Crítica de «Indiana»: América de los espíritus
Toni Comas, que empieza a labrarse una interesante carrera internacional, sorprende con este título, con vocación de convertirse en cine «de culto»
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Que nunca sepas lo que va a ocurrir en una película (¿de miedo?) es casi un milagro. Toni Comas, que empieza a labrarse una interesante carrera internacional, sorprende con este título, con vocación de convertirse en cine «de culto». En la América más profunda, dos «doctores del espíritu» investigan posesiones, violaciones extraterrestres, casas encantadas y otros fenómenos paranormales. Acto seguido, «hacen limpieza».
Lo más interesante es la mirada distinta de Comas, casi estratégica, en la que cuesta discernir si estamos ante un documental o una magnífica invención. Los actores, verosímiles, incluso aprovechan para criticar los excesos de Hollywood al encarar estos sucesos. El conjunto sitúa al espectador en el estado mental adecuado. Lo empujan a creer en el lado oscuro, en una forma de sugestión brillante, casi subliminal. La conclusión de un escéptico, que no resta valor, es que el mal anida entre nosotros y no entre los espíritus.
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