Cádiz

45 años no es nada: la legendaria discoteca Holiday resucita como sala de música

El recinto, inaugurado en 1977, reabrirá antes de primavera con su clásica estética renovada y una amplia programación que acogerá todos los estilos

Una parte de la sala, durante una «merienda de mayores» organizada por el Ayuntamiento en 2011. LA VOZ

Ha muerto y ha resucitado -como decía la ochentera canción para hacer ambiente- decenas de veces pero todavía le queda una vida nueva a la discoteca Holiday. Está en la calle Nereidas, junto al Paseo Marítimo cuando ya se acerca al extremo sur, a Cortadura. Pero la dirección postal es lo de menos. Al revés.

El local ha dado nombre a su entorno en cuatro décadas. Es de esos sitios tan populares en cada ciudad o pueblo, para tantos de edades distintas, que acaba por prestar su nombre al punto geográfico que ocupa. Generaciones de gaditanos se han referido siempre «a la calle del 'joli'», «aparcar en el 'joli'» o «ir a la playa a la altura del 'joli'», porque hasta diminutivo tiene.

Este legendario espacio cuenta con 1.200 metros cuadrados según la información oficial y su aforo legal puede llegar a las 700 personas (el Falla supera ligeramente las 1.200). Será, por tanto, de los mayores recintos del sector del ocio nocturno en una capital sin grandes salas para fiestas o actuaciones en directo, especialmente en Extramuros, donde viven unos 70.000 de los 112.000 habitantes de Cádiz sin tener a su disposición ningún escenario público de medio o gran tamaño, sólo de centros educativos.

Antes de que acabe este invierno, en el primer trimestre de 2023, reabre como sala de espectáculos y conciertos, alternados con un horario de uso general pero siempre con la música como absoluta prioridad: «Sentimos pasión por la música, por toda, en directo y disco, rock, indie, jazz, pop, flamenco y carnaval... Todo tendrá su espacio sin limitarnos a estilos, sectores o edades concretos» adelantan los promotores.

La nueva imagen corporativa define el nuevo Holiday como «music hall» y estará disponible como sala para clientes, y para «eventos» de instituciones, empresas o particulares. Para tratar de añadir y ofrecer su programación a la ciudad están en contacto «con los programadores más potentes del panorama nacional».

Una de sus finalidades será la celebración de conciertos de formato medio, con lo que ampliará la oferta cultural, del sector privado, en la noche gaditana, hasta ahora limitada a locales como Momart (Punta de San Felipe), Café Teatro Pay-Pay, El Tinte, Serendipia o El Pelícano con una capacidad bastante reducida en los tres últimos casos.

«Es un proyecto por y para Cádiz, para sumar a lo que ya existe. Estamos abiertos a propuestas y queremos apoyar a los grupos emergentes, a las bandas y artistas locales, incluso con un posible certamen que les atraiga y les pueda permitir mostrarse».

El nuevo proyecto de resurrección es una idea de un grupo liderado por José Otero (El Tinte Superbar, entre otros locales en la provincia). Todos tienen otros negocios en marcha pero han decidido unirse en la ilusión que les provoca este proyecto. La sala contará «con una estética que recordará su aspecto clásico pero le añade vanguardia, tecnológica especialmente».

De 1977 a 2023

Ese clasicismo que mencionan los impulsores de la nueva sala hace referencia una historia que supera los 45 años. En su primera versión, en 1977, Holiday fue inaugurada por el exsindicalista y exdirigente político Felipe Rodríguez Melgarejo. Este histórico de la política y la noche sevillana (que igual alternaba con Raphael y Lola Flores que con Rafael Escuredo y Javier Arenas) la creó e inauguró junto a «dos socios vascos». De hecho, la propiedad del inmueble aún corresponde a la hija del primero y al padre, Manuel Sanz Prieto, de los dos últimos.

La discoteca gaditana era una sucursal de la homónima en Sevilla, que triunfaba como pocas de la época. Holiday se convirtió en una referencia esencial en la noche de la Transición en Cádiz, tan escasa en opciones. Su público inicial fue treintañero, urbano, con pantalón de campana. Balada, funk y folk. En los años 80, cuando acabaría la etapa de los fundadores y aún propietarios como gerentes, giró hacia un público más juvenil, como todo en la década.

Desaparecieron las barbas, las conversaciones sobre política y las chaquetas de pana. El pop y las hombreras se adueñaron del ambiente y de las bolas giratorias de microespejos. Desde su apertura, aunque de forma muy esporádica, siempre acogió actuaciones en directo.

Con la llegada de los años 90 comenzó un progresivo, lento, declive. Ha llegado a vivir temporadas de cierre pero siempre breves. Pasó por las manos de varios empresarios conocidos en la hostelería gaditana, como José Luis Rodríguez Trejo, y se convirtió en escenario de multitud de actos. En una de esas etapas intermedias se hizo célebre en la ciudad por tener un teléfono en cada mesita (centenares) con un visible número. La clientela veterana de esa etapa podía llamar de una mesa a otra si encontraba atractivo a uno de sus ocupantes. Un antepasado prehistórico de Tinder.

El cambio de hábitos en los más jóvenes a partir de 2005 -con crecimiento arrasador de internet y el ocio doméstico, las crisis encadenadas, la preferencia por salir de día...- la llevó varias veces al ostracismo. Y el Holiday siempre se las apañaba para volver a ser punto de reunión y atención de las convocatorias más diversas.

Así, durante la Alcaldía de Teófila Martínez llegó a ser el espacio elegido para desayunos y meriendas «de los mayores», célebres entre los años 2000 y 2015 alrededor de Navidad. Las vidas del Holiday han sido tantas y tan distintas que en una de las últimas etapas (2014-2018) también se hizo célebre por acoger al público opuesto: menores que no podían consumir alcohol pero acudían a multitudinarias fiestas vespertinas. De forma simultánea a todas estas fases, siempre desempeñó funciones de discoteca convencional, desde hace 45 años, con algunas pausas. Pocas y breves.

Muñoz Arenillas también renace

La recuperación del Paseo Marítimo de Cádiz como epicentro de ocio diurno y nocturno parece un proyecto realista. En la década anterior, especialmente, había perdido mucho protagonismo en favor de otros municipios de la Bahía y de su casco antiguo, preferido por el pujante y nuevo turismo crucerista, nacional o internacional pero familiar y diurno.

Desde 2010 hasta el presente, apenas unas decenas de metros a norte y sur de la conexión con la calle Brasil o el conjunto Arsenio Manila-Bebo los Vientos (gestionados por la misma empresa) han conservado cierta tradición para almuerzos y copas vespertinas, o cenas sin prórroga.

La apertura del Hotel Cádiz Bahía del Grupo Q (antiguo Tiempo Libre) parece haber iniciado un cambio de tendencia y anuncia la recuperación de toda la zona. A la reapertura de un Holiday transformado y a la inauguración de restaurantes o bares en los bajos del complejo hotelero se suman nuevos locales (como Tobbita) en la calle Muñoz Arenillas, escenario principal de un ocio nocturno masificado (botellón) desde finales de los años 80 hasta principios del siglo XXI.

En esa calle también está ya en obras el mayor de los locales de ocio nocturno, el que fuera la discoteca Barabass. Durante más de diez años fue parte del grupo Arsenio Manila (Raúl Cueto). Su reapertura, aunque está pendiente de confirmar si con un negocio de ocio nocturno u hostelero, a partir de la primavera de 2023 puede ser la confirmación del rebrote de una de las zonas de ocio nocturno más populares y activas de la capital gaditana tras 20 años de notable y progresivo apagón.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Ver comentarios