First Dates

La «fogosa» reacción de una comensal de «derechas y religiosa» en «First Dates»

El ruso Alexander despertó en Rosa sensaciones que ella ni imaginaba, y le sacó los rubores después de hablarle de su pelo en First Dates

Rosa y Alexander en First Dates

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Nunca se sabe qué podrá salir del restaurante de «Firtst Dates» , el más atípico de la agenda culinaria española . El programa de Cuatro, presentado por Carlos Sobera, se reinventa cada día con una magnífica elección de casting, no por lo de buenos actores pero sí por el amplio catálogo de personajes que se han sentado ante la atenta mirada del hombre más paciente y tranquilo de Mediaset, que lo mismo hace de Celestina que de domador de fieras en el Tierra de Nadie de Supervivientes.

No hay nada imposible para «First Dates», que lo mismo planta a un hombre cubierto de tatuajes a una persona que los odia que acierta de pleno... y a la primera.

Aunque le gustan más «los hombres que los niños», a Rosa (23), que no valora nada más que su familia y su caballo , la emparejaron en «First Dates» con Alexander, un joven de ascendencia rusa, de 22 años. «Pero no los aparentas, y eres casi más español», le dijo la vendedora, que cayó en sus redes nada más sentarse a la mesa.

Tan rápido se «enamoró» la pelirroja que hasta le encontró piropos al moreno de Siberia que no sabía ni que tenía . Que si que ojos más grandes, qué buena dentadura... Parecía más la valoración de un corcel que de una pareja. Pero Rosa no se intimidaba, y siguió dale que te pego a Alexander. Entre espaguetis y copita de vino, la «jinete pálido» sacó el carrete y le advirtió: «Soy muy friki, de anime y Marvel». Por suerte, al ruso le gustaban los videojuegos y todo siguió su curso. «Y de Disney», continuó ella. «¿De princesas?». «No lo he sido nunca». «Más de Bambi que de Cenicienta entonces» . Vamos, que dio en el clavo.

El problema llegó con el tema de la religión . Ella es «de derechas y bastante religiosa» , y no le gusta vivir en pecado. Asombrado por haber dado solo un beso en una relación de un año, él quiso arreglarlo: «Yo creo en algo, lo puedes llamar mesa o Superman». El pobre Alexander se había quedado con la copla de Marvel... sin darse cuenta que «el hombre de acero» es de DC.

Como vinieron las preguntas calientes, a ella, que cuando peca va a confesarse a El Vaticano, se le olvidaron los requisitos. «Somos todos unos pecadores, así que mira, adelante», reflexionó Alexander, al que le gustan las mujeres sin complicaciones... que espere a ver el «carácter y mal pronto» de la pelirroja. Al final era cierto que ella era de enamorarse pronto. Resulta que además de querer casarse de blanco por la Iglesia... Rosa es «muy fogosa». Y cuando le preguntaron que qué ropa le pondría... se lo imaginó sin ella. Y entraron los calores. Y no podía aguantar una segunda cita. Él, más cauto, entró por fin al trapo. Porque su pelo... bueno, le daba morbo el color y le hacía imaginar otra cosa. Al final rieron y se besaron. Y comieron perdices y fueron felices. Al menos en «First Dates».

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