Crítica de «Manual de la buena esposa»: La moral, la moralina y Mayo del 68
«La primera parte de la película tiene todas las virtudes para sorprender, divertir y hasta escandalizar con su descripción de ese colegio»
El argumento se sitúa en un lugar y un tiempo en el que la discordancia resulta prometedora para la historia: una escuela de provincias en la que se prepara a las jóvenes casaderas para emprender esa aventura hogareña del matrimonio y la entrega, durante esa época convulsa de obra y pensamiento que fue a darse de bruces con el Mayo del 68 . De tal modo que el director utiliza el tono de vodevil, con el añadido de un cristal deformante, para modelar su relato y construir sus personajes. La primera parte de «Manual de la buena esposa» tiene todas las virtudes para sorprender, divertir y hasta escandalizar con su descripción de ese colegio, su «manual» y la vida y costumbres de profesoras y alumnas, todas ellas lideradas por la entusiasta directora, que interpreta una Juliette Binoche en modo travesura con la ropa bien prieta y la caricatura bien holgada.
Quizá al director se le escapan los hilos del contraste entre lo nuevo y lo viejo y lo esencial y lo accesorio, y resulta mucho más interesante, divertido y brillante el «mundo viejo» que los problemas y anhelos de las jóvenes casaderas; y esto ocurre principalmente porque la presencia de Binoche y la compañía de la gran Yolande Moreau y de Noémie Lvosvsky, la una cuñada y tarada, y la otra monja a contrapié, resuelven las extravagancias e incoherencias de la trama entre la simpatía y el surrealismo. Cuando se pierde la acidez, la desfachatez, y el relato busca su confluencia con el «espíritu del 68», ya todo se vuelve modosito, correcto, didáctico y acorde al formulario.
Dirección : Martin Provost. Intérpretes : Juliette Binoche, Yolande Moreau, Noémie Lvovsky...
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