Plantón en el altar, un puñetazo e infidelidades: los locos romances de las parejas del Hollywood dorado

Los escarceos entre las estrellas del cine clásico traspasaron los rodajes, dejando un rastro de escándalos interminables a su paso

Greta Garbo y John Gilbert

Carmen Aniorte

Mucho antes que Nicole Kidman y Tom Cruise, Brad Pitt y Angelina Jolie, Emma Thompson y Keneth Branagh o Woody Allen y Diane Keaton, las historias de amor entre grandes estrellas del Hollywood dorado traspasaron la pantalla. A la memoria de todos están los quiero y no quiero de Elizabeth Taylor y Richard Burton –con la perla peregrina por medio– o Sondra Locke y Clint Eastwood. Ella amó y sufrió al actor de San Francisco a partes iguales. Se conocieron en el rodaje de «El fuera de la ley» (1976) y este título marcó el comienzo de una convivencia dentro y fuera de los platós durante 14 años compartiendo títulos de crédito como «Ruta suicida», «Duro de pelar», «Bronco Billy», «La gran pelea» o «Impacto súbito».

Bajo el título de «Lovers» (Turner Publishing Inc), Linda Sunshine habla de aquellos romances llenos de glamour y en algunos casos de tapadillo para la pacata sociedad de aquellos años . Empezemos por el dueto formado por Greta Garbo y John Gilbert. La esfinge sueca y el gran amante fueron algo más que compañeros de rodaje y todo comenzó con «Flesh and the Devil» (1926). En este título de cine mudo la Garbo devoraba a besos a Gilbert y sus fans enloquecían. Aunque de cara a los técnicos y a sus fans demostraban que lo suyo solo era durante el rodaje, lo cierto es que una vez finlizado el mismo la pareja continuó su apasionado idilio en la mansión de Gilbert. El actor la trató como una reina e incluso, según contaban las crónicas, le hizo construir una pequeña cabaña de madera rodeada de pinos procedentes de Suecia y una cascada artificial para que la actriz se encontrara como en su tierra.

Las malas lenguas, sin embargo, aseguraban que la relación era todo un montaje. Se querían de verdad, pero todo se torció cuando Gilbert le habló a Garbo de matrimonio . Todo estaba dispuesto, pero la actriz no se presentó a la ceremonia y Gilbert, con el corazón roto, se marchó en un mar de lágrimas. Louis B. Mayer se acercó a consolarle, este le golpeó la cara y le hizo añicos las gafas al magnate. El mandamás de MGM, furioso, le gritó: «Te voy a destruir» . Aunque el asunto de la boda fue olvidado, Gilbert y Garbo siguieron siendo buenos amigos... pero nunca volvieron a cruzarse en sus carreras. La llegada del sonoro marcó el final para Gilbert ya que su voz no acompañaba a su porte de galán, pero sobre todo porque Mayer se vengó: utilizó su influencia y le colocó en una lista negra. Mientras que los publicista anunciaban a bombo y platillo «¡Garbo habla!» en «Anna Christie» (1930), la carrera de John Gilbert caía en picado y su alcoholismo dio el remate.

Juntos para la eternidad

Otro caso lo tenemos con el binomio formado por Clark Gable y Carole Lombard . El Roosevelt Hotel situado en el 7000 del Hollywood Boulevard fue el punto de encuentro de esta singular pareja –Gable todavía estaba casado con su segunda esposa–, y con el tiempo se convirtió en su nidito de amor y en la actualidad ha sido bautizado como «Gable & Lombard Penthouse» en su honor, parece que fue el escenario de la época más feliz del protagonista de «Lo que el viento se llevó».

Ella, calificada como la reina de la comedia de los años 30, y él, el galán de moda, formaron una de las parejas más divertidas del Hollywood de aquellos años. Los dos se conocieron en el rodaje de «No man of her own» (1932). Se da la circunstancia de que fue la única película que rodaron juntos, pero fue más que suficiente para que saltaran chispas entre ellos. Gable y Lombard estaban hechos el uno para el otro y los cronistas de la época aseguraban que más que amantes, parecían colegas en una continúa juerga. Tras su relación clandestina y el sonado divorcio de ambos en 1939, contrajeron matrimonio en un pueblecito de Arizona llamado Kimgman.

El ataque a Pearl Harbord que provocó la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial hizo que su tranquila vida como marido y mujer se viera alterada. ¿El motivo? Al estar Estados Unidos en guerra todo el país se movilizó y Hollywood aportó su granito de arena empleando a sus rostros más populares para vender bonos de guerra (los famosos War Bond Tour). Carol se trasladó hasta su Indiana natal y a la vuelta el avión se estrelló frente a una montaña cercana a Las Vegas. Gable se desplazó esperando que hubiera supervivientes. Tras unas gafas negras y con semblante serio, vio como sacaban del aparato siniestrado a su gran amor .

Tras unos meses, Gable se alistó como soldado para homenajear a su esposa. Nunca se recuperó del golpe y tanto su carrera como su vida (aunque se casó dos veces más) no fueron igual. En los años sesenta, durante el rodaje de «Vidas rebeldes», sufrió un infarto. Falleció a los 59 años, y en su testamento dejó escrito que su deseo era ser enterrado en el mismo mausoleo en el que reposaba Carole Lombard, en el Forest Lawn Memorial Park en Glendale (California).

Historias de amor interminables

Desde que el cine comenzó a dar sus primeros pasos, han sido muchas las historias de amor entre actores al calor de los focos y cámaras. La lista es inmensa: Lillian Gish y Douglas Fairbanks en la época muda, Gary Cooper con Clara Bow... aunque la más sonada fue con la impetuosa mexicana Lupe Vélez (esta era la novia de Victor Fleming, director de la película en la que precisamente se conocieron). También parece que hubo algo más con Ingrid Bergman durante el rodaje de «Por quién doblan las campanas». Eterno infiel, los escarceos de Cooper con Patricia Neal («El Manantial") estuvieron a punto de acabar con el matrimonio del actor con su esposa de toda la vida. Esta, siendo católica, declaró que no se divorciaría... por lo que el actor volvió al calor del hogar, aunque se dejó querer por Grace Kelly durante el rodaje de «Solo ante el peligro».

Otros ejemplos más conocidos del gran público son la historia de amor vivida por Spencer Tracy y Katharine Hepburn, Humprhey Bogart y Lauren Bacall, Greer Garson y Walter Pidgeon, Lawrence Olivier y Vivien Leigh y así una larga lista. Sin olvidar la gran historia de amor que nació entre bambalinas y estudios de cine entre Paul Newman y Joanne Woodward, en la que solo la muerte del actor de los ojos azules pudo poner el The End... «¿Para qué vas a comerte una hamburguesa fuera si tienes en casa solomillo?», llegó a decir el actor.

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