Pablo Berger, el gran triunfador de la noche de los Goya, estaba tan nervioso que ni siquiera podía ir contando los premios que cosechaba su última cinta, 'Blancanieves'. Para esa tarea se apoyó en una de sus actrices protagonistas, Maribel Verdú, tranquila y relajada por transitar caminos que son para ella viejos conocidos. Pero ganó el premio de Mejor Actriz, fue a recogerlo y Berger perdió la cuenta. No sería hasta que salió de la sala cuando tomó conciencia de que su gran apuesta, la película muda y en blanco y negro por la que estuvo luchando durante más de ocho años, se llevaba a casa 10 'cabezones', dos de ellos además personales, el de Mejor Película y el de Mejor Guion. Las primeras palabras del cineasta no dejaron lugar a dudas de su sopresa. "¿10 Goyas? ¡Qué barbaridad! ¡Estoy mudo!". La espinita, quizá, el premio al Mejor Director que se llevó finalmente J. A. Bayona por 'Lo imposible'. "Pero antes que director soy cuentista y aparte de dirigir lo que más me gusta es escribir, así que me hace muchísima ilusión el premio para el guion, porque el origen siempre está en la historia, en el cuento", aclaró un Berger pletórico que repartió besos y abrazos sin soltar su Goya.
Aunque la mayor recompensa para la arriesgada apuesta de Berger es la confirmación de que una línea cinematográfica como la suya es posible en el mercado español. Un balón de oxígeno para un director acostumbrado a los dificultades, recordó. "Con 'Torremolinos 73' acababa de llegar de EE UU con mi master, mi guion... y pensé que iba a llegar a España y besar el santo pero después del éxito de la cinta -500.000 espectadores, cuatro nominaciones a los Goya, premios internacionales, remake en China, y exhibicion internacional-, pensé que iba a hacer mi siguiente película en dos o tres años y he tardado ocho. No soy un Terrence Malick, quiero hacer películas. Estaba convencido de que una película muda en blanco y negro podía llegar al corazón de la gente y así ha sido". No se considera sin embargo precursor de nada ni cree que su ejemplo abra nuevas vías en el cine español, pero sí que habrá creadores que vean su experiencia como un aliciente para continuar. "Soy un poco marciano, por eso me hice productor de cine, pero también quiero llegar al mayor número de público, no tengo vocación de ser director de culto".
La otra recompensa de brillar en los Goya es la nueva oportunidad que se brinda a las cintas en el circuito comercial. "Servirá para que llegue a esos espectadores que creen que una pelí en blanco y negro va dirigida a cinéfilos, críticos de cine o esa gente que va a las salas de versión original. Blancanieves es una película comercial", añadió sin titubear. "Todavía no he tirado la toalla y quiero hacer una minigira de 'Blancanieves' con orquesta en vivo, que es como está concebida. Además estrenamos en EE UU, Japón.... 'Blancanieves está aún a medio camino. Además, entre 'Torremolinos 73' y 'Blancanieves' pasaron tantos años que he tenido tiempo para escribir un par de guiones".
