Crítica de 'Conspiración en El Cairo': Una mirada a los rincones oscuros de la mezquita

Es una película de género y que utiliza sus claves más reconocibles, aunque el territorio donde ocurre la trama y los personajes principales le otorgan una notable cantidad de originalidad estética y argumental

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Imagen de 'Conspiración en El Cairo'
Oti Rodríguez Marchante

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El director Tarik Saleh nació en Estocolmo pero sus orígenes son egipcios y a ellos acude para hacer sus dos largometrajes más reconocidos hasta ahora, ‘El Cairo confidencial’ , en 2017, y éste que se estrena, que posee una atmósfera menos ‘noir’ que el anterior pero con su particular manejo de la intriga, en este caso política y religiosa. Elabora él mismo el guion alrededor de un personaje muy interesante, un joven pescador que ingresa en la universidad de Al Azhar, de El Cairo , la más importante e influyente y en la que se reparte el bacalao del poder islámico, algo que no se aprende en una mañana, como la Economía en España, pero que Tarik Saleh se esfuerza en hacerlo comprensible.

Es una película de género y que utiliza sus claves más reconocibles, aunque el territorio donde ocurre la trama y los personajes principales le otorgan una notable cantidad de originalidad estética y argumental, con nudos, giros, dobles juegos y códigos relacionados con la cultura y la religión islámica, sin perder el espesor del cine de intrigas, crímenes y mafias.

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El Cairo confidencial

El Cairo confidencial

El desarrollo de la trama es inteligente y mantiene al espectador siempre un paso por detrás de los acontecimientos y, en especial, del protagonista, el joven pescador, que es aún más inteligente y calculador que la propia trama, y con una divertida capacidad de ver, prever y sobrevivir un poco al estilo de Michael Corleone con un leve (leve) cruce de 'El nombre de la rosa'. La ambientación es espectacular, las tomas de la institución religiosa, los patios, los rezos y confabulaciones, todo ello mezclado con el espionaje policial, la lucha por el poder y la envergadura amoral que produce el otro personaje de la historia, el policía que interpreta Fares Fares, un actor al que recordarán por aquellos casos del Departamento Q, pero sobre todo por lo especial de su nariz antibrújula, que apunta al sur aunque él mire al cielo.

Se saca de ella la impresión de que toca teclas arriesgadas de los Estados islámicos, religión, política e ideología, y que, justo por ello, no pudo rodarse en Egipto. La impresión de que es una película que sabe ‘cosas’ y que nos las cuenta aunque las entendamos a medias.

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