MILITAR. El sargento Gómez, con su madre, en un acto castrense.
MUNDO

Doble tragedia en la familia Gómez

Un sargento de EE. UU. muere en Irak tres años después de que su novia cayera en el mismo lugar de operaciones

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CUANDO el año pasado el sargento José Gómez -un joven dominicano residente en el barrio neoyorquino de Queens- supo que el Ejército de Estados Unidos le pensaba destinar de nuevo a Irak, tuvo claro que no le contaría nada a su madre. No quería preocuparla innecesariamente y remover de nuevo toda la angustia que generó su primer destino hace tres años en el teatro de operaciones del país pérsico.

Por eso, se le ocurrió decir en casa que se iba a Texas para estudiar cursos de Economía, una historia más o menos verosímil ante el incentivo de becas universitarias ofrecido a los militares norteamericanos.

Pero el embuste del sargento para no preocupar a su madre, María, incluidas puntuales llamadas telefónicas todos los sábados, quedó definitivamente desbaratado el pasado fin de semana. Fue cuando dos militares y un traductor se personaron en el humilde apartamento de la familia, situado en la barriada de Corona, para comunicar la triste noticia de que José Gómez, de 23 años, había muerto el 28 de abril cuando su todoterreno fue alcanzado por un artefacto explosivo en la capital, Bagdad.

Exactamente de la misma forma en la que, durante su primer destino en Irak, había fallecido su novia y prometida, Ana Laura Esparza, otra inmigrante de origen mexicano. Ambos se habían conocido durante su entrenamiento básico en la gigantesca base de Fort Hood, Texas.

Y ambos fueron destinados en 2003 a Irak, él como mecánico de vehículos blindados y ella en una unidad de policía militar. En vez de volver a Houston, casarse, estudiar psicología y tener hijos, Ana Laura se convirtió el 1 de octubre de 2003 en una de las primeras mujeres del Pentágono muertas en el país del Golfo cuando su vehículo todoterreno fue alcanzado de lleno por una improvisada bomba en Tikrit.

Amor en guerra

Meses antes, Ana Laura llegó a escribir a una de sus mejores amigas sobre su amor en tiempos de guerra: «Estuve a punto de llorar cuando me pidió que me casara con él. José estaba tan nervioso que apenas le salían las palabras Todavía falta mi anillo y que les pida permiso a mis padres. No puedo imaginarme compartir los momentos más preciosos de la vida con otra persona. Realmente, creo que estamos destinados el uno para el otro».

La muerte de su prometida pasó a ser una especie de doloroso tabú para Gómez, según ha explicado su familia. Una vez terminado en el año 2004 su compromiso inicial en servicio activo, el joven dominicano decidió no reengancharse. Entonces empezó una nueva vida con estudios de contabilidad y un nuevo noviazgo con una compañera de clase, María Canario. Todo perfecto hasta que, por su estatus de reservista, a finales del año pasado fue llamado de nuevo a servicio activo en las filas de la Cuarta División de Infantería.

Según ha declarado María Canario, «se enteró un jueves de que se tenía que ir un lunes. Tenía la obligación de incorporarse, pero no creo que él quisiera. Yo estaba llorando y muy disgustada, pero él me dijo que no me preocupase y que no actuase como si no fuera a volver».

El ultimo día que la pareja pudo hablar por teléfono, justo la víspera de la muerte del condecorado sargento, María recuerda que le dijo que estaba bastante cansado y mencionó las flores que quería enviar a su casa para celebrar el Día de la Madre.

Ahora, entre las múltiples llamadas de pésame que la madre de José Gómez ha recibido durante esta semana figura la de la madre de Ana Laura, Armandina Esparza. Las dos mujeres se han visto sólo una vez, durante el funeral de la joven policía militar hace tres años. Reviviendo una vez más la tragedia de su hija, Armandina ha dicho en español a María Gómez: «Va a ser lo mismo de la última vez», prometiéndola ir a la iglesia en Houston a rezar por sus respectivos hijos muertos.

El funeral y entierro del sargento Gómez está previsto para el miércoles. Pero en un detalle adicional de crueldad burocrática, a su otro hermano, que vive en la República Dominicana, se le ha negado el necesario visado para acudir a las exequias. Lo cual ha servido para recordar cómo muchos hispanos en EE. UU. utilizan la vía militar para intentar llegar al sueño americano. De hecho, en los últimos tres años de guerra y posguerra, 271 soldados como el sargento Gómez y su prometida han muerto en Irak.