Crítica de 'El peor vecino del mundo': Tom Hanks, a punto de ser un canalla

La película cala sin mojar mucho, humedece sin constipar y es una de esas piezas que tienen alma, humanidad y ese espíritu que tanto se presta a embadurnarse uno en él durante estos días

Tom Hanks en 'El peor vecino del mundo'
Oti Rodríguez Marchante

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En Suecia hicieron esta misma película pero en vez de Otto se llamaba Ove (‘Un hombre llamado Ove’, de 2015) y desde luego no estaba en ella Tom Hanks, un actor tan ‘capriano’, tan caballero sin espada que, como con James Stewart, hay que argumentar muy bien cualquier síntoma de indignidad que se le encomiende en la pantalla. Como intérprete, Tom Hanks solo está cómodo a este lado de la bondad. O solo está cómodo el espectador viéndolo ahí.

El director, Marc Forster, que hizo un peculiar James Bond, ‘Quantum of Solace’ , no necesita gran esfuerzo para explicar a Otto Anderson, pues lo hace estupendamente Tom Hanks: es un viudo casi anciano, con evidentes síntomas de soledad y misantropía y con un sentido del orden y de la norma que resulta extravagante y molesto, también cómico, a los vecinos de su comunidad. En cierto modo, tiene muchos puntos en común con aquel Walt Kowalski que construyó Clint Eastwood para ‘Gran Torino’, lleno de prejuicios, puñetas y recuerdos de su vida plena con su mujer fallecida. La diferencia entre ellos, Otto y Kowalski, a pesar de la apariencia externa, es la misma que existe entre las callosidades de Eastwood y la ductilidad de Hanks, lo que en uno es acción para llegar al melodrama, en el otro es melodrama para llegar a la reacción, que es rascarle al ser humano, como a las granadas, hasta que desaparece lo amargo.

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El peor vecino del mundo

El peor vecino del mundo

La llegada al barrio de una familia hispana, alegre, ruidosa, amigable y con la mujer ya amenazantemente embarazada, le procura al personaje todo ese material de principios y contradicciones que son el argumento de la historia, que explota bien un suave sentido del humor y un profundo sentimentalismo, quizá algo reforzado por la amargura que encierra el personaje, lo que nos cuenta de su pasado en varios ‘flashback’ y el cambio que se opera en él durante el desarrollo de su historia.

‘El peor vecino del mundo’ cala sin mojar mucho, humedece sin constipar y es una de esas piezas que tienen alma, humanidad y ese espíritu que tanto se presta a embadurnarse uno en él durante estos días.

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