Crítica de las semifinales de Benidorm Fest: las pifias, las injusticias, el efecto Rosalía y el duelo entre Agoney y Blanca Paloma

La segunda eliminatoria, abundante en desafinaciones, fue bastante más fácil para el jurado profesional

Blanca Paloma, durante su actuación en la segunda semifinal de Benidorm Fest RTVE

Nacho Serrano

Se suele decir que tras la tormenta (mediática) llega la calma. Pero Benidorm Fest sigue sus propias reglas, y en este día de descanso antes de la gran final las redes seguro que arden más que nunca porque hay mucho que analizar.

La primera conclusión que se puede extraer de estas dos rondas de eliminatorias es que la primera tuvo más nivel. En la noche del jueves hubo bastante más desafinaciones que le pusieron las cosas bastante fáciles al jurado profesional a la hora de ir desechando candidatos, y aunque hay miles de eurofans decepcionados con esta o aquella eliminación, se puede decir que los cuatro que pasaron, Blanca Paloma , Karmento , Vicco y José Otero , lo hicieron con justicia.

Pero empecemos por el principio, es decir, por la primera semifinal. ¿Cómo es posible que Aritz Aren estuviese a punto de clasificarse? No carece de ciertas aptitudes vocales y sin duda sabe moverse sobre el escenario, pero su puesta en escena fue pobre y, sobre todo, su canción es un espanto. Un pastiche inverosímil, un «homenaje» al flamenco carente de toda credibilidad, sin alma, hecho desde el oportunismo, con música y letras para olvidar. Cuando quedó segundo en el voto demoscópico, el jurado profesional debió tragar saliva arrepintiéndose de haber sido condescendiente con él otorgándole un quinto puesto en su votación basándose exclusivamente en que a nivel físico, su intervención fue espectacular. Pero no hubo nada más donde agarrarse con ese 'Flamenco' sin el menor ápice de duende.

Sharonne no estuvo nada mal, pero seguramente pagó la falta de originalidad al optar por el muy manoseado enfoque drag, que ya no sorprende a nadie. En el caso de Meler , su canción 'No nos moverán' es de lo más tontorrona pero supieron defenderla con la alegría y el arrojo que exigía. Montaron una buena fiesta, sí, pero incluso los que bailaban con ellos sabían que el tema no es lo suficientemente bueno para tener opciones en Eurovisión, ni de lejos.

A Twin Melody las mató su falta de experiencia, ya que no supieron mantener un nivel vocal que sólo fue bueno en breves destellos, y de Sofía Martín, qué decir. No tuvo su noche. Nunca llegó a afinar del todo, pero lo que la dejó en la última posición de todas las votaciones fue su expresión corporal. Su rostro revelaba tensión, nervios, miedo, y no llegó a ser capaz de reencontrarse a sí misma para levantar su actuación.

Los cuatro seleccionados de la primera semifinal también ganaron con justicia. Megara , además de estar sueltísimos sobre las tablas en buena medida gracias al carisma de Kenzy, clavaron la ejecución y demostraron ser muy audaces y hábiles con la realización de cámaras. Y todo eso, sumado a la baza de la singularidad rockera, puede funcionar bien en un lugar como Liverpool. Lo de Agoney no tiene discusión: su canción es potente, y él la defiende con tanta fuerza coreográfica, estética y técnica que la eleva aún más. Su equilibrio entre lo susurrante y lo bombástico fue prácticamente perfecto.

Megara, en el Benidorm Fest RTVE

El comienzo de la actuación de Alice Wonder a la voz y piano apeló a la la vulnerabilidad, pero quizá en exceso. Su voz no acabó de empastarse bien con la atmósfera que pretendía generar y la sensación de fragilidad fue excesiva, pero con la llegada de la explosión épica de 'Yo quisiera', la artista echó toda la carne en el asador y consiguió conectar, transmitir sensibilidad con una genuinidad que no está siendo fácil de encontrar en este festival.

El efecto Rosalía

Fusa Nocta pertenece al grupo de candidatos de Benidorm Fest que representa lo que podríamos llamar 'el efecto Rosalía'. Y es que el concurso no es ajeno a la revolución que la 'motomami' ha provocado en la industria musical española. Apuestas como la suya, o como la de Blanca Paloma, o incluso la de Karmento, no estarían sobre la mesa si no fuese por el meneo popularizante que la catalana le ha dado al concepto de fusión folclórica.

En el caso de Fusa Nocta la combinación tira hacia lo urbano, y lo hace a través de una canción realmente buena, que atrapa y no suelta, llena de ganchos irresistibles tanto en lo vocal como en lo rítmico. En su comparecencia sobre el escenario del Palau d'Esports L'Illa quizá no estuvo sobresaliente en cuanto a afinación, pero incluso las imperfecciones tuvieron encanto porque consiguió darle ese toque callejero en el que lo más importante, es molar.

Ya en la segunda semifinal, Blanca Paloma ofreció otra vertiente estilística claramente 'rosaliesca', la del flamenco aderezado con electrónica minimalista. Y lo cierto es que mereció todos los puntos que le dieron el jurado, el voto demoscópico y el público, porque fue impresionante. Alcanzó un bellísimo horizonte evocador que convirtió su actuación en una experiencia casi onírica, que en Eurovisión puede ser un pelotazo total.

A la tercera folclorista en discordia, Karmento , le faltó un hervorcillo para llegar a ser tan epatante como se esperaba. Pero pasó muy merecidamente: no falló en lo vocal ni en lo coreográfico, y su puesta en escena fue una preciosa alegoría de la sencillez de la vida campestre que funcionó mucho mejor de lo que cabría esperar en un entorno tan dado a lo digital y lo multimedia como es Benidorm Fest 2023.

José Otero no desplegó grandes dotes escénicas, pero ha sido muy inteligente en la elección de 'Invierno en Marte' para participar en el festival, ya que parece expresamente diseñada para explotar todas sus cualidades como cantante. Es un tema exigente en cuanto a respiración y cambios de tonalidad, una composición muy agradecida si está a la altura, y el canario lo estuvo.

El caso de Vicco es el contrario. 'Nochentera' es una canción un poco sosa en lo vocal ya que transcurre en un mediocre tono medio casi todo el tiempo, que no le permite brillar como cantante. Pero eso cambia en el crescendo final, y además, rítmica y melódicamente es un temazo, con puentes ingeniosos y un gran estribillo, y la puesta en escena es tan inteligente como divertida de ver. También es merecedora de ser finalista.

Vicco, en el Benidorm Fest RTVE

Famous , hay que decirlo sin tapujos, estuvo horrible. Desafinó, bailó como si tuviera algún hueso roto, y su canción es de lo más inofensiva. Algo mejores estuvieron E'Femme porque al menos tuvieron gracia y desparpajo (sobre todo por Bubu, a quien auguramos futuro como solista), pero a nivel vocal fue de lo peor de la noche así que fueron justamente eliminadas.

Desprecios y decepciones

Quien sí mereció mejor suerte fue Rakky Ripper , a quien le ha pasado de todo en Benidorm Fest. Ya sabemos que el año pasado fue eliminada por negarse a prescindir del autotune, y en esta edición los hados han conspirado contra ella. El día de la cena de Navidad que los reunió a todos, cogió una gripe y apenas pudo disfrutar de la velada; en los ensayos de las semifinales tuvo un accidente que la obligó a hacer cambios de última hora casi a la desesperada; el jurado no fue capaz de comprender su apuesta estilística (porque en lo vocal no estuvo nada mal), muy popular entre la chavalada más joven pero quizá demasiado chirriante para buena parte del público porque a decir verdad, tampoco gustó al jurado demoscópico ni a los telespectadores. Y la guinda fue que escribieran mal su nombre en el ranking de votaciones: Rakky Rypper, en lugar de Rakky Ripper.

Lo de Siderland es un poco como lo de Meler. Se presentaron con una canción demasiado elemental, con esos coros a lo 'uooo, uooo' que -por fin- parecen haber pasado de moda, y con una propuesta escénica que, por decirlo suavemente, parece arriesgada pero, parafraseando el propio título de la tonada, no llega a explotar y se queda en un bluf.

La gran decepción, sin duda alguna, fue la actuación de Alfred . No se le vio del todo cómodo, parecía un poco agarrotado, como si no estuviera en su salsa cuando en principio era el más experimentado en estas lides. La falta de precisión en los falsetes terminó de derribar una candidatura que, por otra parte, parecía algo ingenua en su enternecedor intento de reivindicar el pop clásico. Es valiente rendir homenaje a los mayores, pero fue como llevar una ensalada a una barbacoa.

La cosa parece que estará entre Blanca Paloma y Agoney. Aquí meteríamos en la terna también a Fusa Nocta, pero si el duelo es finalmente entre 'Eaea' y 'Quiero arder', España debería apostar por algo que la represente mejor. Y no es por chovinismo, es por ganas de ganar: la canción de Agoney no desentonaría en absoluto en el Top5 de las votaciones finales de Eurovisión, pero desaprovechar la admiración y el poder 'trendsetter' que el efecto Rosalía ha provocado en el extranjero para intentar llegar a la cima, sería estúpido.

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