Jonathan Sesma.
Cádiz C.F.

¿Menudo experimento!

La apuesta de Espárrago de colocar en la punta de ataque a Sesma y Enrique mejoró la efectividad ofensiva del equipo amarillo

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Tres goles, tres. Nunca el Cádiz había conseguido esa cifra en lo que va de Liga -sólo en Copa ante el Sevilla-. La apuesta de Víctor Espárrago de colocar en la punta de ataque a Jonathan Sesma y Enrique, renunciando a las bandas y apelando a la velocidad de ambos para finalizar las jugadas, no pudo ser más acertada. El canario y el extremeño aprovecharon el correcalles en el que se convirtió el encuentro en muchos momentos para mostrar su verticalidad y dinamismo en la zona de ataque. Además, se cumplió la máxima a la que el 8 amarillo había implorado durante la semana: la efectividad. Aunque en un par de ocasiones se pudo hacer más daño a la zaga ché, lo cierto es que esta vez la delantera amarilla sí funcionó. Enrique y Oli se repartieron todo el gol que le faltaba a Medina durante estas últimas semanas, toda la lucha que aportaba Oli y todos los movimientos tácticos que realizaba Nenad.

Desde un primer momento se vio que el experimento dispuesto sobre el terreno de juego podía ser válido. Un fuera de juego milimétrico de Sesma tras pase de Paz y una internada de Enrique por la banda derecha que terminó en córner fueron el anticipo al tanto de este último, que se lanzó como un buitre hambriento (de gol) sobre el balón rechazado por Cañizares.

El peligro del Cádiz llegaba siempre a la contra y con claro protagonismo de la dupla atacante. Así pudo poner Sesma el empate a dos si no llega a interponerse Miguel en un pase algo impreciso por parte de Enrique.

No falló la conexión entre Zipi y Zape en el 4-2. Sesma ponía algo de emoción con un cabezazo preciso al anticiparse a la perla negra del Valencia. El broche de oro, el gol de falta directa que se sacó el canario de la manga.