Crítica de «Domino»: Brian (casi) de Palma
Poca cosa, esperamos que este no sea el último capítulo de la vida de Brian como cineasta
Ficha completa
Si es usted un fan muy fatal de Brian de Palma , como el que suscribe, sufrirá con este nuevo título suyo , que llega después de un largo proceso interruptus de rodaje y posproducción. Seguro que esta no es la película que quería hacer: las costuras o las cicatrices del argumento asoman por doquier, el héroe es un actor danés más bien negado, Guy Pearce aparece cada poco de «deus ex machina» (de la CIA, mayormente) como si estuviera en una película diferente, y hasta Carice van Houten («El libro negro») pasa como desapercibida…
De Palma es, y los fans lo sabemos, un cineasta muy irregular pero tiene un sentido del cine, de gozar haciéndolo y haciéndonoslo ver, al que solo se acerca Tarantino. Pero necesita medios, necesita poder poner en marcha y jugar con ese tren eléctrico gigante que solo el gran capital de Hollywood proporciona. Y no lo tiene, como no lo tenía en su anterior «Passion», de producción alemana. Pero aquí es peor porque sólo en dos o tres ocasiones vemos aflorar ese placer del cine que derrochaban «Carrie», «Impacto», «Los intocables» o «Misión imposible». Y lo vemos aflorar en versión tablet, no en pantalla panorámica, como debe ser.
Una persecución inicial por tejados en donde paga el obligado IVA a Hitchcock. Un atentado en directo en un festival de cine, como en su última gran obra «Femme fatale», en donde parece que quiere asomar su habitual juego maestro con la tecnología visual. Y el tour de force, más bien de forceps, del presunto gran final en una plaza de toros. Poca cosa, esperamos que este no sea el último capítulo de la vida de Brian como cineasta.
