FALSIFICACIONES Y CONTRABANDO

Puerto y polígonos, el origen del «top manta» en Sevilla

La labor policial se vuelca cada vez más en la entrada de las falsificaciones, que controlan mafias internacionales

Manteros en plena avenida de la Constitución GOGO LOBATO

E. BARBA

Las Fuerzas de Seguridad del Estado en Sevilla están intensificando su trabajo de lucha contra la venta ilegal en las calles de productos falsificados tanto en los contenedores que entran por el puerto como en los polígonos industriales —de la capital como de las localidades más cercanas a ella—, donde se almacena el material que luego se dispone en el llamado «top manta» . Este fenómeno sigue invadiendo las principales vías comerciales de la ciudad y generando enardecidas quejas por parte de los comerciantes, que llevan varios años pidiendo al Ayuntamiento el mismo rigor con los manteros que con los veladores o las normativas para eliminación de cartelería o rótulos.

El asunto de la venta callejera ilegal no ha perdido fuerza, ni mucho menos, de ahí que, a tenor de los resultados desalentadores, se esté poniendo más el foco en la entrada de los productos en origen, según apuntaban a este periódico fuentes policiales, tanto en el puerto como en las «bases logísticas» ubicadas en polígonos , almacenes o las propias empresas de mensajería, donde no se puede controlar todo lo que se mueve. Ahí está el germen, el punto de salida de lo que luego se vende por las aceras del Centro o Nervión, donde se encuentran las zonas neurálgicas de compras.

En este fenómeno tan extendido, de un lado está lo que se ve en la calle, el mantero y el menudeo, de lo que se encargan las policías locales. Pero de otro se encuentran las redes que hay tras este mercado negro, mafias que usan a personas sin recursos para llevarse grandes beneficios y que fabrican y distribuyen el material, contra las que trabaja la Policía Judicial , tanto desde el Cuerpo Nacional de Policía como desde la Guardia Civil. Más allá de quiénes venden, por tanto, los entramados van creciendo y fortaleciéndose por los enormes beneficios que obtienen de esta actividad. Las estructuras montadas en torno a este segmento de los productos falsificados van mucho a más que el puesto en la calle, que son sólo la punta del iceberg, y engloba desde las mercancías que llegan del Lejano Oriente en contenedores a las bases logísticas en polígonos industriales o los talleres clandestinos más modestos en pisos habilitados para ello.

Un control imposible

En ese sentido, los puertos en general (Algeciras, Barcelona, Málaga y el propio de Sevilla) están siendo el gran foco de atención para las fuerzas de seguridad, aunque también el principal agujero del sistema, pues resulta imposible controlar y repasar toda la mercancía que entra. De hecho, se revisa diariamente apenas un 3% de los contenedores que llegan por vía náutica. Para poder comprobar todos, el comercio quedaría bloqueado y los puertos, literalmente parados. De eso se sirven las mafias que introducen por ese flanco las falsificaciones, de que la mayor parte de lo que entra no está sujeta a control alguno. Y llegan de China, por ejemplo, contenedores enteros que no se pueden repasar. Los filtros de las aduanas son del todo insuficientes, y además las mafias evaden impuestos con las marcas que falsifican y no se declaran, como es obvio.

Tras la entrada en puertos o estaciones de contenedores, el segundo escalón de esa mercancía ilegal se da en los polígonos, almacenes y centros logísticos , aunque ahora también se ha sofisticado ese proceso, pasando a hacerse la recogida de los productos falsificados en puntos menos arriesgados para las mafias: las empresas de paquetería . Cada vez es más común que las usen, al generar menos recelos. Muchas veces las empresas de transporte o de paquetería no identifican bien al emisor, por imposibilidad material y porque también les sirve para lucrarse de alguna manera, ya que su negocio aumenta. Para abrir los paquetes es necesaria una autorización judicial, ya que estas compañías no tienen obligación de facilitar los datos de quien envía, con lo que el proceso se complica. Entre los contenedores y los paquetes de mensajería está el origen de un inmenso negocio con mafias internacionales detrás.

El vendedor final es sólo el eslabón más débil y visible de la cadena. Aunque se lucha contra ellos, el objetivo está ahora en la base de las operaciones y la cabeza de la estructura, que no está precisamente en la calle. Para ese trabajo de calle, tanto Policía Nacional como Policía Local emplean dispositivos especiales . En el caso de los manteros en sí, en algunas ocasiones van incluso por libre, comprando el producto y luego vendiéndolo algo más caro, simplemente, sin estar supeditados a mafias o extorsión. Pero lo que sí se da en todos los casos es la existencia de una red logística por arriba, una dirección, las organizaciones criminales clásicas, que ahora han encontrado en este negocio una gran oportunidad porque deja auténticos dinerales y está mucho menos penado que la droga . Esa laxitud de la normativa es la que también ha ido reforzando este negocio negro y propiciando el trasvase desde el narcotráfico.

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