sirve una reacción fuerte. No es posible permanecer con los brazos cruzados».

Trabajadores drogados

La última noticia aterradora sobre la explotación de trabajadores en el campo italiano se produce a dos pasos de Roma, en el Agro Pontino, una zona de la región del Lazio, y la da hoy « La Repubblica»: «Un ejército invisible de trabajadores, cientos y cientos de indios sikh, para soportar las inhumanas condiciones de trabajo se droga en masa tomando cápsulas de opio para no sentir la fatiga y el dolor. Llaman "padrone" a quien los chantajea cada mañana para recoger calabacines y kiwi, después sus propios connacionales les suministran droga, todos devorados por la tierra que habían buscado para otro tipo de vida».

En definitiva, estas diversas situaciones de explotación de trabajadores tiene un nombre infame: mafia.

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