medio ambiente

La obtención de bioplásticos a través de un alga invasora

Un equipo de la Universidad de Cádiz trabaja con la Rugulopteryx okamure, el alga procedente de Japón y que se encuentra en el Campo de Gibraltar

Secado del alga en el invernadero L.V

Jesús Mejías

La Rugulopteryx okamure es una de las principales amenazas para el litoral gaditano. Este alga invasora, procedente de Japón, fue detectada por primera vez en 2015 en el Estrecho de Gibraltar. Solo en los dos meses de verano, en el año 2021, el Ayuntamiento de Tarifa llegó a retirar 6.213 toneladas en las playas de Los Lances y Atlanterra.

Un problema del que un grupo de científicos de la Universidad de Cádiz busca sacar rédito. Hace unos días se conocían los ganadores de los premios atrÉBT! de la UCA y en una de sus modalidades la idea Multienzimas Algamori lograba el primer puesto.

A grandes rasgos, el proyecto está basado en la obtención de un producto multienzimático mediante la extracción de enzimas producidas por un hongo cuando crece en un sustrato del alga invasora y transforma el problema del alga invasora en una oportunidad de negocio por el uso sostenible y seguro para la producción de enzimas.

Ana Blandino ha sido una de las impulsoras de este proyecto, del que también forman parte Carlos José Álvarez, Ana Belén Díaz, Pedro Fernández, Cristina Agabo y Luis Alberto Fernández, y que está financiado por el Plan Estatal de Investigación de I+D+I orientada a los retos de la sociedad de la convocatoria de 2019 y su referencia es TID2019-104525RB-I00.

Equipo de investigación de la Universidad de Cádiz L.V

«La idea surge porque estábamos trabajando desde el año 2016 en la producción de bioplásticos, que son plásticos producidos a través de biomasa y que son biodegradables», cuenta Blandino. «Empezamos usando como materia primera pulpa de remolacha pero en el año 2019 nos pasamos a las algas por el problema que tenemos de la invasión del alga asiática en nuestras costas».

El primer paso no es otro que recoger el alga en la playa de Tarifa con unos bidones de 30 litros, fue necesario al principio un permiso de la Junta de Andalucía para ello, y «cuando llegamos a la facultad la lavamos para quitarle la sal, la secamos en una especie de secaderos que hemos comprado que funcionan como un horno y posteriormente la molemos», obteniendo de esta forma «un polvo de partículas de pequeño tamaño secas», y que «así se pueden conservar durante mucho tiempo, porque al estar seca ya no se estropea».

Una vez que el alga está acondicionada, «ahora hacemos el pretratamiento, una serie de procesos que pueden ser físicos, químicos o biológicos para poder romper la estructura del alga, romper la pared celular y acceder a la fuente de carbono que es lo que nosotros queremos».

«Nosotros como pretratamiento hemos probado dejar crecer un hongo sobre el alga, añadirle ácido a temperatura y presión elevada, ultrasonido… hemos probado distintas metodologías, y este pretratamiento biológico de hacer crecer el hongo es el que produce las enzimas y es en lo que se basa la idea del premio», destaca.

Desde el año 2019 este equipo de investigación trabaja en la producción de bioplásticos, y para ello los producen con unos microorganismos que tienen la capacidad de acumular plástico en su interior, aunque «para ello antes hay que procesar el alga, romper su estructura y obtener de ella fuentes de carbono de las que el microorganismo pueda alimentarse».

«Uno de los tratamientos que se usan para romper la estructura del alga es mediante enzimas, mediante proteínas que rompen su estructura», señala, y agrega que «cuando tú dejas crecer un hongo sobre el alga, mientras va creciendo produce estas enzimas que rompen la estructura del alga, nosotros lo que hemos hecho ha sido separar las enzimas y que se pueden aplicar para otro fin».

El alga tiene muchos polímeros, moléculas grandes de hidratos de carbono, y con «una rotura con enzimas lo que intentamos es producir esas moléculas grandes en azúcares simples o ácidos grasos simples», y la intención es que «el organismo que produce los bioplásticos pueda crecer asimilando estos nutrientes».

«Luego lo que habría que hacer es romper el microorganismo y sacar de él el bioplástico y sintetizar en grandes cantidades, nosotros trabajamos a nivel laboratorio». Unos bioplásticos que pueden tener un sinfín de usos como el papel film en cocina o también puede usarse en invernaderos, «pueden sustituir a los plásticos tradicionales derivados del petróleo».

«El problema que tienen es que a día de hoy son más caros porque toda la tecnología que tenemos está pensadas para los plásticos derivados del petróleo, pero la principal ventaja es que son biodegradables y desde el punto de vista medioambiental es la fórmula más sostenible», concluye.

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