Muere Agnès Varda, la voz femenina de la «Nouvelle Vague» francesa
La artista, pionera del cine galo, ha muerto a los 90 años, después de ser la primera directora en recibir un Oscar honorífico
Antes de instalarse, en vida, en la tierra celeste de las leyendas, Agnès Varda (1928 - 2019), fue una fotógrafa, documentalista, directora de cine y artista plástica de primera importancia, pionera en sucesivos movimientos renovadores de la cultura visual francesa. Fallecida la madrugada del jueves al viernes, Varda era la penúltima superviviente de la «Nouvelle Vague», la gran escuela que cambió el rumbo de la historia del cine francés, influyendo en cierta medida en el nuevo cine norteamericano y europeo posterior a los años 60 y 70 del siglo pasado.
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Varda dirigió «La Pointe courte» (1955) cinco años antes que Jean-Luc Godard realizase «À bout de souffle» (1960). La «Nouvelle Vague» nació entre esas dos películas. Muerta Varda, Godard es el último «mohicano» de un movimiento en el que participaron François Truffaut, Éric Rohmer, Claude Chabrol, Jacques Rivette, Alain Resnais, Louis Malle y Jacques Demy.
Como Louis Malle, Varda fue una inmensa documentalista, que trabajó en campos muy diversos y aparentemente «distantes», del Vietnam y los Black Panthers al universo mucho más «estetizante» de Jacques Demy, su esposo y cómplice. Entre sus largometrajes, «Cléo de 5 a 7» quizá sea su película más famosa. Varda oscila siempre entre la crónica visual próxima al documentalismo y la visión poética de una realidad fugitiva. «Sin techo ni ley» parte de una realidad documental (la vida de una mujer joven, sin domicilio fijo) para explorar territorios íntimos muy profundos. «Jacquot de Nantes» sigue un esquema muy semejante para contar la historia de Jacques Demy, su compañero, su esposo. Y esa fábula intimista también es una crónica de la iniciación al gran arte de la narración visual.
La pareja formada por Agnès Varda y Jacques Demy es por sí sola una página completa de la historia del cine francés de nuestro tiempo, que ella cultivó con un amor que tenía mucho de gran arte. Confesó en muchas ocasiones que su relación íntima con su esposo está en el origen último de buena parte de su obra.
Tras una carrera consagrada a la fotografía, el documentalismo y la realización cinematográfica, Varda decidió descubrir nuevos territorios artísticos , a través de las artes plásticas, proponiendo instalaciones donde siempre se cruzan iluminaciones plásticas «tradicionales» y apariciones visuales de la tradición fotográfica.
Con «Visages, villages», su obra última, Varda regresaba en 2017 al documental que nunca había abandonado. Acompañada de Jean René (JR), un artista cuarenta y cinco años más joven, Varda recorrió casi toda Francia filmando rincones y personajes. Filmaba a la manera muy « nouvelle vague » de la primerísima época, cuando la pareja Godard-Truffaut soñaba con tirarse a la calle para «improvisar» películas entre el documental y el relato poético. La pareja Varda-JR fue un poco más lejos, montando y «mezclando» imágenes. La crónica visual de una cierta Francia rural se confunde con la crónica documental sobre unos personajes encontrados no siempre por azar.
Mientras el resto de sus compañeros de generación y «escuela», realizaron obras esencialmente cinematográficas, Agnès Varda prefirió ser «infiel» a todas las disciplinas, en las dejó una huella propia. Sus películas de corte «tradicional» parten siempre de una realidad inmediata, «testimonial». Sus cortos y documentales siempre están abiertos a una «improvisación» de la naturaleza poética, lírica. Esa «infidelidad» a todos los géneros y disciplinas tradicionales fue la manera de Varda de ser muy fiel a su vocación íntima y primera: la cronista visual de una Francia que desaparecía , con los hombres y mujeres de su generación, sembrando las tierras vírgenes de las nuevas culturas visuales de quienes son ya sus herederos.
