El ejercicio físico reduce el riesgo de infección en niños con trasplante de médula ósea

El ejercicio físico ayuda a fortalecer el sistema inmunológico de niños con cáncer incluso en las fases más agresivas de su tratamiento

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Un programa de ejercicio físico supervisado de intensidad moderada puede ser bien tolerado por los niños durante todas las fases del trasplante de médula ósea e incluso tiende a reducir el riesgo de infección tras un trasplante alogénico, según un estudio español publicado en la revista « Cancers ».

Los trasplantes de médula ósea en niños se asocian con graves reacciones adversas, como las infecciones, que pueden ser una importante causa de mortalidad. Ante esta situación, desde el ámbito sanitario resulta indispensable desarrollar terapias y tratamientos que contribuyan a reducir las complicaciones . Con el fin de avanzar en esta vía, un grupo de investigadores formado por Javier S. Morales y Alejandro Lucía, de la Universidad Europea, y profesionales de otras instituciones y organismos como el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, la Universidad de Alcalá de Henares, FISSAC, la Universidad Europea Miguel de Cervantes y el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital 12 de Octubre, pusieron en marcha un estudio para analizar los efectos de un programa de ejercicio físico supervisado en menores con cáncer durante su hospitalización tras recibir un trasplante de médula.

No es la primera vez que estos investigadores evalúan el impacto del ejercicio físico en pacientes de cáncer, en concreto en los más pequeños. Estudios llevados a cabo por ellos con anterioridad demostraron que el ejercicio físico ayuda a fortalecer el sistema inmunológico de niños con cáncer incluso en las fases más agresivas de su tratamiento.

En total 118 niños y adolescentes de entre 4 y 17 años del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid se sometieron a este programa de ejercicio adaptado. Durante tres semanas, los menores completaron entre 10 y 23 sesiones de alrededor de una hora de duración con ejercicios aeróbicos (25 minutos) y de resistencia (15 minutos), así como una fase de calentamiento y vuelta a la calma. Todo ello dentro de su propia habitación y tras la completa desinfección de todos los materiales (bicicleta estática, bandas elásticas, etc.).

Tras el programa de ejercicio los investigadores observaron que se redujo considerablemente el riesgo de infección entre aquellos participantes que habían llevado a cabo la rutina de ejercicio y su trasplante era de tipo alogénico. No obstante, se necesita seguir investigando para ver si otros tipos de entrenamiento (por ejemplo, de mayor intensidad), pueden resultar beneficiosos en el pronóstico de estos pacientes.

Para Alejandro Lucía, catedrático de Fisiología del Ejercicio de la Universidad Europea, este tipo de investigaciones «aportan más evidencia al concepto de que ‘ Ejercicio es Medicina ’ y que las intervenciones de ejercicio están infravaloradas en la medicina de nuestro siglo, sobre todo en el ámbito hospitalario, a pesar de su potencial como tratamiento coadyuvante a los tratamientos médicos convencionales».

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