Los secretos más oscuros de un proxeneta: «Las mujeres eran ganado, no valían nada»
Un extraficante de mujeres revela cómo funciona el negocio de la prostitución en España en el documental de Mabel Lozano «El proxeneta. Paso corto. Mala leche»
«Cuanto más cansada está una mujer menos tiempo tiene para pensar. Si consigues quitarle la voluntad, jamás se rebelará contra ti». La frase la pronuncia Miguel «El músico» , uno de los primeros jefes de la trata de mujeres en España en los 90 y pieza central del entramado mafioso que, a finales de la década, comenzó a secuestrar a miles de extranjeras para utilizar sus cuerpos mientras fueran rentables. «El Músico» es un proxeneta arrepentido. Contó su historia en el libro que Mabel Lozano, autora comprometida con la causa feminista, publicó en 2017 bajo el título de «El proxeneta» y que acaba de estrenar su película homónima en las salas de cine.
«Reconozco mi maldad. Soy un hijo de puta porque, además, cada noche me acostaba tranquilo», asegura «El Músico» en «El proxeneta. Paso corto. Mala leche». Mabel Lozano, ampliamente conocida por el público gracias a sus trabajos como actriz y presentadora de televisión, abandonó hace años su carrera interpretativa y dio un giro total a su trayectoria para especializarse en el cine social. Desde entonces abandera la lucha por los derechos de la mujer, tal y como ha demostrado en otros largometrajes como «Voces contra la trata de mujeres» o «Chicas Nuevas 24 horas» . «El proxeneta», sin embargo, es el trabajo más ambicioso y necesario de esta directora que ha conseguido que, por vez primera, un responsable de la trata en España detalle en primera persona las vejaciones que muchas mujeres viven cada día en nuestro país. «Me gustaba ser yo quien recogiera a las extranjeras que llegaban al aeropuerto de Barcelona. De este modo las conocía, sabía sus necesidades y me resultaba más fácil aleccionarlas», destaca «El Músico». Si se dejaban manipular, el trabajo estaba hecho, explica.
Acabar con la voluntad de las esclavas era un objetivo sencillo, dice Miguel. «Nunca denunciaban porque tenían miedo y no se sentían apoyadas. Nosotros nos encargábamos de recordárselo: 'Ten cuidado con la policía porque no hará nada por ti'. Al final, muchas regresaban a los clubes porque estaban totalmente desprotegidas ahí fuera». Como relata el exdelincuente, las esclavas sexuales llegaban a España en busca de dinero fácil para pagar una deuda en su país de origen aunque, por mínima que fuera la cantidad requerida, jamás conseguían abonarla. «Les cobrábamos por todo para que siempre nos debieran dinero y se vieran obligadas a trabajar: por documentación, comida, medicamenteos..». El Músico, eso sí, reconoce que nunca hirió a una mujer físicamente aunque más bien por interés que por buena fe: «Jamás pegué a ninguna porque eso implicaba dañar el producto », revela. Lo que sí hacía era cebarse con ellas psicológicamente. En una ocasión, relata, se excedió tanto en su machaque que una de las chicas acabó suicidándose. «Tensé tanto la cuerda que se cortó las venas en el baño del club», lamenta.
Enfrentarse a «El proxeneta. Paso corto. Mala leche» no es un ejercicio sencillo. La cinta de Mabel Lozano obliga a mirar de frente una realidad que nos suena de oídas pero de la que nadie ha contado sus entresijos. Con su relato, Miguel desgrana la espectacular evolución del negocio de la prostitución y cómo este pasó de ser una trama en la que los chulos repartían mujeres por distintos clubes de nuestra geografía a una auténtica red mafiosa de importación de cuerpos. «Las considerábamos ganado, no valían nada», dice el exproxeneta. «Lo que cuenta Miguel es tan brutal que no se puede rebatir», afirma Mabel Lozano durante una entrevista con ABC. «Esta película da buena cuenta de cómo el sistema permite que lo que "El Músico" narra siga ocurriendo mientras nosotros mantenemos esta charla».
«La trata de mujeres se ha convertido en algo imparable contra lo que hay que actuar. En 2005, cuando yo comencé a hablar de este problema, la esclavitud de mujeres parecía un delito incipiente cuando, en realidad, ya estaba en su apogeo a principios de los 90. Fíjate qué atrasado está el sistema que la primera ley contra la trata es de 2010», recuerda la directora. En el documental, «El Músico» cuenta en varias ocasiones cómo los delincuentes siempre fueron un paso por delante de las fuerzas de seguridad, la política y la justicia. «Un paso no, mil», corrige Lozano. «Los delincuentes nos ganan por goleada. Cuando esto comenzó la Policía no estaba formada, tampoco los jueces. Los criminales podían explotar y martirizar a las mujeres porque nadie se lo cuestionaba. Como sociedad, este documental tiene que hacer que se nos caiga la cara de vergüenza por haber llegado hasta este nivel».
Con «El proxeneta. Paso corto. Mala leche», Mabel Lozano pretende marcar un antes y un después en el relato sobre la prostitución en España. «Lo que hace diferente a este documental es que, por vez primera, uno de los responsables de la trama da la cara. Se ha hablado muchas veces de las mujeres y las vejaciones que sufren, pero nunca se ha puesto rostro a un proxeneta y mucho menos un implicado ha contado la historia en primera persona. Es impresionante descubrir la impunidad con la que trabajan estos delincuentes porque son totalmente invisibles ante la sociedad», lamenta la directora.
El comienzo del documental nos muestra a «El Músico» oculto durante buena parte de la película para, casi al final del metraje, descubrir su rostro. No fue una estrategia de guion. A medida que avanzó el rodaje, Miguel decidió que no quería esconderse más y optó por dar la cara para pedir perdón públicamente. «Me preguntó qué había pasado con la gente que ya lo había hecho y fui sincera con él, pues le expliqué que su vida no sería un camino de rosas a partir de ahora. Él, sin embargo, accedió a desenmascarar a su gente y traicionar a quienes fueron sus amigos. Es parte de su penitencia», concluye Mabel Lozano.
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