Uno de los campos de cultivo de Camboya, dirigidos por el programa de Producción Familiar de Alimentos
Uno de los campos de cultivo de Camboya, dirigidos por el programa de Producción Familiar de Alimentos - HELLEN KELLER INTERNATIONAL
lucha contra la malnutrición

La ONG «Hellen Keller», premio BBVA por sus programas de producción agrícola familiar

La organización forma a comunidades de países en desarrollo para que cultiven especies ricas en vitaminas esenciales de una forma sostenible

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El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo ha sido concedido a la ONG Helen Keller International (HKI) por sus programas agrícolas para desarrollar cultivos familiares o comunales orientados a una nutrición saludable. «El hambre y una dieta pobre reducen las funciones cognitivas, la capacidad física, la resistencia ante las enfermedades y la esperanza y calidad de vida. Helen Keller International lidera el programa de Producción Familiar de Alimentos, un innovador e interdisciplinar sistema que promueve el desarrollo de una agricultura y unas prácticas nutricionales sinérgicas. Esta aproximación es sobre todo aplicada a comunidades que tienen dificultad de acceso a mercados laborales y de alimentos», según señala el acta del jurado.

Además, destaca que Helen Keller International, una institución que en 2015 cumple 100 años, «goza de un amplio reconocimiento por desarrollar, contrastar y expandir programas para combatir la malnutrición, la ceguera y la discapacidad a escala global y por su esfuerzo en integrar estrategias basadas en la evidencia en los gobiernos y las comunidades locales para hacerlas sostenibles».

De la ceguera a la malnutrición

Helen Keller nació en 1880 en Alabama. A la edad de 19 meses quedó sorda y ciega a consecuencia de una enfermedad. Con siete años fue puesta bajo la tutela de Anne Sullivan, quien le enseñó a leer, escribir y comunicarse. En 1904 se graduó cum laude en el Radcliffe College de Massachusetts y se convirtió en la primera persona sordociega en obtener un título universitario.

Kathy Spahn, presidenta de Helen Keller International, explicaba así la trayectoria de su organización: «En los años 50 pasamos de tratar a gente ciega a intentar prevenir la ceguera, y eso hizo que nos involucráramos en la deficiencia de vitamina A, la principal causa evitable de ceguera en niños. Después, en los años setenta colaboramos en el estudio de la Facultad de Salud Pública Johns Hopkins, que demostró que la deficiencia de vitamina A está vinculada también a la mortalidad infantil, y eso nos orientó aún más a los suplementos vitamínicos. Pero queríamos un enfoque más completo, y así empezó nuestro programa de Producción Familiar de Alimentos y el enriquecimiento de alimentos con vitaminas y minerales a escala industrial».

Helen Keller International es pionera en la distribución eficaz de estos suplementos y, como destaca el acta, su trabajo con agentes locales ha hecho posible «que solo el año pasado 54 millones de niños africanos recibieran los suplementos de vitamina A» que evitan la ceguera. En la actualidad la entidad mantiene activos 180 programas en 21 países de los que se benefician alrededor de 100 millones de personas.

Producción Familiar de Alimentos

La malnutrición afecta a 2.000 millones de personas en el mundo, y cada año causa la muerte de 6,6 millones de niños menores de cinco años. El programa de Producción Familiar de Alimentos forma a las comunidades locales con dificultades de acceso al mercado laboral y de alimentos en técnicas de cultivo avanzadas y respetuosas con el medio, que conservan el suelo y las reservas de agua al tiempo que aumentan la producción y permiten obtener cosechas todo el año a base de aumentar el número de especies y rotarlas.

Estas técnicas incluyen gestión integrada de plagas, compostaje, rotación de cultivos y abono. Y, sobre todo, introduce una selección más variada de frutas y verduras, en particular de especies ricas en micronutrientes esenciales como la vitamina A y el hierro, garantizando su disponibilidad en la dieta durante todo el año. A ello se añade la cría de aves de corral y animales pequeños de granja.

En Asia y África

En 2012, solo en Bangladesh -donde el primer programa piloto de Producción Familiar de Alimentos arrancó en 1990- esta iniciativa alcanzaba ya a 900.000 hogares y 4,5 millones de personas. Hoy se extiende a Camboya, Indonesia, Nepal y Vietnam, y a cinco países africanos: Burkina Faso, Costa de Marfil, Mozambique, Senegal y Tanzania.

La evaluación realizada por Helen Keller International en los cuatro países asiáticos donde el programa lleva más tiempo muestra que los hogares que lo han adoptado cultivan, de media, 45 variedades, frente a las diez de los huertos tradicionales; y en ellos se han reducido significativamente los casos de anemia y de ceguera infantil. El programa incentiva a las familias al mejorar su situación no solo nutricional sino también económica.

Enseñar, demostrar e incentivar

Una de las claves del éxito del programa es que involucra a las comunidades locales en su planificación e implementación, impulsa el empoderamiento de la mujer y la reducción de las desigualdades y utiliza, según comenta Norman Loayza, lead economist en el Grupo de Investigación del Desarrollo –equivalente al Departamento de Investigación- del Banco Mundial, en Washington (Estados Unidos) y secretario del jurado, «una metodología que pone el énfasis en el cambio conductual de familias y comunidades basado en la evidencia: a través de granjas comunales muestran las técnicas y los resultados que con ellas se obtienen, de modo que los hogares las adoptan por iniciativa propia. Los tres pasos que la institución sigue son: enseñar, demostrar e incentivar».

Ventana de los mil días

El objetivo del programa de Producción Familiar de Alimentos se centra en la denominada «ventana de los mil días», es decir, desde la concepción del niño hasta que cumple dos años. Por eso, se completa con una imprescindible educación nutricional que beneficia a madre e hijo y que comprende aspectos como la lactancia materna -que se propone como exclusiva durante los seis primeros meses y mantenida, por sus beneficios inmunológicos, hasta los dos años-, la alimentación de la madre durante la gestación y la lactancia, y la introducción adecuada de alimentos a medida que el niño va creciendo, lo que a veces requiere encontrar medios persuasivos de derribar mitos locales sobre alimentación, como la reserva hacia el huevo y el pollo de la cultura nepalí.

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