Sevilla

«El control de la investigación en España es financiero, no científico, al revés que en Estados Unidos»

El catedrático Aníbal Ollero, uno de los mayores expertos mundiales en robótica aérea, lamenta que la burocracia española («un mundo paralelo», dice) encarezca con un coste elevado los proyectos y acabe ralentizándolos

Aníbal Ollero en el nuevo Laboratorio de Robótica de Sevilla J.M.Serrano

Jesús Álvarez

Los nuevos drones que fabrica el equipo de ochenta personas, entre ingenieros aeronáuticos, de telecomunicaciones, industriales e informáticos, que lidera el catedrático de Robótica de la Universidad de Sevilla, Aníbal Ollero, parecen pájaros con dos grandes alas de colores llamativos. «Ojalá pudiéramos lograr que hicieran tantas cosas como un pájaro y consiguiéramos máquinas tan inteligentes como ellos», dice este investigador sevillano que viaja por todo el mundo con sus descubrimientos en robótica aérea, algo en lo que Sevilla está a la cabeza del mundo en investigación, a pesar de que los chinos se han puesto las pilas y están dedicando grandes recursos económicos y humanos a este campo.

¿Se puede considerar al reloj de cuco del que se sale un pájaro mecánico cantando una hora el primer robot de la historia?

Ese reloj lo empezaron a fabricar artesanos en la Edad Media pero si buscamos los primeros precedentes habría que irse a los griegos. Había máquinas que asemejaban los movimientos de las personas y otros seres vivos. Durante la Edad Media hubo artesanos que desarrollaron relojes con muchos automatismos. Luego se fue perfeccionando. En el siglo pasado se sumaron a estos automatismos la capacidad de realizar procesamientos de información con la miniaturización de los ordenadores. De esa manera, se consigue que los robots desarrollen funciones más próximas a la inteligencia. Y aparecen los sensores que captan una información que, procesada, genera unos movimientos o reacciones. La robótica realiza este acoplamiento entre la percepción y la actuación.

¿Se lo explica así a sus alumnos de la Escuela de Ingenieros de Sevilla?

Yo les explico a mis alumnos en mi asignatura que hay dos formas de concebir robots. Una es imitar el comportamiento de seres vivos, personas o animales. Otra es realizar trabajos productivos. La robótica para nosotros está asociada a trabajos productivos.

¿Podríamos decir que hay una parte de entretenimiento y otra parte más industrial?

Algo así. En las redes sociales pueden verse vídeos con cientos o miles de drones con luces que realizan figuras o coreografías en el espacio visualmente muy espectaculares. Esta es la parte recreativa. La otra son las aplicaciones industriales en fábricas, refinerías, redes eléctricas o casi cualquier infraestructura.

Por estas últimas se le concedió hace pocos meses el premio Jaume I, el mayor galardón científico que se concede a la investigación en España y que le entregó el Rey de España en Valencia. ¿Qué le dijo?

Él conoce bien de todo lo relacionado con los vehículos aéreos no tripulados. Creo que está informado de nuestros trabajos que ya conoció hace unos años en una visita.

La ciencia parece que no da votos en España y que por eso apenas hay financiación pública para estos proyectos.

Ahora que dice esto, en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia pusieron los días de la entrega del premio un cartel que decía: «Las nuevas tecnologías no dan votos pero crean los empleos del futuro». También hay un poster en el Museo de La Ciencia en Valencia.

¿La colaboración pública y privada es fundamental para la investigación?

Sí, en todos nuestros consorcios intervienen empresas privadas. Es fundamental para nosotros.

¿Le gustaban los robots desde pequeños?

Sí, y me fascinaba todo lo relacionado con el espacio. Mi trabajo está en la intersección de la aeronáutica y la robótica. Y de pequeño compartía esas dos aficiones.

Estuvo formándose en Pittsburgh. ¿Qué es lo que más le llamó la atención del Robotics Institute de la Carnegie Mellon University?

Me llamó la atención, como cualquier español que viajara entonces a una universidad norteamericana, la elevada competitividad. No sólo se trabaja sino que se compite con los demás. Y la agilidad o la rapidez con que se hace todo. Cada año negocias tu salario.

¿Tienen tanta burocracia como aquí?

No, esto es otra de las grandes diferencias. El coste burocrático en España y en Europa de cada proyecto es muy elevado. Aquí hay todo un mundo paralelo de control económico-financiero que hace que el sistema sea muy lento y tenga un coste elevado.

¿Es un lastre?

Yo lo entiendo como tal y creo que para casi todos los investigadores. Yo creo que ya hemos dado muestras suficientes, después de muchos años, para que se confíe en nosotros. El caso es que controlan hasta el último euro que gastas, si coges un taxi o no. El mayor control en España es el financiero, no el científico. En Europa hay un mayor control científico y tienes que hacer demostraciones para que sigan apoyándote.

¿Y en Estados Unidos?

En Estados Unidos les da igual cómo y en qué has gastado el dinero si obtienes resultados. Eso es lo primordial. Aquí el control de cómo has gastado el dinero agobia enormemente a los investigadores. Y nos quita mucho tiempo de nuestro trabajo. Y es una parte relevante del presupuesto.

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