cóctel de papelillos

El Rey del Barrio

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Abajo eI telón. Si la comparsa sevillana el Rey del Barrio se lo hubiese olido, otro gallo hubiese cantao. Pero resulta que no hubo el más mínimo olfato o no habían leído bien el «nuevo» reglamento del concurso. Al final, han pagado la novatada. A quién se le ocurre sacar a escena a 16 personas cuando está prohibido hacerlo, alegando que en otros concursos carnavalescos sí se admite ése número de personas. Y aún más el Concurso del Falla es distinto y diferente por su trayectoria y su «patente» de origen hecho en Cádiz. Por lo tanto todos cuántos participamos en el evento tenemos que pasar religiosamente por el aro. Aunque particularmente no me gusta la idea, entiendo que el jurado hizo uso de un derecho que le ampara. En honor a la verdad, El Rey del Barrio ha encajado con enorme resignación el «abajo el telón» y prometen volver para el Carnaval Chiquito y próximos concursos. Siempre les estaremos esperando con simpatía y carino.

El paraíso de los ladrillos coloraos está que arde. La llama profana del Carnaval lo envuelve todo de magia y frenesí y el Caña.1, ese predicador incansable de la sátira y el ingenio provocador no da abastos desde su Olimpo de Momo, el monte «sagrado» de la sátira y el cachondeo más sano y sentencioso se dispara a límites insospechados y la gracia corre y vuela casi de puntillas bajo la bóveda colorista y paradisíaca de Albarzuza.

Lo que se oye, se comenta, se critica, se dice, es todo un valor añadido en un ambiente totalmente festivo y distendido muy recomendable para los propensos a la «depre». Quién desconoce, o no frecuenta el paraíso de los ladrillos coloraos no sabe lo que es una noche auténtica de Carnaval.

Cada vez que escucho la radio retransmitiendo desde el Falla el Concurso, sin querer, me vienen a la memoria nombres y voces imborrables en el tiempo y la distancia, el dejillo y el acento de tantas y tantas personas, locutores y locutoras que noche tras noche con impecable profesionalidad y entrega nos enviaban hasta casa los mensajes frescos de las coplas y nos hacían reír a pleno pulmón con las atrevidas chingolas que rompían nuestra monotonía y bostezos.

Desde Cortadura hasta la Caleta cuando llegaba Carnaval el milagro de las ondas se producía y Cádiz no dormía hasta las tantas de la madrugada. Las emisoras competían entre sí y se desvivían por ofrecernos a domicilio toda una información sonora de primera mano nunca oída. Personas entregadas a su oficio conocedores y responsables de lo que veían y contemplaban y así lo contaban, ni más ni menos. A todos y para cada uno de ellos, por hacernos pasar noches inolvidables de magia y fantasía un cariñoso abrazo en el recuerdo y agradecimiento.