Captura del vídeo emitido este miércoles en la cadena ETB. / EFE
DESDE EL viernes 24 DE MARZO

ETA decreta un alto el fuego permanente

Reivindica «un nuevo marco» político y pide a los estados español y francés respeto a lo que decidan los vascos La banda difundirá hoy otro comunicado, tras su escueto anuncio

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ETA ha protagonizado al fin el gesto esencial que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y las fuerzas políticas le habían reclamado para poder emprender formalmente el camino hacia la paz en Euskadi. La organización terrorista anunció a mediodía, a través de un comunicado acompañado de un vídeo remitido a EiTB y los diarios 'Gara' y 'Berria', su decisión de decretar un «alto el fuego permanente» que entrará en vigor a partir de mañana, siete años y seis meses después de la tregua incondicional e indefinida que declaró el 16 de septiembre de 1998 al calor del Pacto de Lizarra. A diferencia de entonces, la banda ha dejado esta vez para las hemerotecas una escueta declaración de apenas veinte líneas, escrita con un lenguaje alejado de su tradicional beligerancia y que hoy se verá amplificada por un nuevo mensaje en el que concretará sus intenciones.

A la espera de conocer con exactitud su contenido, tanto los Gobiernos central y vasco como el grueso de los partidos, salvo el PP, dieron ayer por válido el paso de ETA para poner en marcha la maquinaria del proceso de paz; un proceso que ha ido engrasándose con conversaciones discretas de los socialistas y la izquierda abertzale, incentivadas a raíz de la llegada al poder de Zapatero y de la apuesta por las vías políticas explicitada por la ilegalizada Batasuna en el velódromo de Anoeta el 14 de noviembre de 2004. La ETA que ha respondido ahora a la estrategia de mano tendida del presidente del Gobierno si depone las armas es una organización debilitada por el acoso policial y judicial y la pérdida de amparo social, que llevaba casi tres años sin asesinar después de haber roto la anterior tregua segando la vida de 46 personas.

En un gesto casi inédito, la banda puso voz de mujer a su declaración; la activista encargada de anunciar la distensión aparece en el vídeo flanqueada por otros dos etarras encapuchados como ella. El mensaje arrancó directamente con la declaración de alto el fuego «permanente», una calificación que no certifica una decisión definitiva de renunciar a las armas y la extorsión y de no tutelar la negociación política -lo que ha forzado a los partidos a mantenerse en una cautela esperanzada-, pero que sí ha sido interpretada por el Gobierno socialista como un síntoma en la dirección correcta mirándose en el espejo de Irlanda. El IRA utilizó ese adjetivo en 1997, con anterioridad al acuerdo de Stormont que encauzó la paz, aunque el comunicado de ETA se asemeja en su tono y su contenido al formulado por el Ejército Republicano Irlandés el 31 de agosto de 1994, en el que daba por alentada «una oportunidad para un asentamiento justo y duradero». La dirección etarra habría sintetizado en uno el espíritu de aquellos dos movimientos.

Sin alusiones

A diferencia del IRA, la organización vasca no hace alusión alguna ni a sus militantes ni a sus más de 600 presos; y tampoco reivindica con todas sus letras la soberanía plena y la territorialidad de Euskal Herria, las reivindicaciones de cabecera en las que sustentó su prolijo comunicado de la tregua de 1998. Sí afirma que el objetivo del alto el fuego es «impulsar un proceso democrático en Euskal Herria» que desemboque en un «nuevo marco» sobre dos premisas: «la posibilidad de desarrollo de todas las opciones políticas» -es decir, el regreso a la legalidad de la izquierda abertzale- y el reconocimiento de «los derechos» del pueblo vasco; tradicionalmente, el eufemismo de la autodeterminación.

ETA, sin embargo, no emplea tampoco esa terminología que le ha sido tan propia y sostiene que el proceso deberá concluir con los ciudadanos ejerciendo «la palabra y la decisión sobre su futuro». Un pronunciamiento que, precisa la dirección etarra, «deberá ser respetada» por los estados español y francés, a los que llama a asumir «los resultados» de ese proceso «sin ningún tipo de limitaciones». Junto a ello, pide a ambos que respondan de «manera positiva» a la nueva situación que se abre a partir de ahora y dejen a un lado «la represión».

Esa reclamación va acompañada de un doble llamamiento genérico. Primero a «todos los agentes» implicados para que actúen con «responsabilidad» y sean «consecuentes» ante el paso que da la organización; y luego, a los ciudadanos para que se involucren y «luchen por los derechos» de Euskal Herria, una apelación a la movilización social que se produce en vísperas de la manifestación convocada en Bilbao en favor de una solución al conflicto vasco por el Foro de Debate Nacional, integrado por partidos y colectivos nacionalistas salvo el PNV. ETA dedica las últimas líneas de su mensaje a dejar constancia de su «deseo y voluntad» para que el proceso inaugurado «llegue hasta el final».

Los terroristas, que se comprometen a perseverar en este camino, sitúan la estación término en el logro de una «verdadera situación democrática» para Euskal Herria y la construcción de un paz «basada en la justicia». «La superación del conflicto, aquí y ahora, es posible», concluyen, lo que alimenta la confianza de los círculos políticos más optimistas en que ETA ha interiorizado que el tiempo de la violencia ha tocado a su fin y que el precio que se cobrará por ello estará lejos de sus pretensiones históricas. Zapatero no descubrió ayer sus cartas: extremó la prudencia e intentó trabajarse la complicidad del PP, el único partido que no le acompaña en este viaje. El presidente quiere reunirse la próxima semana con Rajoy y con Ibarretxe, el primer dirigente con el que compartió el anuncio del alto el fuego.