Verónica, hija del periodista José María Portell, asesinado por ETA en junio de 1978./ IGNACIO PÉREZ
TREGUA DE ETA

Dolor sin tregua

Las víctimas del terrorismo reciben la noticia con sentimientos encontrados de esperanza y desconfianza

SAN SEBASTIÁN Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El terrorismo es una lacra, pero también una costumbre. Han sido muchos años de convivencia diaria con el miedo y el sufrimiento como para borrarlos con un comunicado de treinta líneas. Esta verdad, válida para toda la sociedad, resulta especialmente evidente en el caso de las víctimas, para quienes la violencia seguirá siempre presente en forma de pérdida o de cicatrices. Ayer, a las personas tocadas por ETA se las veía contentas, más contentas que en mucho tiempo, pero en la mayoría de los casos esa rara alegría estaba ensombrecida por la desconfianza: ¿de qué paz hablamos y qué precio tiene?



NURI MANZANARES

Perdió a dos hijos y a una hermana en Hipercor

«No quiero ver por la calle al asesino de mis hijos»

Nuri Manzanares no quiere «saber nada de política» y prefiere dejar que sean los profesionales de la cosa pública quienes resuelvan la papeleta que tienen entre manos. Nuri sólo sabe de dolor, porque la banda le arrebató a sus hijos Silvia y Jordi -de trece y nueve años- y a su hermana Mercé en la masacre de Hipercor, el 19 de junio de 1987. Desde entonces, ha cambiado la peluquería en la que trabajaba por las consultas de médicos y psiquiatras. Ayer, precisamente, pasó la mañana entera en una de ellas, desconectada del hervidero en que se había convertido el país. Al volver, el telediario de mediodía le puso al corriente. «He sentido que era algo que llevábamos muchos años esperando y que ojalá sea verdad, porque no es la primera vez que ETA declara una tregua y luego sigue matando y extorsionando», advierte, con una mezcla de «esperanza y prudencia».

La principal preocupación de Nuri en estos momentos es «que se haga justicia». «Que haya una tregua no quiere decir que los que nos han hecho esta barbaridad no tengan que pagar por ello. Me parece bien que los que están ahora hayan llegado a esta conclusión, pero los que estaban antes mataron a mis hijos y a mi hermana y no quiero encontrármelos un día de estos por la calle», razona. Si el cumplimiento de las condenas es para ella indispensable, no menos lo es «que se arrepientan y pidan perdón por lo que nos han hecho». Porque, como piensan casi todas las víctimas, la muerte de sus seres queridos «no habrá servido para nada» si se da a ETA «todo lo que pida».

CONSUELO ORDÓÑEZ

Hermana de Gregorio Ordóñez

«¿Pagaremos nosotros el precio?»

En la lucha interna de Consuelo Ordóñez, la desconfianza parece estar ganando el pulso a la ilusión. «Por supuesto, es una buena noticia si no se va a matar a nadie más, si los amenazados van a poder salir tranquilos, pero todavía quedan muchas dudas. Se abre una etapa en la que se comprobará si esto tiene un precio o no, y es un periodo muy preocupante por lo que respecta a las víctimas. ¿Pagaremos nosotros el precio? Desde luego, lucharemos para que eso no suceda. Nuestro fundamento es la justicia y nuestra esperanza, la independencia del Poder Judicial. Fíjate el precio que hemos pagado y lo poco con lo que nos conformamos». A esta incertidumbre se suman las secuelas imborrables de la anterior tregua: «A poca memoria que tengamos, hemos de tenerla presente. ¿Va a pasar lo mismo? Porque ETA declara el alto el fuego, pero no se disuelve: su sombra sigue ahí».

La hermana del concejal donostiarra Gregorio Ordóñez, como la mayoría de los vascos, no ha vivido jamás sin violencia: «Me cuesta imaginar una Euskadi en paz porque no la he conocido. Nos hemos acostumbrado a la anormalidad. Recuerdo que, cuando me vine a Valencia, me dije: ¿esto es lo normal, coño! El terror lo ha pervertido todo».

VERÓNICA PORTELL

Hija de José María Portell

«Prefiero no leer la letra pequeña»

En su libro 'Y sin embargo te entiendo', que se presentó el martes en Bilbao, Verónica Portell se mete en la piel de un secuestrado, un ertzaina, un juez y un terrorista. ¿Quién le iba a decir que, un día después de la velada literaria, le tocaría desempeñar un papel tan diferente en la vida real! Un papel... alegre, en este caso sin reservas: «El alto el fuego me parece una noticia absolutamente maravillosa. Yo soy muy optimista, quiero serlo, me lo quiero creer. A lo mejor parezco ingenua, pero no he pensado en el posible lado malo y prefiero no leer la letra pequeña».

Su padre, José María Portell, fue el primer periodista asesinado por ETA. Verónica tenía entonces ocho años, y aquel dolor lacerante de su infancia se ha ido suavizando con el tiempo, pero ha dejado en ella un firme propósito: «No quiero que mis hijos sean como yo, como toda mi generación, que no recordamos una Euskadi sin violencia». Hasta ayer, esta meta podía parecer inalcanzable como el horizonte, pero un paso de gigante la ha puesto casi al alcance de los dedos. «Por lo menos, soy feliz hoy -resume Verónica-. Después ya veremos».

ESTHER CABEZUDO

Víctima de atentado

«No me fío mucho»

Esther está fuera del País Vasco. Ayer por la mañana, telefoneó a una compañera del PSE para confirmar la tregua y ésta le dio otra noticia de propina: el ataque con 'cócteles molotov' al domicilio de Jesús Oficialdegui, concejal de Rentería. ¿Se pueden echar las campanas al vuelo ante esta realidad esquizofrénica? «Ya ves, dan una de cal y otra de arena. Desde luego, yo no me fío mucho de estos 'altos el fuego', me parece que habría que ser prudentes y esperar un poco. La primera sensación es de alegría, claro, pero una cosa es que no maten a nadie y otra que haya paz, sin mochilas que estallen, ni extorsión a empresarios, ni casas de concejales quemadas».

En 2002, Esther Cabezudo -entonces edil de Portugalete- y su escolta sobrevivieron a la explosión de 30 kilos de dinamita ocultos en un carrito de la compra.

Eso no se olvida de un día para otro, ni de un año para otro, ni nunca: «Habrá que dejar que pase más tiempo antes de relajarse. ¿Ojalá podamos ser todos libres!».

MARI MAR BLANCO

Hermana de Miguel Ángel Blanco

«Debemos seguir movilizados contra la negociación»

Los matices son importantes para las víctimas del terrorismo. Por ejemplo, Mari Mar Blanco destaca que 'permanente' es distinto de 'definitivo'. La hermana de Miguel Ángel Blanco, el concejal del PP que se convirtió en símbolo de la lucha contra la barbarie tras su secuestro y asesinato a manos de ETA, cree que hay que examinar «con lupa» el comunicado de la banda y, aunque no oculta su «alegría» por la noticia, también pide «cautela».

Porque Mari Mar comparte con un grueso porcentaje de damnificados por el terrorismo etarra el temor a que su «sufrimiento» de años se aparque ahora para poner en marcha el llamado proceso de paz. «Me da miedo lo que pueda conseguir la banda o lo que pueda haber conseguido ya. Espero que no se pague ningún precio y espero no tener que ver a ningún preso en la calle».

Por lo que pueda suceder, Mari Mar está convencida de que movilizaciones como la que siguió al secuestro de su hermano o las más recientes convocadas por la AVT en contra de la negociación política con la banda deben continuar. «Hemos dado la vida de nuestros familiares y creo que podemos seguir pidiendo que se persiga a la banda, que se aplique el Estado de Derecho y que se vuelva al Pacto Antiterrorista», sentencia. Ante la declaración de ETA, Mari Mar hace una petición y una pregunta: la primera, que el Gobierno «no ceda al chantaje»; la segunda es «si la paz va a traer libertad, si los concejales, empresarios y todos los amenazados van a poder vivir tranquilos».



NATIVIDAD RODRÍGUEZ

Viuda de Buesa

«Es una primera puerta hacia la pa

«Es una primera puerta hacia la paz. Ahora, toda la sociedad tiene que empujar para que se abra del todo», valoró Natividad Rodríguez.

La viuda del político socialista Fernando Buesa, asesinado por ETA en 2000, recibió la noticia del alto el fuego con «una gran alegría», aunque avisó de que ahora toca «ser paciente y prudente», ya que el anuncio de los terroristas «tiene que estar corroborado por los hechos y los comportamientos».

A juicio de la presidenta de la Fundación Fernando Buesa, el siguiente paso debería ser que el Gobierno exigiese el «cese de la extorsión y la 'kale borroka'». Alentó al Ejecutivo, la oposición y las víctimas a mantener la unidad y, a la vez, estar «vigilantes» para que la banda no consiga sus objetivos: «Si no salen derrotados en sus postulados, el sufrimiento de quienes hemos padecido su acoso habrá sido inútil. No puede haber un precio político».

Manifestó su apoyo «al Gobierno legítimo y democrático» y auguró que el proceso que ahora arranca será «especialmente difícil para los vascos, porque la sociedad está muy fragmentada y hay un problema de convivencia muy grande». Se mostró convencida de que el camino merece la pena: «Si todos apoyamos y exigimos el cese de la violencia, seremos capaces de conseguir que los vascos no nacionalistas podamos vivir y expresarnos en libertad, disponer de nuestra vida y tener alegría de vivir. Que piensen todos que, por encima del poder, están los derechos básicos».

GORKA LANDABURU

Periodista y víctima de atentado

«Revolcarnos en el dolor no sirve de nada»

«No hay vuelta atrás. La decisión está tomada». Gorka Landaburu desprende un optimismo recalcitrante y contagioso, el contrapunto al escepticismo y la desconfianza que envuelven a otras víctimas y que demuestra que el colectivo es plural y diverso en su opiniones.

El periodista, que perdió dos dedos de su mano derecha cuando ETA le envió un libro bomba el 15 de mayo de 2001, está convencido de que la banda ha entregado definitivamente «la cuchara» para embarcarse en un proceso en el que, vaticina, no se pagará ningún precio político por la paz, más allá de los posibles beneficios penitenciarios que puedan concederse a los presos etarras.

Landaburu, que recientemente brindó apoyo público a la estrategia de pacificación de Zapatero, no encuentra ningún 'pero' al comunicado, que contempla «de forma totalmente positiva y con gran alegría» porque cree sin asomo de duda que es el «definitivo». «Muchas víctimas apostamos por la paz porque es el único camino», recalca, no sin reconocer que aún hay heridas que deben «cicatrizar» y un clima de convivencia pacífica y normalizada por recuperar.

«Costará, porque hay mucho sufrimiento y muchas familias rotas, pero es posible», confía Landaburu, que augura también que la actual «división» entre las víctimas irá diluyéndose si la paz se consolida. Porque, advierte, «revolcarnos en nuestro dolor y autoflagelarnos constantemente no sirve de nada». Apuesta por mirar al futuro y avanzar, «eso sí, con un retrovisor bien grande para no olvidar».