Los padres del pequeño Tommaso, a su llegada a una comisaría el pasado día 22. / AP
MUNDO

Un albañil confiesa la muerte del niño italiano secuestrado hace un mes

Los captores querían exigir dinero al padre, pero asesinaron a Tommaso a los pocos minutos de raptarle

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El pequeño Tommaso está muerto. Lo supo ayer Italia en medio de una gran conmoción en torno a las ocho de la noche. Mario Alessi, un albañil que había hecho unos trabajos en verano en la casa de la familia del pequeño, fue detenido por la mañana y por la tarde confesó la muerte de Tommaso Onofri, el niño de 18 meses secuestrado el pasado 2 de marzo en un pueblo cercano a Parma, en el norte del país. Era epiléptico y el caso fue especialmente dramático, con llamamientos de la familia a los captores, porque debía tomar una medicina cada 12 horas.

El misterio se ha aclarado de forma brutal: Alessi, junto a otro hombre y una mujer, Salvatore Raimondi y Antonella Conserva, también arrestados, lo secuestraron con la intención de exigir dinero al padre de Tommaso, cajero del banco de la oficina de correos. Según las primeras escalofriantes revelaciones, lo asesinaron a los pocos minutos del secuestro: Alessi y otro de sus cómplices huían en un ciclomotor con el pequeño y por los nervios tuvieron un accidente. El niño lloraba sin cesar y lo mataron allí mismo, en un ataque de locura.

Alessi, de 42 años y que ya era investigado desde hace algunos días, acompañaba ayer por la tarde a los agentes, esposado y cabizbajo, a la búsqueda del cuerpo en la ribera del río Enza, a pocos kilómetros de la casa del pequeño. Cayó la noche sin noticias de ningún hallazgo y a última hora de ayer continuaba el rastreo de la zona. Fue el final de la gran operación decisiva lanzada desde la madrugada por la Policía para lograr el desenlace del caso. Durante la noche, 300 carabinieri practicaron 28 registros y fueron detenidas e interrogadas 43 personas en tres provincias. A las siete de la tarde, el primer comunicado de la Policía confirmaba que estaban sobre la buena pista y que aún había posibilidades de encontrar con vida al niño. Sin embargo, poco antes de las ocho, Alessi salió esposado rumbo a una zona de descampados y empezó a temerse lo peor. La Policía lo confirmó poco después.

Huella en cinta aislante

La clave de la resolución del misterio ha sido una huella encontrada en la cinta aislante con la que los captores ataron a los padres del niño la noche del secuestro. Dos personas entraron mientras la familia cenaba, robaron 50 euros y se llevaron al pequeño. La Policía siempre sospechó que se trataba de un robo simulado para hacer creer que el secuestro fue una idea espontánea, pero que en realidad los delincuentes entraron en la vivienda desde el principio con el objetivo del secuestro.

En este mes de angustia se han oído todas las hipótesis y se llegó a sospechar de la propia familia, sobre todo del padre, que como fruto de los registros de la casa se vio implicado en un sucio asunto que no tenía relación con el caso, pero marcó su imagen para la opinión pública: fueron hallados cientos de imágenes de pornografía infantil en su ordenador. Por esa razón fue acusado de posesión de material pedófilo, aunque él alegó que los recopilaba para una denuncia. La familia, cada vez más destrozada, superó ese trago, pero cada vez parecía más abatida. Ayer supieron por fin la verdad. Alessi había declarado: «Yo también tengo un hijo, no haría nunca daño a un niño».