«Los delincuentes son seductores»

Los autores Mabel Lozano y Ramón Campos y el directivo Javier Boo analizan el éxito y los retos del género negro en TV

Una imagen del documental El PRoxeneta, de Mabel Lozano EL PROXENETA
Helena Cortés

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«Los delincuentes son seductores. Recuerdo que cuando grabábamos el documental “El proxeneta. Paso corto, mala leche” Miguel era muy amable con todos, el equipo le apreciaba. Teníamos que recordarnos quién era», cuenta Mabel Lozano. Miguel, alias «El Músico», está condenado a 27 años de cárcel por prostitución coactiva, captación y explotación de trata de personas. Más de 1 .700 mujeres cayeron en sus redes . «Un documental no va a hacer bueno a ninguno de estos personajes, pero todos tienen un contexto. No hay que vivir con miedo, pero todos somos vulnerables», puntualiza Javier Boo, director de producción propia del canal Crimen+Investigació n (entre otros), que en noviembre dedicará un especial a las sectas. Casi tanta fascinación como estos oscuros criminales generan los documentales que retratan sus maldades, desde el clásico «The Staircase» a los polémicos «The jinx» , «How to make a murderer» y «Wild wild country» , pasando por obras españolas como «El caso Asunta», «El crimen de Alcàsser», producidas por Bambú para Antena 3 y Netflix, respectivamente, « Crímenes » (Dkiss) o una serie sobre los marqueses de Urquijo firmada por Melchor Miralles.

«Siempre se han producido documentales criminales (“The Thin Blue Line” es un imprescindible), pero la llegada de las plataformas ha provocado una explosión debido a la mezcla entre el género clásico y elementos narrativos y estructurales extraídos de la ficción televisiva seriada», reflexiona Ramón Campos (Bambú Producciones). «El trabajo es igual que en una película, muy laborioso y meticuloso y hay que estar muy seguros de lo que queremos contar, nuestro objetivo», añade Boo. El directivo charló con Mabel Lozano sobre las dificultades que entraña el género en un coloquio moderado por Lorenzo Silva en el marco del Festival «Getafe Negro », que cerró su undécima edición ayer.

«Ahora tenemos muchísimos recursos. Imágenes reales, narradas, ficcionadas. Yo tenía miedo a estas últimas, porque si no se hacen bien quedan postizas . Es lo más complicado, pero creo que en “El Proxeneta” están conseguidas», asevera Lozano. Tanto Boo como Campos subrayan también la importancia del sonido. «Lo es todo. Te traslada inmediatamente al lugar y momento de los hechos y permite entender lo sucedido de una manera difícil de falsear», señala el último.

Una de las dudas más recurrentes a la que se enfrentan estos profesionales es cómo huir del fantasma del sensacionalismo en temas que habitualmente son muy morbosos. «Lo importante es ponerse en la situación de las familias que lo hayan sufrido y entender sus dificultades para contar su historia. También es importante entender bien el caso, no quedarse en la superficie. Hay mucho de experiencia, de hacerlo muchas veces », confiesa Boo, que insiste en que siempre tratan de rodearse de equipos especializados en el documental criminal. Incluso una autora tan apasionada y activista como Mabel Lozano reconoce que a veces es bueno alejarse de la historia. «Sin embargo, yo creo que el documental es parcial. Es mi visión de la historia, otros habrían hecho otra», admite Lozano –que estrenará su documental la próxima semana en la Seminci de Valladolid y más tarde en Dkiss–, convencida de que este tipo de obras son el género adecuado para remover las conciencias de los jóvenes: «No quiero crear lástima, sino una ley». Ramón Campos reconoce que a la hora de investigar siempre le guía una máxima: « No hacer nada por lo que mis hijas puedan sentirse avergonzadas cuando vean mi trabajo el día de mañana. Así es difícil equivocarse».

Pero además de las limitaciones éticas hay otra línea roja especialmente delicada en este género: la legalidad. «Trabajamos con material muy sensible, ya que se puede hacer daño tanto legal como emocionalmente a mucha gente. Por eso hay que vigilar el lenguaje, las afirmaciones gratuitas, la música, el montaje (una concatenación de imágenes puede dar una idea errónea). Nunca hay que olvidar que los documentales pueden tener consecuencias legales tanto para los que los hacen como para los que los protagonizan», señala Campos. En este sentido, uno de los casos más sonados es «The Jinx». Su protagonista, Robert Durst, confesó su asesinato sin saber que los micrófonos estaban abiertos.

«En el canal hay libros de estilo que nos ayudan en este sentido. Hay que trabajarlo todo muy bien porque cada persona y cada situación es única», puntualiza Boo. Perseguir la verdad es una tarea tan ardua como gratificante.

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