'Lightyear': El astronauta contraataca en la película que Andy veía en 'Toy Story'
Chris Evans resucita al juguete de 'Toy Story' en un 'spin-off' espacial lleno de aventura y corazón
Crítica de 'Lightyear': Desde el infinito a un poco más acá
Al contrario que Neil Armstrong cuando pisó la Luna, su aterrizaje no fue ni un pequeño paso para el hombre ni un gran paso para la humanidad pero terminó por convertirse en una hazaña histórica, al menos para el corazón de casi todos los mortales. Hablándole a su brazo, Buzz Lightyear entró como un elefante de cacharrería en la habitación de Andy e intentó escapar, sin nave y con pirueta mediante, por la ventana. Pero no era capaz de volar, su traje no funcionaba. Programado para cumplir su misión, a aquel astronauta con el mentón de Kirk Douglas y la voz de Tim Allen le sobrevino el estrés postraumático al descubrir, en un anuncio de televisión, que era un juguete; al entender que en vez de huesos, debajo del plástico solo había plástico. Hasta el infinito y más allá tuvo que ir y volver para darse cuenta de que ni la capa ni el propulsor hacen al héroe, sino quien salta con uno al jardín, a la casa de enfrente o al espacio. Pero… ¿y si todo eso viniera luego?
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¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? ¿Y los juguetes con su vida pasada? El astronauta que solo quería ser astronauta se convierte en ‘Lightyear’ en protagonista animado de la película que inspiró el ‘merchandising’; en héroe, por fin, de su propia historia. Una metahistoria, en realidad: cine dentro de cine, con un Buzz en el eje de una aventura clásica de ciencia ficción, con referencias a ‘Star Wars’, ‘Top Gun’ y hasta a ‘2001. Una odisea del espacio’. Al final, ‘Lightyear’ es una historia de orígenes, un homenaje. «Una aspiración», dice la productora, «más que una simple vía de escape». « No era un intento de dejar morir a ‘Toy Story’, es una historia adyacente, una aventura de acción y aventuras de Buzz Lightyear», reivindica Angus MacLane, el director de un ‘spin-off’ en el que reconoce «ciertos ecos» a una franquicia de la que, pese al «parentesco espiritual», quería distanciarse «narrativamente».
Buzz, en efecto, pasa por el filtro del tiempo, viaja al pasado y al futuro casi como en ‘Interestellar’, ya no es de plástico y ahora habla como Chris Evans . En lugar de la serpiente en la bota de Woody, hay un gato androide, Sox -C3PO, que roba algunas escenas; también un beso lésbico, censurado en catorce países musulmanes . Eso sí, hay cosas que no cambian, como su cabezonería… y el eterno hoyuelo de Kirk Douglas: eso viene de fábrica, de la de juguetes o la de Pixar, que por fin regresa a las salas. «Todas nuestras películas están hechas para ser vistas en la pantalla grande. ‘Red’ y ‘Luca’ también lo estaban, pero la situación sanitaria lo complicó. Nosotros solo somos los afortunados de poder volver a estrenar en cines y es genial, porque la experiencia visualmente inmersiva de la pantalla grande no se puede comparar a la de una pequeña», sostiene la productora de la película, Galyn Susman .
Amstrong tiene la foto, pero no hubiera pisado la Luna sin (Buzz) Aldrin y Collins. Tampoco (Buzz) Lightyear habría completado por fin su misión, derrotando a Zurg, una suerte de villano parecido a Darth Vader, sin sus amigos, su familia. «Me gusta el hecho de que no se dé por vencido cuando comete un error, su tenacidad para intentar resolver siempre los problemas. Pero la solución es en realidad aprender a depender de los demás. Creo que es muy interesante que no tenga la solución dentro de sí mismo, que tenga que depender de los demás», reflexiona MacLane. Y así, hasta el infinito… y más allá. Las veces que hagan falta.
