Las pesadillas de Chicho resucitan

Rodrigo Cortés, Sorogoyen, Paula Ortiz y Paco Plaza rinden homenaje al maestro del terror en España con una reinterpretación libre de 'Historias para no dormir', que estrena Amazon el 5 de noviembre y se podrá ver seis meses después en TVE

Rodrigo Sorogoyen, Paula Ortiz, Rodrigo Cortés y Paco Plaza, en Sitges Pep Dalmau/Vídeo: Miquel González
Lucía M. Cabanelas

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Chicho Ibáñez Serrador asustó a miles de niños en España, pero no consiguió quitarles el sueño a Paco Plaza, Rodrigo Cortés, Paula Ortiz y Rodrigo Sorogoyen . Ninguno de ellos sintió en su infancia un escalofrío con el quejido de aquella bisagra, con los chillidos agónicos que escapaban del blanco y negro ni con el portazo final que engullía el «Narciso Ibáñez Serrador presenta ‘Historias para no dormir’ ». Nacidos entre los setenta y ochenta, pertenecen en cambio a la generación que creció viendo cómo desfilaban, en el concurso más popular de la televisión de entonces, azafatas con gafas enormes y piernas aún más largas, en parte por culpa de las faldas tan cortas.

«Para mí Chicho era el señor del ‘Un, dos, tres...’» , admite Sorogoyen, autor de ‘El doble’ -sobre «una relación de pareja cotidiana y doble identidad»-, uno de los cuatro episodios que, casi cinco décadas más tarde, actualizan la serie con la que Ibáñez Serrador revolucionó el medio catódico en España. Quizás es que, como maestro del género, mostró con su afilada ironía que no hay puerta, ni siquiera la de sus famosos títulos de crédito, que pueda separar del todo el terror del divertimento.

«El humor es el que salva al horror del ridículo. Cuando haces cine, siempre estás al borde del ridículo», reconoce Cortés, a cargo de la libre reinterpretación de ‘La broma’ , el capítulo más ‘noir’ del cuarteto. «El humor no tiene por qué ser divertido, pero sí impone una distancia que hace las cosas asumibles, sin que nos tomemos en serio más de la cuenta», asegura el autor del Verbolario de ABC, que demuestra en su particular homenaje lo patético que puede llegar a ser pasar a alguien por la quilla. Eso, para los que tengan estómago, como es el caso de sus protagonistas, el trío formado por los premiados Eduard Fernández, Nathalie Poza y Raúl Arévalo. «Quería meterme en líos tonales, tratando de aunar lo divertido con lo espantoso, lo horrible con lo absurdo, con lo ridículo; mostrar que matar a alguien tiene algo de hortera, que es complicado, que la víctima no se deja, y establecer un juego propio del cine negro», reflexiona.

Paco Plaza: «Chicho fue la primera persona que me despidió y eso nunca se olvida»

De mente curiosa incluso cuando todavía no levantaba un palmo del suelo, cuenta Rodrigo Cortés que fue uno de esos niños que, cuando sus padres veían una reposición de ‘Historias para no dormir’ , entreveía la televisión por la rendija del salón, hasta que le mandaban a la cama y su imaginación se disparaba. «Completaba la historia en mi cabeza, y desde entonces ha sido muy importante para mí el no ver, el imaginar, el ver las fotos en las marquesinas de los cines e imaginar esa película que no veía, ir a los videoclubs y repasar las carátulas imaginando películas que no veía. El Chicho de mi infancia es el furtivo», cuenta el director de ‘Buried’ o ‘Luces rojas’.

El Hitchcock patrio

Para Paco Plaza, el que más trató con él, Ibáñez Serrador es «una especie de Gandalf o guía espiritual en el camino del terror». El autor de la saga ‘REC’ le conoció gracias al programa ‘Mis terrores favoritos’, donde el director presentaba los grandes títulos clásicos del género. Su primera colaboración juntos, cuando se intentó reelaborar ‘Historias para no dormir’ a finales de los noventa y principios de los 2000, fue también su primer despido. «Chicho fue la primera persona que me despidió y eso nunca se olvida. Me dijo literalmente: ‘Es que haces lo que te sale de los cojones y yo quiero que hagas lo que me sale a mí de los cojones’. Fue la frase con la que nos dimos el apretón de manos», bromea el cineasta, a punto de estrenar en cines ‘La abuela’, su última película.

Pep Dalmau

Quizás por eso, como una broma macabra, le rinde un peculiar tributo en ‘Freddy’, el más libre de todos los relatos porque, además del mítico ventrílocuo que ya había grabado Chicho, imagina el rodaje de uno de sus capítulos y resucita al genio gracias a Carlos Santos, que lo mismo se convierte en Luis Roldán (‘El hombre de las mil caras’) que revive al Hitchcock patrio, menos orondo pero con el puro sempiterno y, en lugar de un traje y corbata negros, gafas y bufanda blanca. «Uno de los sentidos que tenía hacer esta idea era homenajear al maestro. Me parecía muy simpático sacarle a él como personaje, siendo una figura tan reconocible. Me gustaba jugar con él, con cómo sería Chicho en un rodaje. Me lo imagino con su ironía, con su toque manipulador, exigente y tramposo. Fue una oportunidad de hacer una comedia terrorífica rindiendo homenaje a alguien que para mí fue muy importante», asegura Plaza.

Paula Ortiz , que navega más cómoda en el «realismo poético», se desafió a sí misma dirigiendo ‘El asfalto’, uno de los capítulos más populares de ‘Historias para no dormir’, que en esta reinvención de la serie -que estrena Amazon Prime Video el 5 de noviembre y seis meses después se podrá ver en TVE- está protagonizado por Dani Rovira en lugar de Narciso Ibáñez Menta . La directora de ‘La novia’, que nunca había abordado este género pero en el fondo siempre ha sentido una inclinación interna y personal hacia el fantástico, vio en este proyecto, apadrinado por el hijo del cineasta y productor, la oportunidad de «devolverle a Chicho, de rehacerle».

Rodrigo Cortés: «Los miedos no cambian, el miedo siempre es el mismo. El miedo a lo desconocido, el miedo a la oscuridad, el miedo a la muerte, el miedo a no saber... no cambia desde las cavernas»

Y adaptó para ello la angustia existencial del episodio original, en el que un hombre, sin explicación alguna, se hunde bajo el asfalto. « El miedo a desaparecer y que no ocurra nada, que mañana ya no estés porque la naturaleza implacable lo decidió así y el mundo sigue..., es algo universal, e intentar reconstruir la experiencia física de cómo te hundes era también un viaje interesante. Me pareció una metáfora de una aridez muy profunda y hermosa», explica la cineasta, nominada al Goya en tres ocasiones. Por fortuna, y a diferencia del rodaje original, nadie se olvidó de Dani Rovira y no lo dejaron enterrado.

Esta nueva versión de ‘Historias para no dormir’, respaldada por Alejandro Ibáñez y Prointel , la productora de su padre, nunca tuvo vocación de convertirse en un ‘remake’ de la clásica antología de Ibáñez Serrador ni tampoco de ser literal. «Nos dieron un cofre en el que meter las manos para coger de ahí lo que quisiéramos. Se trataba de encontrar una semilla o una premisa a partir de la cual viajar en direcciones distintas», abunda Rodrigo Cortés, para quien la intención en todo momento fue encontrar una «idea por la que vibrar, en afinidad, para intentar expresarnos a través de ella, cada uno con su propia frecuencia». Plantada la simiente más elemental, tocaba recoger sus frutos: guiones originales, con desarrollos diferentes, con tramas diferentes y diálogos diferentes. También difiere en sus clásicas ‘intros’. Les propusieron presentar sus propias historias, como hacía el maestro del género, pero lo rechazaron porque, como justifica Cortés, «Chicho tenía una imagen, era un icono, un maestro de ceremonias. Como Hitchcock. Eso se lo pueden permitir dos y ya lo han hecho».

Vigencia

Después de un intento frustrado, por fin ve la luz una actualizada ‘Historias para no dormir’. Han pasado casi 50 años entre una y otra, pero la inquietud, la capacidad de sugestionar y la esencia del material original siguen inmunes a pesar del tiempo. Lo fantástico, explican en una conversación los cuatro cineastas, tiene «tal capacidad alegórica y metafórica» que paradójicamente esa vigencia resuena mucho más que otros géneros. «Los miedos no cambian, el miedo siempre es el mismo. El miedo a lo desconocido, el miedo a la oscuridad, el miedo a la muerte, el miedo a no saber... no cambia desde las cavernas. Lo que cambian son los modos de acercarse al espectador, se van sofisticando y dejan de valerle los mismos trucos, así que hay que hacer más prestidigitación », reconoce el director de ‘Blackwood’.

Ya no hay tanta precariedad de recursos, ni la censura que coartó la violencia más implícita de algunos capítulos, ni tampoco los dos rombos, pero los cuatro directores que reviven el legado del maestro mantienen vivo uno de sus grandes valores, su vocación más primaria. La de entretener al público con historias bien contadas. «Tenía ecos de aquella puerta que se cerraba, los chillidos detrás... era algo como muy lejano en la retina más que un referente real en mi imaginario. Pero cuando empiezas a interesarte por el tema te das cuenta del nivel de la calidad narrativa, de la absoluta pasta de narrador puro, de narrador audaz, que tenía Chicho Ibáñez Serrador», dice Ortiz. Por eso fue un pionero.

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