Los padres del niño con difteria aceptan ahora vacunar a su otra hija

El padre y la madre también han recibido un recordatorio del fármaco, pese a no creer en la eficacia y seguridad de las vacunas

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El niño de seis años de Olot (Gerona) que se infectó de difteria por no estar vacunado seguía ayer ingresado en la UCI del Hospital de la Vall d’Hebron de Barcelona, donde ingresó el pasado sábado. Su pronóstico, a la espera de que el tratamiento que se le administró, con una antitoxina –llegada de Rusia– y antibióticos, surta efecto, sigue siendo «e stable dentro de la gravedad». Preocupan las lesiones cardiacas que le causó la toxina que genera el bacilo de la difteria, una enfermedad que se consideraba erradicada en España y cuyo último caso registrado se remonta a 1987.

Mientras el menor lucha por su vida, alrededor de él se ha reabierto el debate sobre las vacunas. De un lado, los planteamientos de los llamados antivacunas –muchos de ellos, naturistas y/o homeópatas–, que cuestionan la eficacia de estos fármacos preventivos, alertan de los efectos secundarios de algunas vacunas y acusan a los gobiernos de someterse a los intereses de las empresas farmacéuticas.

Del otro, quién defiende su validez apelando a criterios científicos hasta el punto de postularse a favor de que la vacunación sea una obligación y no una recomendación de las autoridades sanitarias.

«Antivacunas»

En el caso del niño de Olot, sus padres no eran partidarios de la vacunación, y tampoco la administraron a su otra hija, menor que su hijo enfermo. La madre es fisioterapeuta en una clínica de Olot que practica la homeopatía. Su postura, sin embargo, ha cambiado. Según ha podido saber ABC de fuentes sanitarias, los padres han accedido ahora a poner la vacuna a su hija menor y a ellos mismos, que fueron vacunados cuando eran niños, se les ha aplicado un recordatorio.

A través de su agencia de salud pública, la Generalitat está haciendo un seguimiento de entre 100 y 150 personas que estuvieron en contacto recientemente con el chico infectado. Entre ellos, alumnos de su colegio –el Cor de Maria de Olot, cuya directora, Anna Jordà, no quiso ayer hacer declaraciones– y de otros centros que días atrás coincidieron en unos campamentos de verano. Así como adultos que han estado en contacto con él: familiares, profesores, personal médico...

Según explicó a ABC la jefa del Servicio de Epidemiología de la Generalitat, la doctora Anna Martínez, a todos ellos se les están revisando su cartilla de vacunaciones y se está vacunando a los que no lo estaban. También se administran recordatorios de vacunas a los que se habían vacunado hace mucho tiempo, de niños (a los adultos se recomienda hacerlo a los 40 años y a los 65, aunque no es una práctica extendida). Todas estas vacunaciones son, claro, voluntarias. «Hay alguno que se ha negado», reconoció Martínez, sin dar cifras.

La doctora recordó que sólo un juez puede ordenar una vacunación forzosa, como ocurrió en 2010 en Granada con un brote de sarampión. «Desde las administraciones podríamos pedir a un juez que obligara a la vacunación si hubiera un brote descontrolado, y la ley lo prevé en casos de epidemia; pero no estamos en ninguna de estas situaciones», alegó.

Además, a algunas de las personas que estuvieron en contacto con el niño de Olot se les tomarán muestras de secreciones faríngeas para intentar dar con la persona que transmitió la enfermedad al menor.

Obligatoria para niños

Desde el Gobierno y la Generalitat catalana, el mensaje fue ayer unívoco en favor de la vacunación. El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, calificó de « irresponsable» no vacunar. Además, alertó de que «empieza a haber un discurso peligroso contra la vacunación» que no se apoya en la evidencia científica. Alonso no quiso entrar en el debate de si hay que obligar a vacunar a la población, especialmente los niños, pero desde Cataluña, la jefa del Servicio de Epidemiología de la Generalitat, la doctora Anna Martínez, lo tiene claro. «Yo soy partidaria», dijo.

Por su parte, el presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, Jaume Padrós, criticó los padres que deciden no vacunar a sus hijos no sólo no protegen a sus hijos, sino que ponen en peligro la salud de toda la comunidad.

De la misma opinión es Rafael Cantón, vicepresidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología. Cree que es necesario «abrir un debate serio sobre la vacunación obligatoria en los menores». «Aunque me gusta más el convencimiento y la educación sanitaria, lo cierto es que es un camino que ya han seguido otros países», dice.

Cantón cree que existe demasiada información no contrastada circulando como para confundir a las familias que recelan de la vacunación. «Es ridículo cuestionar la seguridad de las vacunas en pleno siglo XXI», apunta.

Ayer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, envió un telegrama de agradecimiento al primer ministro ruso por el envío de la antitoxina con la que se está tratando al niño de Olot. Es el único tratamiento que le puede curar.

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