La hermana Sharon Holland (i) conversa con la madre Agnes Mary Donovan (d)
La hermana Sharon Holland (i) conversa con la madre Agnes Mary Donovan (d) - afp

El Vaticano se reconcilia con las monjas de Estados Unidos

La prolongada visita apostólica a las 341 familias religiosas femeninas en Estados Unidos se inició en 2008 a raíz de quejas de obispos y sacerdotes norteamericanos sobre desviaciones teológicas o exceso de actividad mundana

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La prolongada visita apostólica a las 341 familias religiosas femeninas en Estados Unidos, emprendida como «inspección» en un clima de desconfianza mutua en 2008, ha tenido un final feliz. El Vaticano expresa su agradecimiento y su elogio a la tarea de las 50.000 monjas norteamericanas, hace el inventario de problemas que ellas mismas relataron, y ofrece colaborar fraternalmente en las soluciones.

La manifestación visible del cambio radical en el modo de tratar a las religiosas americanas no era sólo que el informe final de la visita apostólica se hiciese público en una conferencia de prensa en el Vaticano sino que el cardenal Joao Braz de Aviz, responsable de los Religiosos, estuviese acompañado de las tres principales protagonistas.

A su lado estaban la hermana Clare Millea, que inició la visita apostólica por encargo del Papa Benedicto y fue confirmada por su sucesor; la hermana Sharon Holland, presidenta de la LWCR, la asociación de superioras de las congregaciones más liberales, en general de vida activa; y la madre Agnes Mary Donovan, presidenta de la CMSWR, la asociación de tendencia más conservadora, que agrupa sobre todo a comunidades contemplativas.

Confianza en las monjas norteamericanas

Cada una presentó libremente sus opiniones sobre el contenido del informe, pero las tres coincidieron en lo esencial: el texto reafirma la confianza en las monjas norteamericanas y aplaude su gigantesco esfuerzo en los terrenos de la atención a los pobres, los servicios sanitarios, la educación, la evangelización, la justicia social, y la vida contemplativa.

Especial peso tenían las opiniones de la hermana Sharon Holland, no sólo porque la LCWR agrupa a la gran mayoría de las monjas americanas, sino también porque ese grupo fue inspeccionado y amonestado en temas doctrinales por la Congregación para la Doctrina de la Fe en el 2012.

La visita apostólica, en cambio, fue iniciada anteriormente en 2008 por iniciativa del cardenal Frank Rodé, responsable entonces de los religiosos, particularmente rígido, a raíz de quejas de obispos y sacerdotes norteamericanos sobre desviaciones teológicas o exceso de actividad mundana

Según la hermana Holland, la visita apostólica fue considerada inicialmente «problemática», pero «el informe refleja nuestra realidad, en sus rasgos comunes y su diversidad. Se reconocen con gratitud nuestros logros». Aunque el texto «incluye también los desafíos, no es un documento de culpas o de soluciones simplistas. Quien lo lea sentirá el aprecio, y la confianza para seguir adelante».

De hecho, el informe no incluye críticas sino sugerencias indirectas al hacer notar, por ejemplo, que ahora muchas religiosas «desean ser reconocibles externamente como mujeres consagradas» mediante algún tipo de uniforme, o al aconsejar «prudencia para no quitar a Jesucristo del centro de la Creación y de nuestra fe».

El arzobispo franciscano español José Rodríguez Carballo, «número dos» de la Congregación de Religiosos, comentó que las cuatro palabras que definen la visita apostólica realizada por la hermana Millea son: «comunidad, respeto, escucha y actitud pastoral».

En el informe, la Congregación de Religiosos reconoce con toda sencillez que la visita apostólica «fue recibida con aprensión y sospecha por algunas religiosas, lo cual llevó al rechazo de algunas familias religiosas a colaborar plenamente en el proceso». El texto reconoce que «aunque eso fue una dolorosa desilusión para nosotros, invitamos a todos los institutos religiosos a aceptar nuestro deseo de emprender un diálogo respetuoso y fructífero».

El cardenal Braz de Aviz explicó que la visita apostólica se había orientado a las congregaciones femeninas porque suponen el 80 por ciento del total de religiosos en Estados Unidos, mientras que los hombres son sólo el 20 por ciento.

El purpurado brasileño sorprendió a todos comentando su preferencia por que no hubiese tantas separaciones operativas por sexos debidas en parte a que «hemos interpretado mal a San Pablo como si el hombre fuese el jefe de la mujer y la mujer debiera estar sometida. Es necesario volver al Génesis. Dios creó la humanidad como hombre y mujer».

Una sola asociación

Por ese motivo, el cardenal Braz preferiría que no hubiese dos asociaciones de superioras religiosas en Estados Unidos, «sino sólo una, que incluya también a los hombres», y que tendría al frente un hombre o una mujer según quien resultase elegido en cada momento. En esa línea, el purpurado afirmó que «si tanta gente se asocia para ganar dinero aunque sean enemigos, nosotros, que compartimos el Evangelio de Dios, ¿no seremos capaces de trabajar juntos?».

El informe recoge explícitamente «el compromiso de la Congregación (de Religiosos) de colaborar en llevar a la práctica el empeño del Papa Francisco en que el « genio femenino» tenga mayor presencia donde se toman las decisiones, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales».

Que el Papa aprecia a las religiosas lo sabían bien todas, pero el propio Francisco se lo repitió a las tres superioras al término de la misa de la mañana en Casa Santa Marta. Como siempre, su homilía fue de una gran claridad. Comentando el Evangelio del día, el Papa lamentó que «los fariseos hipócritas se escandalizaban de que Jesús diese precedencia a las prostitutas y publicanos en el Reino de los Cielos. Pero después, iban a escondidas a ellas para desfogar su pasión, o a ellos para hacer negocios. Eso sí, ¡a escondidas porque eran puros! Este modo de actuar el Señor no lo quiere».

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