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La revolución psicológica de Klinsmann

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El 29 de julio de 2004 está grabado en el calendario deportivo de Alemania como un día histórico. Las principales cadenas de televisión interrumpieron sus programas habituales para transmitir en directo una rueda de prensa que tuvo lugar en la sede de la Federación alemana de Fútbol (DFB) para presentar al nuevo técnico de la selección.

«Los aficionados tienen el deseo y la gran esperanza de que en 2006 seamos campeones mundiales en nuestro propio país. Esa es también mi meta», anunció Jürgen Klinsmann con una seguridad que desconcertó a sus compatriotas. Así comenzó la era Klinsmann, pero el camino que tuvo que andar para llevar a Alemania hasta los cuartos de final ha sido largo, amargo y difícil. Armado con una visión nueva del fútbol, el técnico puso en marcha una estrategia que casi lo condenó al infierno a causa de varias derrotas ominosas.

Después de designar su propio equipo de trabajo, Klinsmann inició una delicada iniciativa psicológica en el terreno deportivo. Aisló a sus jugadores de los funcionarios de la Federación y, poco antes del comienzo del torneo, proyectó al equipo una película con un título sugerente: 'Desafío 2006'. El filme incluye escenas emocionantes de las finales de 1954, 1974 y 1990.

«Estamos convencidos de que podemos derrotar a Argentina», dijo ayer el seleccionador alemán en la última rueda de prensa antes del crucial partido. «Queremos jugar rápido y hacia delante y lo hemos logrado en los otros partidos. Somos conscientes de lo que ha crecido el equipo, de dónde estaba hace dos años y dónde está ahora».

Pero Klinsmann ya demostró su optimismo el mismo día que el equipo ocupó su cuartel general en Berlín. Para alcanzar la meta anunciada hace dos años, logró la colaboración de Hans Dieter Hermann, un famoso psicólogo de la Universidad de Heidelberg, el primero con que cuenta la selección en toda su historia. En vísperas de cada partido, el seleccionador designa a un jugador reserva para que aliente a sus compañeros. En el vestuario, les obliga a abrazarse y todos juntos repiten tres veces la nueva consigna: «¿Somos un equipo!».