Crítica de 'Lobo feroz': Motivos para perder la cabeza
Se echa en falta un giro de guion que le dé algo de grandeza o grosor a lo turbio
Tiene todos los ingredientes del thriller descarnado y cruel, un argumento frío, oscuro y envuelto de sentimientos putrefactos, unos personajes que han llegado ahí enfermos, doloridos, llenos de maldad y sin temor al sufrimiento y la muerte, y sitúa al espectador frente a unos dilemas que de ningún modo razonable puede resolver. Una película abocada a la descomposición, al padecimiento y a una intriga terrible e insana.
Los tres personajes principales de la historia son un policía de mala praxis, bestial, un hombre de aspecto corriente del que se sospecha que es un pederasta y asesino de varias niñas a las que decapita y esconde la cabeza y la madre desquiciada de una de esas niñas. Tres personajes de composición difícil para los actores, Javier Gutiérrez , siempre en el punto exacto de turbiedad, Adriana Ugarte revestida física y psicológicamente con retales del cine de terror y Rubén Ochandiano , que le procura a su extraño y dudoso personaje pliegues desconcertantes y que induce a las ondulaciones éticas a la historia, que se debate entre la venganza, la justicia y la verdad. Y tienen papeles de relleno (un sustancioso relleno) Antonio Dechent, Juana Acosta y la niña Luna Fulgencio.
Ficha completa
Lobo Feroz
La alusión del título al cuento es más circunstancial que metafórica, aunque la muy insistente presencia de un lobo la refuerza quizá en exceso. Gran parte de la trama ocurre en el interior y el director, el uruguayo Gustavo Hernández , lo convierte en un espacio de angustia, miedo, brutalidad y especulaciones para el espectador, pues ningún personaje es positivo ni atractivo. Hay un torrente de violencia explícita que encamina el argumento hacia lo cercano al gore y hacia un punto de disparate resuelto de cualquier modo. Se echa en falta, digamos, un giro de guion que le dé algo de grandeza o grosor a lo turbio.
