DÍA DE LA NIÑA Y LA MUJER EN LA CIENCIA

Referentes gaditanas en la ciencia

Con motivo del Día de la Niña y la Mujer en la Ciencia, conocemos el trabajo de dos investigadoras que, en las ramas de Química y Biología, desarrollan su trabajo en la Universidad de Cádiz

Marías José Aliaño y Ana Belén Muñoz son investigadoras de la UCA A. VÁZQUEZ / NACHO FRADE

Macarena García

Cádiz

En 2015, la ONU proclamó este día el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas. Este día es un recordatorio de que las mujeres y las niñas desempeñan un papel fundamental en las comunidades de ciencia y tecnología y que su participación debe fortalecerse+

Uno de las maneras de celebrar este día es visibilizar el trabajo de mujeres en la ciencia. María José Aliaño y Ana Belén Muñoz forman parte del equipo de investigadoras de la UCA desde donde desarrollan sus proyectos. Son solo dos ejemplos cercanos de mujeres que han decidido orientar su carrera hacia la ciencia y que se enfrentan diariamente a los desafíos de su profesión. La incertidumbre, la falta de financiación y trabajar en el extranjero son realidades comunes de los investigadores en España.

María José Aliaño

María José Aliaño es Graduada en Química por la Universidad de Cádiz. Jerezana de nacimiento, es consciente de la fortuna que tiene de poder estar actualmente cerca de casa, aunque está casi recién llegada de Portugal de hacer un postdoctorado. Actualmente, se encuentra trabajando en dos líneas de investigación: «la primera de ellas es agroalimentaria. Por ejemplo, aprovechar hollejo, residuos de bebidas alcohólicas, compotas que se desechan. La idea es utilizar compuestos bioactivos, como son los polifenoles o las antocianinas, y ver qué propiedades pueden tener y aplicaciones. Ahora mismo, en esa línea, me encuentro trabajando en las aplicaciones cosméticas y de desarrollo de nuevos alimentos funcionales». Por otro lado, su segunda línea está relacionada con la química forense, como la detección de acelerantes en incendios« y la medioambiental, que es en la que más centrada se encuentra en este momento que trata de detectar »derrames de productos derivados del petróleo, gasolina, diésel, en fuentes de agua, tanto dulce como salada«. La idea es identificar los distintos productos añadiendo condicionantes como el paso del tiempo, la exposición al sol, o la mezcla de distintos agentes contaminantes con la idea de proponer métodos de limpieza y contención.

Sin duda, esta rama es la que más le atrae y cree que «por desgracia, está muy mal aprovechada aquí, sobre todo en Andalucía. Tenemos mucho potencial. Aquí hay una línea muy fuerte de química forense que empezó con Marta Ferreiro, que es doctora de aquí de la universidad. Hemos seguido y la verdad que tenemos mucho potencial. Hemos hecho cosas de explosivos, hemos hecho cosas de contaminantes en trajes de bomberos, acelerantes de incendios, ahora en aguas. Entonces, pero por desgracia, es verdad que tenemos poca visualización. Estamos empezando a colaborar con cuerpos de bomberos, pero es verdad que a nivel administrativo, por desgracia, todo va muy lento«.

Ana Belén Muñoz

NACHO FRADE

La otra protagonista de este reportaje es Ana Belén Muñoz. Natural de Rota, se muda a Sevilla para cursar sus estudios universitarios en Biología. «Me llamaban la atención las ramas sanitarias. Tenía claro que médico no quería ser, porque no quería darle malas noticias a un paciente pero de alguna forma quería ayudar en la lucha contra las enfermedades. Estudié Biología sabiendo que me gustaban mucho las ramas moleculares». Una vez finalizada la carrera universitaria, se decantó por la investigación y realizó su tesis doctoral en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Sevilla (IBiS), estudiando los mecanismos moleculares en terapia celular para la enfermedad de Parkinson.

Tras la tesis, Ana Belén decidió probar suerte en el extranjero. Tras varias entrevistas se decantó por un laboratorio en el Instituto Karolinska (Estocolmo) y un proyecto dedicado a estudiar un área del cerebro relacionado también con la enfermedad de Parkinson. «Fue una etapa muy fructífera en cuanto a publicaciones. Había otro grupo desarrollando una técnica a nivel químico y nosotros desarrollamos unos protocolos a nivel celular. Nos unimos y lo que hicimos fue un trabajo pionero de secuenciación de transcriptoma de célula única a gran escala del sistema nervioso». En la traducción para los no iniciados, Ana Belén explica que consiguen estudiar el cerebro «célula a célula» y que «estos primeros trabajos desvelaron también tipos celulares que no se conocían hasta el momento». Es el momento en el que decide iniciar su línea de investigación y, al mismo tiempo, volver a casa, haciéndose con un contrato Ramón y Cajal, de gran prestigio.

Su investigación, actualmente se centra en «aplicar la tecnología que aprendí allí» en la enfermedad de Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. «Estudiamos célula a célula qué es lo que está mal para buscar nuevas dianas terapéuticas y herramientas de diagnóstico», explica. Estamos hablando de enfermedades que no tienen cura donde los tratamientos actuales son de alivio sintomático, sin poder frenar el avance de la enfermedad. «La idea es ver si con esta nueva técnica que tiene tanta sensibilidad somos capaces de ver un poquito más allá y encontrar nuevas dianas terapéuticas y de diagnóstico».

El papel de las mujeres en la ciencia

Una vez dedicadas al mundo científico, Ana Belén y María José son conscientes de otorgarle al 11 de febrero un papel fundamental que permita dar a conocer su trabajo y el de otras compañeras y que sirva para despertar el interés de las potencialescientíficas del futuro.

Por ejemplo, María José sabe que esto es necesario porque, en alguna charla en colegios o institutos, el único nombre femenino que sale es Marie Curie. «Yo estoy metida en este mundo, y lo vivo, y para mí las mujeres científicas abundan, y existen, y tienen súper carreras. Pero cuando entro en contacto, por ejemplo, eso con niños en un colegio, o ya incluso en institutos que son más mayores, y que ven más noticias, sigo teniendo esa falta de referentes de mujeres científicas», afirma.

Por su parte, Ana Belén destaca que «la falta de mujeres en libros es un gran vacío que tenemos, pero es que ya no solo lo de los libros«. Y usa a Rosalind Franklin como ejemplo, una mujer que ha empezado a incluirse como uno de los nombres en el descubrimiento de la doble hélice de ADN, que siempre se ha atribuido en exclusiva a Watson y Crick. «En el pasado las han aparcado las han obviado, las han ignorado y yo me imagino que habrá muchísimos nombres que nunca vamos a llegar a conocer porque el trabajo de esas mujeres se aprovechó y se ignoró el nombre o la labor pero eso es un daño que ya está hecho», concluye. Opina que «la clave es empezar desde la base, precisamente enseñándole a las niñas a dónde pueden llegar, los referentes, en qué consiste la ciencia, aproximar, sacarla a la calle y que se vea lo que se hace y eso es empezar. A partir de ahí, que haya más investigadoras principales, que eso dé acceso a premios, etc.«.

Sobre esta cuestión, María José, que participa en actividades de divulgación siempre que puede porque cree que el cara a cara es clave. Cree que hace falta «sacar la ciencia a la calle y hacerla accesible, y sobre todo despertar interés«.

Empezar desde la base es importante, pero también lo es trabajar desde la igualdad desde dentro. María José cree que «se están viendo avances, pero muy lento», y que todavía sigue habiendo un gran desequilibrio de la proporción hombres-mujeres en algunas carreras universitarias.

Ana Belén, desde su experiencia, cree que «hay un gran hándicap o un gran obstáculo en lo que es la estabilización y el paso a ser investigador principal». El reto de la conciliación laboral y familiar no escapa a la ciencia tampoco: «El precio a pagar para salir adelante con las dos cosas es muy alto en tu vida personal y es difícil porque no todo el mundo está dispuesto».

Más allá de las dificultades de ser investigadoras, las dos son conscientes de que la vocación científica es una de las claves para afrontar los obstáculos de la profesión y seguir trabajando por dar respuesta y solución a problemas que enfrenta el mundo en la actualidad.

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