SAN FERNANDO

Gema Uazzan pone a La Isla en el escaparate del tatuaje nacional

La tatuadora ganó el primer premio en la categoría New School del IV Jerez Tattoo Convention 2024.

Gema Uazzan con el trofeo del Jerez Tattoo Convention 2024. Pepe Ortega

Pepe Ortega

San Fernando

«Cuando dieron el primer premio y dijeron mi nombre, yo tocaba las palmas sin darme cuenta que era yo la ganadora». En ese instante, y sin ser consciente, Gema Uazzan, alicantina de nacimiento e isleña de adopción, se acababa de proclamar ganadora del IV Jerez Tattoo Convention 2024, uno de los eventos más importantes a nivel nacional, en la categoría New School.

Han pasado unos días desde que por primera vez tocase el trofeo y poco a poco empieza a asimilarlo. Y parece que tienen que pasar muchos días más para que se le borre la sonrisa cada vez que recuerda el evento. Una convención que cada vez va a más y en la que el nivel es altísimo. «Hay muchísima competencia. Allí ves piezas que son increíbles». La gran cantidad de artistas que compiten hace que el primer premio sea un chute de reputación y prestigio importante. «Lo que más supone es caché, pero también satisfacción propia. Cada vez hay mejores tatuadores, más competencia, y que valoren de esta manera tu trabajo para mí es lo más grande», expresa.

Tres días de competición y buen rollo

Tres jornadas de convención con sesiones de tatuajes muy largas. «Empezamos a las nueve de la mañana y terminamos a las ocho de la tarde», explica Gema, quien asegura que es importante elegir un cliente con experiencia al que hacerle la pieza. Las convenciones también le brinda la oportunidad de sentirse libre con la máquina y trabajar estilos que no suele hacer en el día a día. «Aquí no piden tatuajes con mucho color, tal vez porque el moreno de la playa hace perder el color; pero allí siempre suelo trabajar con color».

Gema Uazzan, antes de comenzar un tatuaje. pepe ortega

Aparte de competir entre ellos, los tatuadores han creado una familia. «Lo mejor es ver a los colegas porque es en este tipo de eventos el único momento en el que nos vemos». Por desgracia, este buen rollo no siempre se ha respirado en el mundo del tatuaje. «Hace 25 años todo era más tabú y más complicado. Yo quería aprender pero había mucho secretismo entre los que sabían y no había cursos para poder formarte por tu cuenta. Ahora, todo es mucho más abierto y existe mucho más compañerismo dentro del gremio. A los chavales que están aprendiendo les digo que se vengan aquí y yo en lo que pueda les ayudo», reconoce.

Una de las personas que, por diferentes circunstancias, no veía era Antonio, tatuador y «responsable de su pasión por el arte». Gracias a él, poco a poco pudo adentrarse en un sector tan hermético por aquel entonces. «Yo fui una vez allí a tatuarme y ya después hablamos y empecé a trabajar con él de recepcionista. Él me abrió la puerta a este mundo. Me dejaba preparar los bocetos y cada vez me daba más confianza». Al margen de los cambios que ha sufrido el mundo del tatuaje en la opinión pública, Gema siempre lo tuvo claro. «Ahora, los tatuadores se están tomando este mundo como un arte; hace 25 o 30 años se decía que era más para la gente de la cárcel. Para mí siempre ha sido arte. Cuando yo trabajaba en el 1998 en el estudio de tatuaje con Antonio, él era un artista«, declara. Sin embargo, percibe que para el resto de la sociedad aún perduran ciertos recelos, sobre todo, en el mundo laboral.

«Ahora, es raro quien no lleva tatuajes, pero aún perduran esos prejuicios en los trabajos. Para mí, un tatuaje no te hace mejor ni peor persona, al igual que una corbata. Mucha gente no se tatúa más por temor a los trabajos, pero poco a poco se normaliza más».

A Gema siempre le ha llamado la atención el mundo de los tatuajes. «De pequeña estaba todos los días con las calcomanías y me encantaba pintarme y pintar a los demás». Pero hubo un momento que tuvo que dejar la recepción del estudio de Antonio y trabajar en otro tipo de empleos. Unos años más después todo cambió. «Me vinieron unos cambios muy radicales en mi vida y dije ¿por qué no? Me compré una máquina y empecé a practicar en casa». Hace nueve años, y tras estudiar dibujo artístico corporal, decidió formarse e hizo cursos y seminarios. Hasta que Jesús, su marido, le propuso dar un paso hacia adelante en su vida profesional. «Mi marido fue el que me impulsó a abrir este estudio hace 5 años. Él es mi pilar, mi empuje, y fue el que me dijo «vamos a montarlo ya, vamos a arriesgarnos» y nos ha salido muy bien«.

Para Gema Uazzan la tinta es su trabajo, su vida y su pasión. Y hay veces que la emoción por el significado de una pieza traspasa la piel. «La confianza que deposita en mí el cliente para plasmarle algo importante para él y que va a llevar toda su vida en la piel es mejor que cualquier premio», confiesa Gema. No es casualidad que su estudio se sitúe en la plaza de las Alegrías, en San Fernando, porque esta ha sido una más de todas las que quedan por llegar, tanto para ella como para quien sale cada día por la puerta con un nuevo compañero en la piel para toda la vida.

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