Los pobres caballos también sufren los rigores del calor y por ello se han instalado abrevaderos en el Real del Hontoria. / JAVIER RÍOS
Jerez

Muchos grados y más diversión

La Feria del Caballo apura sus últimas horas bajo un calor sofocante que no impide que el Real del González Hontoria presente su mejor entrada tras cinco largos días de fiesta infatigable

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La Feria del Caballo entra en su recta final y la cara de los feriantes es el fiel reflejo del cansancio y trajín de los que están viviendo estos días en esa pequeña ciudad del jolgorio en la que se convierte el parque González Hontoria en estas fechas bien entrada la primavera.

Ninguna de las personas que pisan el Real diariamente sabe en qué momento del día se lo está pasando de gloria, porque son tantas las horas en la Feria, que no tienen conocimiento de si se han ido a casa o están de vuelta.

A pesar de ello, las quejas son continuas entre los amigos. Tales como el trasnochado: «¿No puedo más. Voy a reventá!», «¿yo esta noche no vengo, y mañana pá los Caños!», «porque han venido mis colegas de Madrid, que si no, iba a estar yo aquí». Así uno y otro llanto se pise la caseta que se pise.

Además, el calor apretó ayer de lo lindo y eso obliga a mojar el ombligo, lo cual nos lleva a repetir el mismo guión diariamente desde que comenzó la «fiesta del fiesta». Muchos grados, más a los que arde el papel de Bradbury. El protagonismo en estos últimos días se lo llevan las mujeres con trajes de gitana y los enganches y caballistas. Flashes y flashes, uno tras otro en el mismo centro neurálgico del circuito dedicado esta semana a la aclamación al cuadrúpedo.

Tanto sofoco seguido obliga a buscar un lugar en el que reposar el trasero y olvidarse durante unas horas de lucir palmito por las calles del Real. Por eso ayer, ya a mediodía, las casetas estaban a rebosar; mucho rebujito y medias de fino, cerveza fresquita y marisco y pescaíto de la Bahía. Es sabido que un buen guiso revive a un difunto, pero con estas temperaturas diurnas es sumamente arriesgado.

Algunos caballistas sufrieron los rigores del calor y por eso alguno se llevó tal costalazo que tuvo que ser evacuado hasta el hospital.

El día también fue aprovechado por los más pequeños, con eso de que no tienen clase -y por algunos mayores- para desvalijar a sus padres y darse una ronda por las cunitas, los coches de choque, los caballitos de la reina, etc. Vamos que al doble de precio que el lunes pasado, pero siguen durando la mitad de tiempo. ¿Una ruina, oiga!

En la Feria caben todos, hasta unas hermanitas del Perpetuo Socorro que también se dieron su paseo para presenciar el hermoso panorama que presenta el recinto ferial durante estos días.

Pero como al día le precede la noche, tal fue la del jueves que los chiringuitos de Comandante Paz Varela todavía no estaban dispuestos para los clientes a unas horas en las que los comercios del centro echaron el cierre para no abrir hasta el denostado y requerido lunes de resaca.

El aguacero de la mañana llevó a los operarios de Ximénez Electricidad a hacer algunos arreglillos en el alumbrado del Real de la Feria, ya que saltaron los fusibles cuando a la diez de la noche llegó el momento de iluminar el Hontoria.

Las últimas pelas que quedan en el bolsillo son para avalorios y maravillas a buen precio, e incluso para unos churros o hamburguesas con las que paliar la fame antes de llegar a casa.

La música en directo es protagonista en la Feria nocturna. La CGT, los Gallos, el PSA, la Farándula. El chunda chunda queda muy lejos y eso da la oportunidad para ver en acción a la Guadalete Blus Band por los alrededores del Templete Municipal y con los acordes de Johnny Reb y entrelazar con Paquito Chocolatero, el Chupinazo y un repertorio de blues para no desentonar con la pinta, que estos ¿son de Nueva Orleans de los Ríos!

Antes de llegar a la zona de exclusión, en la del PSA, los Pájaros Grifo amenizan la noche con recuerdos a los Rolling Stones, Siniestro Total, Rosendo, Dylan, Kinks, T-Rex y algún otro tema propio dedicado a los curritos. Cuando suenan los acordes de el Bailaré sobre tu tumba, alguno ya piensa que están en el hoyo cuando en realidad están pensando en la cama.

Buenas versiones rockeras para los que tienen más de treinta y se resisten en esas trincheras llamadas casetas.

En la Farándula y los Gallos tiran más para los años ochenta, y poco de rumba rumbera de los Siempre Así, que son eternamente un buen recurso cuando no se quiere sevillanas y hay ganas de mover las caderas.

Por la mañana, los adoquines de las calles cercanas al Real estaban plagadas de pegatinas de la grúa municipal en las que recuerda a uno que su coche se encuentra en el depósito por «estacionar donde no se debe». Y es que algunos aparcan donde les da la gana con tal de tener el cochecito en la misma puerta. Pues nada a pasar por caja, o a la cola de los taxis, que son muy animadas cuando ésta toma dimensiones espectaculares. Y es que los autobuses a las tres de la mañana se dan el piro.

Hoy llega un día para los jóvenes, con lo cual el Real se hace necesario visitarlo a mediodía y fugarse para el keli antes de la hora de las brujas. Que el cuerpo no aguanta más, el bolsillo tiene ya hasta telarañas y el del banco ya no nos conoce.

Sábado, sabadete, a la Feria, y después un Cinema-trix. Que no damos para más y el domingo siempre se puede aprovechar para echar el último vistazo.