First Dates

El tétrico comentario de una comensal de «First Dates» sobre su marido muerto

Dolors aseguró vivir «en la gloria» desde que su esposo falleció

CUATRO

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First dates

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First Dates , con Carlos Sobera al frente, sigue empeñándose en su tarea de erradicar la soltería en España. Tarea difícil la suya, pero no es esa razón paa claudicar. Por el plató de Cuatro han pasado los personajes más excéntricos que uno pueda imaginarse, y no pocos de ellos se han ido del programa acompañados. Ninguna misión es imposible.

El primero en llegar al restaurante fue Juan Carlos, un pintor barcelonés de 55 años que se definió como « un abuelo rockero ... porque al ser un abuelo joven puedo hacer con mis nietos muchas cosas que con más años no podría. Cuando voy a buscar a mis nietas al colegio me sube la autoestima, se me acercan las mujeres ». Con él se sentó a cenar Dolors, una forofa del Barca y empleada como operaria en una fábrica.

La cena fue bastante animada y agradable, aunque pronto descubrieron que no tenían demasiadas compatibilidades en cuanto a sus aficiones y preferencias. Juan Carlos, como abuelo rockero, aseguró ser un gran amante de la noche, «aunque para bailar prefiero la música latina antes que el rock ». Dolors, en cambio, es una mujer casera a la que no le gusta demasiado la vida social.

Pronto empezaron a hablar de su historial amoroso, cuando Juan Carlos confesó que apenas hacía seis o siete meses desde que había roto con su mujer. Dolors le contó a su pareja que era viuda y Juan Carlos se apresuró a darle el pésame. «¡Pero no lo sientas, hombre!», le dijo Dolors en un tono que le sorprendió. «Pobre por él. Mi marido está en el cielo y yo en la gloria », le contó Dolors entre risas. «Esto es lo que llaman humor negro», añadió tras recuperar el aire después de su carcajada.

No fue el último susto de la cita pues, a los pocos minutos, Juan Carlos confesó su madridismo , algo que Dolors se tomó como una verdadera afrenta. Muy a pecho se tomaba Dolors su barcelonismo, hasta el punto de asegurar que «como otros muchos llevan una cruz colgada al cuello, yo llevo el escudo del Barca ». Demasiadas divergencias como para intentar una segunda cita, que ninguno de los dos le quiso conceder al otro.

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