Adriana Ugarte y su cambio de registro en 'Lobo feroz': «Siempre existe el fantasma de ser olvidada»

La actriz acaba de estrenar un oscuro thriller criminal en el que construye un personaje muy alejado de lo que ha hecho hasta ahora

Crítica de 'Lobo feroz'

Adriana Ugarte en 'Lobo Feroz' Dani Medina

F. Muñoz

Desde su debut en el cine en 2006 con 'Cabeza de perro' hasta el estreno de ' Lobo feroz ' este viernes, Adriana Ugarte (Madrid, 1985) ha navegado por todos los registros dentro de la pantalla. De todas las pantallas, grandes y pequeñas. Y, sin embargo, asegura que le queda «todo por hacer». Lo dice, en realidad, como una forma de retarse. Es la forma que tiene de afrontar su carrera una actriz que para su último trabajo ha cambiado tanto de registro que, durante algún instante, es difícil de reconocerla.

-¿Cómo se atrevió con un cambio de registro tan radical?

-Ha sido un proceso radical a partir de tomar la decisión de saltar al vacío y alejarme del concepto de personaje embellecido. Lo preparé con Elvira Mínguez y cuando llegó el guion sabíamos que era un personaje que acababa de salir de la cárcel, con un pasado muy traumático, una juventud marcada por los reformatorios, las drogas... un perfil muy oscuro y sucio. Ese abanico tan amplio nos dio la posibilidad de elegir un cuerpo y una manera de moverse que fuera diferente y que a nivel interpretativo fuera un reto. Le hice la propuesta al director con poca esperanza de que me la comprara, pero confió, y ya en el rodaje incorporé más y más cosas que me iba pidiendo el personaje. El proceso ha sido bonito, con la intención de que la transformación física viniera de un mapa de traumas internos, que viniera de dentro, no solo en un constructo con una forma original e impactante.

-La película es un 'remake' de una cinta israelí, ¿vio a su personaje "original"?

-No vi la película original a propósito. Era condicionarme. Prefiero no hacerlo, para partir de cero. El personaje de la original era un hombre, y no quería contaminarme.

-Tras años asentada en la industria, ¿ya puede decir no y elegir los proyectos con más facilidad?

-Bueno, es un privilegio absoluto poder elegir, y también es importante el trabajo de no dejarse llevar por grandes expectativas y ser demasiado sibarita. Hay proyectos que no cumplen la ecuación ideal pero tienes que hacerlos, porque tienes que trabajar. El trabajo es el trabajo, y hay que seguir adelante, y eso no hay que perderlo de vista. El ideal no existe.

-¿Cómo vive el abismo de «la normalidad» tras un rodaje tan intenso?

-Lo vivo bien porque disfruto mucho mi tiempo libre, me gusta mucho mi vida privada. Eso es un punto a favor, porque sueles acabar los proyectos muy cansada y agradeces también esa vuelta a la realidad. Luego tienes que aprender a gestionar también si pasa el tiempo y no llegan proyectos, o los que llegan están muy, muy lejos de lo que esperas... Eso a veces se lleva mal porque siempre existe el fantasma de ser olvidada.

-¿Cómo ha cambiado la industria en los 20 años que lleva trabajando?

-Ha cambiado todo mucho. Empecé a trabajar hace más de 20 años... Y ha cambiado todo porque antes no había redes sociales. Ahora es un requisito casi indispensable para poder dirigir tu carrera. Toda la labor de promoción está dirigida a las redes, y cuando no trabajas, tienes que seguir activa. Eso es un trabajo extra y hay que tomar una distancia sana. Hay que aprender a utilizarlas, y no me parece nada fácil ni creo que sepa hacerlo a la perfección. Cada vez me replanteo, de forma periódica, si me está perjudicando, beneficiando, qué energía vital requieren... plantearse estas cosas es algo sano.

Adriana Ugarte, para ABC Isabel Permuy

-¿Si mira atrás a esos 20 años de carrera, qué es lo primero que piensa?

-Lo primero que me viene a la cabeza es ilusión, es lo primero que pienso al mirar atrás. Las ganas de trabajar y de hacerlo bien. Cuando empezaba, la interpretación era toda mi vida, el único centro de mi vida. Con el tiempo te vas tranquilizando, pasa a formar un lugar especial en tu vida, es tu vocación. Yo siento mucha gratitud porque he podido trabajar mucho y trabajar en personajes que me han ayudado a crecer como en lo profesional y en lo humano. Y a la vez, con el tiempo, ya no te obsesionas tanto como al principio. Enfocas el trabajo con más calma, ya no vives la incertidumbre o el fracaso con tanto dolor, o con tanto vértigo. Aprendes a relativizar y eso te ayuda a vivir mejor.

-En los últimos cuatro años no ha hecho cine, solo televisión... ¿Qué ha pasado?

-No ha sido buscado. A veces aparecen proyectos de tele que te molan y te ocupan dos meses de rodaje, dos de promoción... pero no haber hecho cine no ha sido algo pensado.

-Es de las que ha pasado del cine a la televisión, y viceversa, sin problemas, desdibujando una frontera que cuando empezó era muy palpable...

-Me encanta la idea de haber intentado desdibujar fronteras, porque siempre he intentado enfrentarme a los trabajos sin prejuicios, nunca he pensado que un medio fuera mejor que el otro.

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