El Viso del Alcor

La empresa de autobuses que puso a El Viso del Alcor en el mapa

Un libro cuenta la historia de Autobuses Jiménez Álvarez, que durante casi un siglo conectó a la localidad con la capital y llegó a llevar a personas a visitar a don Juan de Borbón en Estoril

Baldomero Alba con el libro A

Alberto Guillén

Un libro cuenta la historia de Autobuses Jiménez Álvarez , que durante casi un siglo conectó a la localidad con la capital y llegó a llevar a personas a visitar a don Juan de Borbón en Estoril

Si hubiera que trazar la historia reciente de El Viso del Alcor en particular, y de la comarca de los Alcores en general, a través del desarrollo de su economía, son muchas las empresas que no podrían dejarse atrás y han tenido un peso categórico en dicho proceso, pero hay una sin cuyo concurso nada hubiera sido lo mismo. Se trata de la empresa de autobuses Jiménez Álvarez que, desde sus inicios, en el primer tercio del siglo XX, se convirtió en un imprescindible motor de desarrollo y un potentísimo agente de dinamización cultural y social, llegando a desplazar al ferrocarril como principal medio de transporte.

Para poner en valor estos aspectos y contar la historia íntegra de esta empresa familiar, se acaba de editar un libro que narra los hechos más significativos de la compañía, prestando especial atención a sus protagonistas y el contexto en el que se desarrolla su periplo empresarial. Su autor es el profesor y escritor Baldomero Alba (El Viso del Alcor, 1976), quien recibió el encargo de Mariola y Aguasantas Jiménez, porque «querían dejar por escrito lo que había sido la empresa que había dirigido su padre, Francisco Jiménez, como último gerente».

En palabras del propio Alba, el origen de esta compañía de transportes «parece que hemos de encontrarlo en el año 1923, que es cuando se inicia la actividad propiamente, llevando y trayendo gente, mercancías y productos para su venta en la capital», y su fundador fue Antonio Jiménez Ruiz. Para este autor visueño, la empresa, que se conocía coloquialmente como «Los Ciprianos» y dejó de prestar su servicio de línea en 2001, tuvo «unos inicios duros, con vehículos muy particulares (uno de sus autobuses llegó a tener la caja de cambios de un tanque de la II Guerra Mundial), con frecuentes averías y malas carreteras. Unos primeros años que coincidirán de lleno con la II República, la Guerra civil y la posguerra y todos los problemas que estas etapas supusieron».

Esta empresa supuso una verdadera revolución en el acercamiento a la capital y a los otros pueblos en la línea desde El Viso hasta Sevilla, desplazando al ferrocarril «que no ofrecía tan buen servicio» , explica el autor, y se convirtió en «un importante motor de desarrollo, que dinamizó la economía de la zona por las posibilidades que ofrecía, por ejemplo, a los recoveros y recoveras, o la mayor comodidad para traer productos de la capital, realizando un servicio además de cosario. Pero también pienso que fue una inyección importante desde otros puntos de vista, social o cultural».

Para armar el relato, que presentó hace unos días en el Centro Cultural Convento de la Merced, con la presentación de Fernando Iwasaki, Alba ha buceado en diferentes fuentes archivísticas, además de entrevistar a una treintena de personas, entre trabajadores y familiares.

El resultado es un emotivo compendio de microhistorias «relacionadas con las averías que sufrían los coches, o las miserias y problemas durante los años de la posguerra, cómo las recoveras, principalmente, tenían que sortear los inconvenientes de la guardia municipal ante los registros y cómo se las ingeniaban para que no les quitasen sus productos. Historias sobre los albañiles que a diario viajaban a Sevilla que iba creciendo desde un punto de vista urbanístico. Las vicisitudes para la adquisición de repuestos y vehículos. O algunos viajes que llegaron a realizarse a Portugal, para visitar a don Juan de Borbón en su residencia de Villa Giralda en Estoril».

El relato

Alba defiende la importancia del relato, que además «viene a mostrarnos cómo era la vida durante gran parte del siglo XX» y entronca el devenir empresarial con la personalidad visueña, porque «esta empresa, con sus autobuses celestes y rojos, antes azules y rojos, se convirtió en un elemento particular y esencial de nuestro callejero, de nuestro urbanismo y de nuestros pueblos en general. Formaron parte de nosotros, y creo realmente, sobre todo para el pueblo de El Viso, que la consideraba como algo suyo, una empresa por la que mucha gente foránea conocía a nuestro pueblo».

Estoy convencido, abunda el autor, «que esta empresa nos dio unas posibilidades de cercanía a muchos y muchas, que también han influido en nuestro carácter y forma de ser, por esa conexión directa y rápida con Sevilla, a diferencia de otros pueblos con unas conexiones peores, tanto en calidad como cantidad». El valor testimonial de la publicación se ve además incrementado con la inclusión de un centenar de fotos «de entre las cuales la mayoría son inéditas puesto que son de carácter familiar y nunca habían trascendido del ámbito doméstico. Fotos muy curiosas, con grupos de personas entre los que se incluyen viajeros, trabajadores, excursionistas, donde también podemos observar el urbanismo de la época y las diferencias considerables con el día de hoy», concluye.

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